La organización es pionera en el país
en la defensa de las garantías básicas
Premia la UNESCO a la Academia Mexicana de Derechos
Humanos
Persisten la tortura y las fallas en la aplicación
de la justicia, advierte Oscar González
CLAUDIA HERRERA BELTRAN
Hace dos décadas casi nadie hablaba de garantías
básicas en México y fue la Academia Mexicana de Derechos
Humanos (AMDH) una de las primeras organizaciones que promovió el
tema. En reconocimiento a esos 18 años de labor, la Organización
de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO) otorgó ayer a esta asociación uno de los galardones
más prestigiados en el ámbito internacional.
El Premio UNESCO 2002 de Educación para los Derechos
Humanos será entregado a la AMDH, la cual fue fundada en 1983 por
un grupo de académicos y defensores de las garantías básicas,
entre los que se encuentra Rodolfo Stavenhaguen, Héctor Fix Zamudio,
Guillermo Bonfil Batalla, Jorge Carpizo y el fallecido obispo Sergio Méndez
Arceo.
Oscar González, presidente de la academia, consideró
que el galardón es una buena noticia en medio del "panorama difícil"
que enfrenta la mayoría de las organizaciones no gubernamentales
mexicanas que no cuentan con financiamiento suficiente para realizar su
labor.
Desde el cambio de gobierno, refirió, las políticas
gubernamentales no le han dado prioridad al apoyo y atención de
los organismos no gubernamentales, sino que en cierto modo han buscado
sustituir su labor o incorporar a algunos de sus dirigentes a tareas sociales
de gobierno.
Esta, dijo, no ha sido la mejor forma de fortalecer a
las organizaciones civiles que han logrado sobrevivir con muchas dificultades,
pero que ahora enfrentan severos problemas para conseguir financiamiento.
Señaló que desde que México fue incorporado
a organismos internacionales como la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos fue visto como un país de Primer
Mundo y en transición democrática, lo que ha provocado que
las agencias financiadoras destinen cada vez menos recursos a las asociaciones
civiles.
Por eso, González advirtió que la imagen
"de exportación" que da el gobierno en materia de derechos humanos
es muy diferente a la realidad, que se traduce en problemas como la continuidad
de la tortura; la falta de garantías en la procuración y
administración de justicia, y los índices alarmantes de inseguridad
e impunidad.
Sin embargo, las dificultades que enfrentan organismos
como la AMDH no han sido obstáculo para que su labor sea reconocida
en el extranjero. A propuesta de un jurado internacional que se reunió
para deliberar en París los días 28 y 29 de octubre pasados,
el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, atribuyó la
presea a la academia en reconocimiento a su actividad pionera de la promoción
de los derechos humanos en México.
Desde hace 18 años, la AMDH ha realizado labores
en la enseñanza formal de los derechos humanos; la producción
y difusión de material pedagógico, y la utilización
de la radio y la televisión para sensibilizar al público
en cuestiones relacionadas con el tema y con actividades como la observación
electoral.
González recordó que hace 20 años
nadie hablaba de derechos humanos en México, "por eso en 1968 se
habló de autoritarismo y de represión, pero nadie mencionó
el término de derechos humanos".
A partir del trabajo que han hecho la AMDH y otras organizaciones
como el Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, afirmó
que el tema fue haciéndose presente en la opinión pública
del país, hasta que en los años 90 ya se contaban 700 organizaciones
dedicadas a la defensa de las garantías básicas.
El premio UNESCO que recibirá la AMDH se creó
en 1978 con motivo del trigésimo aniversario de la proclamación
de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y se atribuye cada
dos años para alentar y rendir homenaje a una institución,
organización o persona que haya llevado a cabo una actividad señalada
en el ámbito de la educación para los derechos humanos.
Entre los galardonados figuran Václav Havel (República
Checa), en 1990; el Instituto Arabe de Derechos Humanos (IADH, Túnez),
en 1992; la Comisión Filipina de Derechos Humanos y el universitario
chileno José Zalaquett Daher, en 1994; Jean Bertrand Aristide (República
de Haití), en 1996; el juez del Tribunal Supremo de Australia, Michael
Kirby, en 1998, y la ciudad de Nuremberg (Alemania) en 2000.