Javier Oliva Posadas
Conferencia de ministros de Defensa de las Américas
En una oportunidad anterior comentaba sobre los riesgos que implica para México la denuncia y posterior salida del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) en medio de un marcado sistema mundial unipolar. El proceso de negociación para un nuevo acuerdo de defensa hemisférica con Estados Unidos (que habrá de realizarse en nuestro país en 2003) será, por decir lo menos, escabroso. Es cierto, intervendrán en las discusiones los países de la región, fuerzas armadas con amplia y sólida base doctrinaria, entre los que destacan Brasil, Chile y Argentina. No obstante, los ajustes en la diplomacia y los equilibrios mundiales se verán modificados a partir de este fin de año y en adelante debido a la actividad militar que se intensificará en varios escenarios.
La conocida "ley del péndulo" permitía ubicarse a algunos países, entre ellos el nuestro, de acuerdo con la coyuntura. Anteriormente la razón estaba con Estados Unidos o con la URSS, dependía de los intereses. Pero ese cómodo escenario se terminó. En función de ello debe analizarse con detenimiento un cambio fundamental que -Ƒpor qué no?- marca una nueva etapa en la vida diplomática y militar de México.
Del 18 al 22 de noviembre se realizará en Santiago de Chile la quinta conferencia de Ministros de Defensa de las Américas a la cual México acude por primera vez como miembro activo con la representación del secretario de la Defensa Nacional, general Gerardo Vega García. Antes de analizar las implicaciones resulta útil una breve semblanza.
La conferencia es un encuentro hemisférico sobre temas de seguridad y defensa en el que se promueve el diálogo regional. La finalidad exclusiva es promover, sin ningún compromiso, el conocimiento recíproco y el intercambio de ideas a nivel ministerial en los dos campos referidos.
Laa conferencia se realiza cada dos años en distintas sedes. En sus cuatro ediciones anteriores, México participó como observador con delegaciones integradas por personal militar agregado a las embajadas de los países sede. Esta, insistimos, será la primera ocasión en que México asista como miembro activo (de acuerdo con los lineamientos de la conferencia, el anterior encuentro fue el último para los países asistentes en esa calidad). Se espera la participación de 34 ministros.
Siendo 1982 el primer año de su realización, cabe considerar los serios y profundos cambios que ha observado tanto la región como el mundo. En ese año en Sudamérica los regímenes presidencialistas con forma de gobierno democrático eran una excepción. Las dictaduras en Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, entre otros, provocaban la exigencia de líneas de trabajo afines para hacer frente al enemigo: el comunismo. Hoy son el narcotráfico y el terrorismo los principales desafíos para la formulación de políticas de seguridad y defensa nacionales.
Otro importante elemento a considerar es el aspecto geopolítico de México. La consideración de la caracterización que hace el Estado Mayor del ejército francés, a propósito de la frontera entre México y Estados Unidos, nos indica claramente que la distinción de raza, lengua, religión, cultura y desarrollo económico, al comenzar del río Bravo hacia el sur, ofrece a nuestro país oportunidades y riesgos. Ya no hay, si es que alguna vez las hubo, situaciones de beneficio.
Antes de prejuiciar, calificar o descalificar esta quinta conferencia se requiere un tratamiento que pondere la naturaleza del siglo XXI, la trayectoria de las fuerzas armadas de México y, sobre todo, la imagen que tienen con referencia a sus colegas del hemisferio.
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