Molly Ivins*
Tras el desastre electoral
Que no se diga jamás que Estados Unidos no es una gran nación. Una campaña en la que Jesse Ventura se sintió ofendido por la conducta de otra persona. El Señor Etiqueta, hombre sensible. El pobre de Charlton Heston, afectado por la enfermedad de Alzheimer, transportado de un punto a otro del país y sostenido de ambos brazos por partidarios mientras nos apremiaba a todos a comprar más armas: nada para avergonzarse. Los dos candidatos al gobierno de California, capaces de inducir daño cerebral a cualquiera que tuviese la mala fortuna de escuchar sus discursos. šOtro gran año!
Como alguien curtido en muchas derrotas en las urnas, me permito recordar al lector cuál es la actitud apropiada hacia la catástrofe electoral. Unos años antes de que Billie Carr muriera -en septiembre pasado, a la edad de 74 años-, un amigo la llamó para preguntar cómo le iba. "Bien", repuso ella. "Acaban de entablarle juicio político a mi hijo en Washington, no queda un solo demócrata en ningún cargo electivo en Texas, los republicanos se han adueñado de todos los juzgados del condado de Harris, y ayer me enteré de que tengo cáncer." Pausa. "Creo que voy a hacerme la prueba del embarazo; con la suerte que tengo se me hace que va a salir positiva."
Hay muchas razones para tener buen ánimo, amigos míos, y no es la menor de ellas que hayamos logrado elegir a una de las más encantadoras partidas de rufianes de toda la historia de nuestro estado: Pelo Bueno Perry para gobernador, David Dewhurst para vicegobernador. El Texas Observer, en busca de alguien que dijera algo positivo de Dewhurst, por fin encontró a un republicano que reconoció: "bueno, es un tipo raro, pero se ha vuelto menos raro que antes". Sospecho que más de una madre republicana se sentirá algo alarmada al descubrir que el estado cuenta ahora con un procurador general que no sólo está contra el derecho a decidir sobre el aborto, sino también ha dicho que no cree en excepciones en casos de violación, incesto o ni siquiera para salvar la vida de la madre. Feliz Día de las Madres.
Y este alegre grupo de republicanos asume el control del estado en el peor de los momentos, así que será culpado de ello, lo cual es muy justo tomando en cuenta que fue el gobernador Bush quien lo causó. Dos grandes recortes de impuestos y, šzas!, el estado está sumido en un hoyo tan inmenso que todo demócrata derrotado ha de haber emitido en secreto un suspiro de alivio. No sólo tendremos un déficit de 12 mil millones de dólares para fin de año, sino que las estimaciones tempranas del gasto adicional requerido ya se elevan a algo así como 40 por ciento del presupuesto total. Me parece que los medios texanos de comunicación merecen algo de crédito por el asunto, puesto que dejaron que los candidatos salieran adelante con campañas que ni siquiera se refirieron a este problema. Puesto que todos los republicanos han jurado que están dispuestos a comer gusanos y morir antes que elevar impuestos, verlos lidiar con este desastre será sumamente entretenido. Hasta que acaben cerrando las escuelas.
Otra razón para estar de buen ánimo sobre el cuadro general es que los demócratas se merecían la derrota. Una cosa es señalar que la economía es un batidillo, y otra no tener ningún plan útil que ofrecer. ƑCómo pudieron dejarse aplastar por los republicanos en materia de impuestos, teniendo toda la justicia y la equidad de su parte? Sólo era cuestión de decir: "Hasta el último centavo de reducción de impuestos permanecerá en el paquete, sólo que en vez de dar un recorte de 50 por ciento al uno por ciento más rico de los estadunidenses, vamos a aplicarlo en una reducción al impuesto sobre salarios, y así llegará al otro 99 por ciento de la gente". El impuesto al salario se detiene en la marca de 84 mil 900 dólares anuales: todo lo que se perciba por arriba de esa cifra queda exento, lo cual es un sistema patentemente ridículo. Si se reducen los impuestos al salario, llega más dinero a los bolsillos de las personas que salen a gastarlo, lo cual pone en marcha la economía, y no a las que simplemente lo envían a los paraísos fiscales del extranjero.
Además, cualquier partido tan atrofiado del cerebro que no pueda tomar como tema de campaña el caso de Enron y las sórdidas maniobras corporativas merece perder sus cargos electorales.
šQue comiencen los post-mortem! No es una queja, pero me parece que el principal factor en la ventaja de último minuto de los republicanos fue la cobertura televisiva. Durante los tres días finales, prácticamente el único tema político en la televisión fueron los discursos de Bush. Era como si estuvieran cubriendo una campaña presidencial con un solo candidato, y no una elección de medio periodo.
Una reacción al desastre electoral debe evitarse a toda costa: ese molesto lema de los radicales, "las cosas tienen que empeorar para que puedan mejorar". La única respuesta posible a semejante muestra de pensamiento especioso es: "jamás en vida de mis hijos". Es indudable que las cosas se pondrán peores: Paul Krugman reproduce el comentario de un funcionario menor de la fundación Heritage en referencia al estado de ánimo de los cabilderos corporativos: "optimismo rayano en el vértigo". Ya deben de tener a punto sus listas de regalos, y es Navidad para los intereses privados. El único recurso es combatirlos con vigor e inteligencia. Darles suficiente cuerda para que se ahorquen sólo significa que todos colgaremos junto con ellos. Hay que aguzar el ingenio y poner gente en las trincheras. No hay tiempo que perder en sentir lástima por nosotros mismos.
* Columnista nacionalmente sindicada, cuyo trabajo aparece en más de 300 periódicos, y autora de tres libros best-seller sobre la política actual en Estados Unidos.
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Traducción: Jorge Anaya