ECONOMIA MORAL
Julio Boltvinik
Reflexiones de Año Nuevo
México debe aplicar el modelo colombiano de televisión
Impunidad de las empresas, impotencia de los consumidores
La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del "libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente
EN AMÉRICA LATINA el primero de enero de 2003 será recordado por la toma de posesión de Lula da Silva como presidente de Brasil. Que sea en buena hora. Mucho de lo que pase en el mundo de aquí en adelante estará determinado por el éxito o el fracaso de Lula. En México, 2002 cerró con un acto gansteril mediante el cual Tv Azteca se apoderó de instalaciones y la concesión de una frecuencia televisiva que no le pertenecen, y 2003 se inició con dos frentes de batalla en el campo. Por una parte, los zapatistas reaparecieron rechazando las reformas legales aprobadas por el Congreso. Por la otra, a pesar del pacto que el CAP (Consejo Agrario Permanente) celebró con el gobierno (lo que Luis Hernández Navarro hizo notar correctamente en La Jornada como el renacimiento del corporativismo agrario), que pospuso los bloqueos en los puentes internacionales y en aduanas, como forma de protesta ante la desgravación (que entró en vigor con el año) de numerosos productos agropecuarios, el movimiento agrario El campo no aguanta más empezó el año con movilizaciones. Los dos temas, medios y campo, pueden ser centrales en el Año Nuevo y combinarse con las elecciones. Hoy comento sobre los medios y acerca de un asunto asociado: la impunidad de las empresas.
EN LAS ELECCIONES en México, donde la inmensa mayoría de la población no lee periódicos ni revistas ni milita en organizaciones políticas o movimientos populares, los medios electrónicos, particularmente la televisión, pueden jugar un papel central. Televisa y Televisión Azteca, que constituyen casi un duopolio de la televisión abierta, se han apoderado de una porción muy importante de las mentes de la población nacional. Estratos populares muy amplios, y una parte de la clase media, se identifican con todo lo que pasa en el duopolio. Pasan muchas horas del día ante el televisor, que se convierte en su única fuente de información. Los locutores, cantantes, actores y deportistas son sus héroes. De la televisión obtienen una parte importante de sus valores, normas y pautas de comportamiento. Televisa es además socio o dueño de Sky, el más importante medio de televisión de paga, al que controla para servir sus intereses.
LA TELEVISION PRIVADA tiene un poder enorme. Así como puede, con el Teletón, convocar a muchos miles a donar dinero, podría convocar a millones a manifestarse públicamente. Si los dueños de la televisión así lo quisieran podrían inclinar la balanza hacia algún partido político durante las elecciones. Si hasta ahora la tv privada no ha usado su poder en México para confrontarse con el Estado (con excepciones, como el enfrentamiento de Tv Azteca con los gobiernos perredistas de la capital) es porque no lo ha necesitado: sus intereses han estado protegidos tanto por los gobiernos priístas como por el panista actual. Este les acaba de regalar la disminución drástica de los tiempos oficiales, regalo que suena sospechoso en vísperas de un año electoral. Como se ha puesto en evidencia de manera dramática en Venezuela, cuando los empresarios de los medios sienten peligrar sus intereses están dispuestos a usar su poder de convocatoria, incluso llamando al golpe de Estado.
LA TOMA DE CNI en el cerro del Chiquihuite por Tv Azteca, además de los innumerables delitos del orden común que implica, refleja que Tv Azteca no está dispuesta a tolerar la competencia. Quiere ser el único hermano menor de Televisa. Aunque CNI Canal 40 es también propiedad de un empresario, mostró cierta inclinación a la independencia, lo cual en televisión resulta particularmente valioso. Su eliminación eventual, si prevalece el silencio oficial cómplice y el estado de no derecho, debilitaría aún más las posibilidades de cierto freno a los posibles excesos del duopolio y su posible alianza con el gobierno. Como empresarios y gobierno están cada día más cerca en este "gobierno de empresarios" (frase de Fox), habrá en la televisión mexicana sólo una voz: la empresarial.
URGE UNA REFORMA a la Ley de Radio y Televisión. Aunque está ya circulando una iniciativa independiente de reformas, quiero contribuir al debate anotando dos cuestiones. Por una parte, el espectro de ondas para transmisión abierta en radio y televisión es limitado y pertenece a la nación. Cuando el Estado concesiona frecuencias a los particulares, les está otorgando un privilegio que genera una renta económica (es decir, ingresos derivados de la propiedad o posesión de activos que no se pueden reproducir, como la tierra, las riquezas minerales depositadas en el subsuelo o las frecuencias de radio y televisión). Por ello, aparte de pagar impuestos, las empresas concesionarias de radio y televisión deben pagar la renta por el uso de la frecuencia. Igual ocurre cuando, en países donde la explotación petrolera es privada, las empresas pagan al Estado fuertes sumas por concepto de renta petrolera. El pago de la renta por el uso de la frecuencia no tiene que ser en especie, como ha ocurrido en México con el tiempo oficial. Este pago debe estar claramente regulado en la Ley de Radio y Televisión, si se decidiese mantener el modelo de concesiones de frecuencias.
