Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de noviembre de 2002
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Política

Gilberto López y Rivas

Conformación de la izquierda mexicana

La izquierda marxista ortodoxa se alejó de la formación del bloque histórico posrevolucionario, se tornó periférica y permitió el paso a las organizaciones y partidos populistas en la conformación del Estado nacional mexicano. El PRI logró corporativizar las luchas obreras y agrarias en organizaciones que al principio quedaron supeditadas al ejercicio hegemónico y, más tarde, al control clientelar de la burguesía nacional, lo que se mantuvo a lo largo de la segunda mitad del siglo xx. No fue sino hasta finales del siglo pasado que los pueblos indígenas (fundamento de la lucha agraria nacional) lograron integrarse al proceso de constitución democrática de la nación-pueblo. Sólo a partir del levantamiento zapatista fue posible que las izquierdas mexicanas reconceptualizaran y reconfiguraran su discurso y su praxis políticas, de tal suerte que la vieja y compleja cosmovisión indígena y agraria no sólo aportó elementos de discusión, sino que ha esbozado muchos de los problemas importantes en la agenda de la construcción de lo nacional-popular.

El nuevo zapatismo ha sido capaz de convocar y articular un movimiento social y político amplio que ha menguado parcialmente la hegemonía nacional capitalista. Por otro lado, las izquierdas institucionalizadas o partidistas no han podido evadir la discusión que el zapatismo ha planteado, aunque lamentablemente no han profundizado en la misma e, incluso, padecen de un autismo político no sólo en ese tema, sino en muchos otros de los grandes problemas nacionales.

En la consolidación de una nación mexicana democrática y popular, las diferentes izquierdas deben reconciliar sus puntos de vista y no excluir los veneros históricos y sociales que les han dado vida. Socialismo, juarismo, magonismo, zapatismo, cardenismo son algunas de las corrientes de pensamiento y praxis políticas que se han conjugado en la conformación de las actuales izquierdas nacionales. Para la constitución democrática de la nación-pueblo es necesario incorporar y volver protagónicos a las etnias y a todos aquellos grupos sociales históricamente marginados y excluidos.

Los sistemas electorales liberales han sido considerados por la propia teoría liberal como mecanismos mediante los cuales se pueden dirimir toda clase de conflictos económicos, sociales, políticos y culturales. En este sentido, la teoría marxista clásica afirma que las sociedades capitalistas tienen una formación dicotómica: por un lado, una realidad conflictiva y contradictoria, resultado de la explotación de clase, y por otro, una ilusoria equidad y armonía como consecuencia del aparato ideológico que pretende equiparar jurídica y culturalmente a todos los individuos.

Esta dicotomía no logra explicar los procesos históricos que han forjado los estados nacionales latinoamericanos y, por tanto, no logra dar cuenta de la formación democrática de naciones-pueblo. El caso de México es ilustrativo.

En nuestro país la contradicción clasista del sistema capitalista ha sido moldeada por muchas contradicciones que resultan de un devenir histórico particular. A pesar del genocidio y del brutal proceso de conquistas efectuado por los españoles a lo largo de tres siglos, muchos de los pueblos indios lograron sobrevivir. La dominación y la explotación colonial no pueden ser entendidas única y exclusivamente desde la perspectiva economicista que el marxismo clásico plantea. Elementos como racismo y sexismo juegan papeles muy importantes en la consolidación del Estado colonial novohispano. El sometimiento militar y político vino de la mano del religioso y el cultural; los valores occidentales se sobrepusieron a los principios y cosmovisión indígenas, pero nunca pudieron eliminarlos.

A lo largo de la vida independiente, las etnias no recibieron el reconocimiento pleno de sus derechos, por eso los conflictos que surgieron a partir de esta condición no han podido dirimirlos mediante políticas liberales ortodoxas.

Estos conflictos no han sido producto exclusivo de la contradicción económica capitalista. Otras contradicciones circunscritas a desarrollos históricos diferentes también han forjado sujetos que actualmente representan actores políticos en las múltiples izquierdas y han buscado resolver sus conflictos dentro y fuera del aparato liberal clásico. Tenemos el caso de las mujeres. Las sociedades patriarcales o machistas han ejercido un dominio de género masculino, cuyas expresiones de dominación económicas, políticas, sociales y culturales son tan condenables como aquellas que la burguesía aplica sobre el proletariado y, sin lugar a dudas, mucho más antiguas que las emanadas del sistema capitalista.

En este mismo sentido, los niños, los viejos, los gays y lesbianas o los inmigrantes indocumentados han llevado a cabo luchas que les permiten condiciones de vida menos vulnerables ante la barbarie neoliberal.

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