Antonio Gershenson
Pemex: "pronósticos" y saqueo fiscal
No importa que la realidad haya demostrado este año, una vez más, la mentira involucrada en las llamadas "previsiones" de precios petroleros emitidas por la Secretaría de Hacienda. De poco sirven las previsiones de hace un año, ya que el precio promedio hasta octubre está casi seis dólares por arriba de la alocada cifra de 15.50 dólares por barril para 2002. Ahora se anuncia un precio promedio de 17 dólares para 2003, que implicaría un verdadero desplome frente a los precios actuales verdaderos.
Hubo un año de transición, que fue 1999. Fue un año de cambio entre los bajos precios de los tiempos en los que éstos estaban determinados, ante todo, por los cambios en la demanda de los países importadores, y el periodo iniciado en 2000 inclusive. En este último ya se abre claramente una época en la que los precios están determinados, ante todo, por lo que sucede en los países exportadores de petróleo. Sin que los cambios en la demanda hayan dejado de jugar un papel, lo decisivo es la oferta, que en mayor o menor grado, según el momento, está regulada por los países productores y exportadores de petróleo, y por los acuerdos o desacuerdos entre los mismos. En este periodo en el que estamos, los precios han sido sustancialmente superiores a los del lapso anterior.
Tampoco se espera que los precios puedan llegar a niveles similares a los que vimos en el anterior periodo, en que fueron decisivos los acuerdos entre productores, entre 1974 y 1985 inclusive. Esto se debe a que, aprendiendo de la experiencia anterior, los productores no permiten que los precios suban demasiado, al haber ya vivido la experiencia de que esto ya generó las condiciones para un pronunciado descenso de los mismos, y podría volverlo a hacer. En este sentido, el actual periodo es más estable que aquel en el que los pre- cios del crudo rebasaron los 30 dólares por barril, no por unas semanas, sino en promedio anual.
Pues bien, cuando, dentro del actual periodo los precios bajaron como parte de su casi habitual comportamiento cíclico, mostraron cuál era su "piso". El precio promedio mensual de los crudos de referencia WTI y Brent llegó a su punto más bajo en diciembre de 2001, con un monto de 19 dólares por barril en números redondos. El precio de la mezcla mexicana de exportación, de cuya "previsión" hablamos, llegó a 14.30 dólares. Esto implicó, debido a que casi siempre los movimientos son graduales, que el precio promedio de esa mezcla mexicana haya sido de poco más de 18.50 en todo el año 2001, el más bajo del actual periodo. Los tales 17 dólares del supuesto pronóstico del Melate hacendario están fuera de todo rango.
Ahora vivimos un periodo con una baja de precios, que es parte de un fenómeno de corto plazo. Los precios subieron, demasiado para lo que el mercado hubiera generado sin factores políticos, debido a los temores de una invasión estadunidense a Irak. En el momento en el que los grandes compradores y vendedores de crudo consideraron que ese riesgo se alejaba, se dio el fenómeno opuesto y los precios han bajado demasiado en términos de las oscilaciones que se habían venido dando hasta estos momentos.
El hecho mismo de que se trata de oscilaciones de corto plazo impide siquiera asumir que van a implicar un descenso a lo largo del año como el que se dio en 2001. Pero incluso si eso sucediera, como vimos la cifra de 17 dólares es exageradamente baja. Una de sus vertientes, muy atractiva para los funcionarios de Hacienda, es que aumentará el llamado Aprovechamiento sobre Rendimientos Excedentes, una más de las herramientas para desplumar a Pemex. Pero ésta es especialmente atractiva para esos funcionarios debido a que, al presuponerse en las cifras de la Ley de Ingresos que la previsión es superexacta, se asume también que el ingreso por este concepto es nulo. Por lo mismo, el Congreso no le asigna destino al aprobar la ley, y Hacienda lo usa para sus jueguitos de cifras favoritos, mientras Petróleos Mexicanos (Pemex) y el país padecen por falta de suficientes recursos para la inversión.
Además de corregir las cifras, e incluso con más importancia que eso, el Congreso debe eliminar el citado aprovechamiento, suprimiendo no sólo una fuente de saqueo de los recursos de Pemex, sino también la motivación de esta variante de las mentiras anuales que hemos tenido que soportar.