EL MODELO DE CONCESIONES no es el único posible. En Colombia ha prevalecido un modelo de televisión que me parece mucho mejor que el que rige en México. En el modelo colombiano lo que el Estado le renta a los particulares no son las frecuencias, sino el tiempo específico para un programa. Las instalaciones para la transmisión son del Estado, y los particulares concursan para contratar tiempos específicos con programas específicos. En este modelo, el particular que produce una telenovela contrata el tiempo para su exhibición con el Estado (previo concurso) a cambio de una renta, y se financia vendiendo comerciales. Como toda empresa, la productora pagará, además, los impuestos correspondientes. Se multiplican así las productoras de programas, incluidos noticieros, con efectos positivos muy importantes.
EN PRIMER LUGAR, los noticieros pueden ser producidos por periodistas. Los periodistas difícilmente pueden ser propietarios de una estación de radio o un canal, de tal manera que en el modelo actual se les reduce (notables excepciones aparte) a empleados de los empresarios de radio y televisión. En el modelo colombiano de televisión, los periodistas se pueden asociar para producir un noticiero, con inversiones mucho menores a las requeridas para manejar un canal o una estación. La independencia, objetividad y calidad de los noticieros ganan con ello muchísimo. En segundo lugar se desata la creatividad de actores, guionistas, organizaciones sociales, partidos políticos, en la producción de toda clase de programas. En tercer lugar, el actor, locutor, periodista o cantante dejan de ser esclavos propiedad de una empresa todopoderosa, ya que se crea un auténtico mercado para sus servicios.
ESTE MODELO ES el que México necesita para transformar radicalmente la televisión. Implica romper el poder del duopolio. Habría, por tanto, una feroz oposición de su parte al establecimiento de este modelo. Una opción para suavizar el enfrentamiento sería establecer un periodo de transición al nuevo modelo. Este podría establecerse primero en canales totalmente nuevos; en un segundo periodo se irían incorporando los canales secundarios de Televisa y de TvAzteca (4, 5, 9, 7), y en un tercero y último sus canales principales (2 y 13). Naturalmente, Televisa y Tv Azteca podrían seguir produciendo programas, pero tendrían que concursar como cualquier otra productora.
EL PODER EMPRESARIAL creciente se transforma también en una nueva forma de impunidad en todas las ramas productivas. La Profeco (Procuraduría Federal de Defensa del Consumidor) es una institución muy débil, con pocas facultades. En un gobierno pro empresarial, además, la tónica general es no molestar a los empresarios ni con el pétalo de una rosa. Por todo ello, el ciudadano se siente impotente ante las empresas, cuyas actitudes son cada día de mayor arrogancia y desprecio por el consumidor. Por ejemplo, el ciudadano de clase media que puede pagarlo contrata los servicios de Sky o de MVS para ampliar sus opciones televisivas ante el lamentable panorama de los canales de televisión abierta privada. Una razón para ello son los noticieros internacionales. El ingenuo usuario que oyó, por ejemplo, que CNN en español incluía Noticias México y contrata Sky se llevará una tremenda decepción, pues este noticiero no pasa por CNN en español en Sky, aunque hasta hace poco sí pasaba por Direct Tv. Igualmente, el ingenuo que contrató Sky porque en su paquete incluía CNI Canal 40 (el invadido) se llevó tremenda sorpresa cuando, con motivo de la guerra entre las televisoras por el Mundial de futbol, Sky eliminó dicho canal (que estaba transmitiendo todos los juegos del Mundial), violando el contrato sin siquiera una disculpa a sus clientes. Igualmente, Televisa usa sus poderes monopólicos para impedir que Direct Tv incluya en sus transmisiones los canales de Televisa, para otorgar con ello ventaja a Sky, su aliada. La impunidad de las empresas y la impotencia de los consumidores ante ellas no se reduce a las empresas de televisión, es un asunto generalizado. Los bancos, otras empresas que manejan tarjetas de crédito, las compañías telefónicas, las agencias de autos, etcétera, comparten la actitud.
UN EJEMPLO EXTREMO de impunidad es el de las empresas de refrescos de cola, a los que agregan cafeína en dosis altas (además de otros productos desconocidos de sus fórmulas secretas), y este hecho no lo registran en sus envases, como sí ocurre en otros países. Este asunto se lo expresé personalmente al secretario de Salud hace algunos meses. No hubo respuesta contundente. La ingesta de cafeína puede significar riesgos para la salud de la población y, por tanto, es un asunto que debería estar regulado en la Ley General de Salud. Los anuncios de estas bebidas en todos los medios deberían ir acompañados por una leyenda que dijera algo así como: "Este producto contiene cafeína. No se suministre a menores de edad ni a enfermos del corazón o con presión alta".
LA LEY FEDERAL de Protección al Consumidor y la institución que la opera, la Profeco, representaron la esperanza de un cambio importante en la materia. Al principio, se creó a la par de la Profeco el Inco (el Instituto Nacional del Consumidor), pero hace algunos años desapareció el segundo y la primera absorbió algunas de sus funciones. A la Profeco se le ha bajado el perfil. Es ahora mucho menos visible que hace 20 o 25 años. Es necesario modificar la ley en la materia para convertirla en autoridad que cuente con medios de coerción efectivos para que las empresas cumplan con sus obligaciones hacia el consumidor y para separar nuevamente al Inco como institución de investigación e información al consumidor.
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