Aline Pettersson, con un vasto catálogo
en la materia
''La literatura infantil no es un género menor''
Exige la misma entrega y búsqueda que los libros
para adultos Padres y maestros, lejos de la lectura, lamenta
ERICKA MONTAÑO GARFIAS
La escritora mexicana Aline Pettersson recorre su camino
hacia la literatura infantil, género que, dice en entrevista, "no
hay que considerar menor" y al que llegó primero leyendo y agregando
párrafos a las historias que le gustaban, y después escribiendo
pequeños cuentos para sus hijos que no conservó.
Si bien su trayectoria como escritora es más conocida
por sus obras para el público de más de 18 años, cuenta
con seis libros infantiles: El papalote y el nopal, Clara y el
cangrejo, La mariposa viajera, Renata y su gato, Fer y la princesa,
Tiempo robado y La princesa era traviesa. Este domingo se
presenta en la Feria del Libro Infantil y Juvenil Renata y su día
al revés (Alfaguara).
Pettersson
(México, 1938) expresa: "Empecé a escribir cuando era niña,
y también disfrutaba los cuentos que leía, les hacía
prolongaciones para no salirme de las historias que me divertían
y me gustaban tanto de esos mundos que eran bastante más amplios
que el mío", como los textos de los hermanos Grimm, Hans Christian
Andersen, Mark Twain, Charles Dickens, y "después por ahí
de los 11 años entré a la lectura apasionada de Emilio Salgari
y claro que quise ser pirata. Realmente no pude con Julio Verne. A mí
me gusta y me interesa mucho la cuestión científica, pero
detener la narración para que me contaran, por ejemplo, el grado
de salinidad del agua y esas cosas cuando iba el submarino me pareció
detestable. Nunca pude con Verne pero en cambio Salgari sí me gustó
muchísimo.
"En mis tiempos -señala- los niños leían
como leía yo. Era una actividad natural dentro de su vida, cosa
que ahora es lo extraordinario, no lo natural. Hoy la forma de conquistar
soldados para la causa de los libros es con los niños, interesarlos,
seducirlos con historias que puedan serles divertidas. Por eso decidí
escribir para ellos".
El que los niños hayan dejado de leer es un hecho
que data de varias generaciones, agrega la escritora, porque "vivimos en
un mundo que se queda en lo superficial. Dentro de esta superficialidad
si los padres y los maestros no tienen placer por la lectura difícilmente
lo van a tener los niños. Existen muchos padres y maestros que se
han retirado del placer de leer y así surgieron generaciones que
no lo encuentran necesario".
Advierte: "Si un padre o un maestro da como tarea la lectura
del libro pero no le gusta leer, el niño se da cuenta de que lo
hacen por obligación, porque hay un lenguaje no verbal que el niño
entiende y sabe que el padre lo está forzando a leer o el maestro
mismo, pero de esa forma difícilmente los niños podrán
encontrar placer en la lectura".
Y esto no es consecuencia de que los libros sean caros
o baratos "se perdió esa costumbre de leer. En mi infancia los niños
de las escuelas oficiales y privadas leían. No se nos ocurría
que podía ser de otra manera. Obviamente había quienes leían
más que otros, pero se leía como un placer de la media tarde,
después de la tarea. Cuando uno ya había terminado de jugar
en la calle tomaba un libro".
A la hora de escribir la edad de su lector no importa
"basta que se me ocurra una idea y me siento contenta escribiendo tanto
para niños como para adultos. No considero que la literatura infantil
sea un arte menor, porque la entrega y la búsqueda de calidad no
va reñido con que sea para niños. Escribir para ellos tiene
que entusiasmarme de la misma manera que cuando escribo para adultos".
La autora de novelas como Proyectos de muerte,
Los colores ocultos y La noche de las hormigas, señala
que la desgracia para quienes dedican su tarea a escribir para menores
"es que nos tocó empezar a publicar cuando los libros ya no están
de moda". Se privilegia a los clásicos infantiles, y no se ve a
los escritores mexicanos, porque los adultos, si van a regalar un libro,
se refieren a lo que leyeron alguna vez: "no tienen por qué conocer
al joven escritor o escritora contemporáneo. Los conocerían
si se siguiera la afición por los libros, pero dadas las tristes
circunstancias se va a ir por lo que conoce; que por otra parte no es ninguna
mala opción leer a Andersen o Grimm".
En la serie de Renata, agrega, "hay lo que puede haber
de la ruina de aquella niña que yo fui". El personaje está
inspirado en su nieta, del mismo nombre, pero con una pequeña diferencia:
cuando la niña, ahora de siete años, era una bebé
"pensé una pequeña historia a la que agregué un gato.
Después cuando fue lo suficientemente grande para descubrir a los
gatos le parecieron detestables".
Renata y su día al revés se presenta
este domingo a las 17 horas en la Feria Internacional del Libro Infantil
y Juvenil que se realiza en el Centro Nacional de las Artes (Tlalpan y
Churubusco)