Se abrió la cátedra extraordinaria
Margaret Atwood-Gabrielle Roy en la UNAM
Las escritoras de AL dejaron ya el intimismo, señala
Poniatowska
Ahora se adentran en la pobreza y la problemática
de las minorías, opina la periodista
Elena Garro, Margo Glantz y Rosa Beltrán, entre
las que se apartaron de caminos trillados
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La literatura femenina latinoamericana ha abandonado la
confesión de estados anímicos para adentrarse en la pobreza
y las minorías, afirmó la escritora y periodista mexicana
Elena Poniatowska durante la ceremonia de apertura de la cátedra
extraordinaria Margaret Atwood-Gabrielle Roy en la Facultad de Filosofía
y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM),
con la que concluyó el encuentro literario Otoño canadiense.
Poniatowska,
designada Premio Nacional de Literatura y Lingüística 2002,
hizo un balance de lo que es la literatura escrita por mujeres. Las autoras
latinoamericanas, dijo, son como las leonas de zoológico, ''feas,
opacas, las que siempre están en segundo plano, las que quedaron
como costales gastados después de la última camada", mientras
que los escritores son como el león, que ''pegado a los barrotes,
haga lo que haga, es el rey y de un solo bocado se traga al mundo. El león,
en donde quiera que esté, impone sus condiciones, la leona jamás.
Carlos Fuentes alza su magnífica cabeza de león de la Metro
Goldwyn Mayer, sacude sus crines de oro y saluda a otro león también
coronado, Mario Vargas Llosa, que a su imagen y semejanza enseña
unos dientes tan atractivos como el gato de Cheshire".
Las escritoras, expresó, ''son las comparsas de
la literatura latinoamericana (...) Salvo el caso de Isabel Allende, las
mujeres que escriben muy pronto dejan de creer en sí mismas", y
ejemplificó con el caso de la bailarina Nellie Campobello, que entregó
el archivo de Villa a Martín Luis Guzmán, quien entonces
escribió su libro Memorias de Pancho Villa, mientras que
Rosario Castellanos vivió condiciones similares a las de Sor Juana
Inés de la Cruz y se enfrentó a una realidad ''aterradora:
la mujer no es igual al hombre, es inferior, por tanto no tiene la misma
capacidad para pensar y mucho menos para crear".
Pertenecer al universo del libro
Tras abandonar la literatura intimista, se pueden encontrar
nombres de distintas generaciones que ''rompen con temáticas tradicionales
y caminos trillados", como Elena Garro, Luisa Josefina Hernández,
Margo Glantz, Aline Pettersson, Beatriz Novaro, Carmen Boullosa, Rosa Beltrán,
Beatriz Espejo, Mónica Lavín, Sabina Berman, Angeles Mastretta,
Laura Esquivel, Rosario Ferré, Ana Lilia Vega y Mayra Montero, a
las que se suman las escritoras chicanas ''que brincan la barrera".
Ahora, señaló, ''puede decirse que la literatura
latinoamericana se ha ido de la confesión a la literatura de la
pobreza, porque son las mujeres las que hablan de las minorías.
Al ser minoría, muchas escritoras se han aliado a los que no tienen".
Y añadió: ''La literatura de las mujeres
oscila entre la supervivencia y el hecho de que en mi país casi
nadie sabe leer. Escribir, por tanto, tiene que ver con la locura" y es
un oficio duro. Aquí citó a la escritora canadiense Marie-Claire
Blais, al decir que escribir es un viaje al interior de uno mismo. ''Para
escribir hay que amar la lucha y la disciplina, el análisis interior
y la reflexión".
Las escritoras mexicanas, latinoamericanas y canadienses
''pertenecemos al universo del libro, vemos en un mundo que tiene los ojos
fijos en la pantalla. A nosotras nos poseen los libros, esta posesión
es lo que finalmente le da sentido a nuestras vidas".
Poco antes, Margaret Atwood (Ottawa, 1939) hizo un balance
de la literatura canadiense y subrayó que, contrario a lo que sucedía
hace 50 años en su país, ya se puede hablar de una literatura
nacional, sea anglófona o francófona. ''Los placeres de leer
y escribir pueden ser complejos y ambiguos, pero son placeres reales",
finalizó la novelista, poeta y ensayista canadiense.