ITACATE
Marco Buenrostro y Cristina Barros
Angeles, borregos y canastas
LAS FORMAS QUE dan los artesanos a los dulces vaciados y a los de alfeñique es muy amplia; el decorado varía de población a población; también depende de la mano del que los ''viste" con pasta de azúcar. Algunas de estas figuras tienen significado especial: las canastas llenas de flores representan abundancia y fertilidad; los conejos, a la Luna; las coronas y las roscas tienen que ver con el ciclo de vida, y los borregos y corazones son reminiscencia de la evangelización.
PRISCILIANA JIMENEZ, de Morelia, Michoacán, quien elabora estos dulces, relata cómo ha disminuido el número de personas que los trabajaban en esa ciudad. En 1968 había 40 familias que realizaban esta artesanía; en la actualidad sólo hacen estos dulces, y los de alfeñique, diversos integrantes de la familia Jiménez. Heredaron la tradición de sus bisabuelos; una de sus cuñadas recuerda haber visto en la casa, hace no mucho tiempo, algunos moldes del siglo XIX.
COMO ES COMUN en las casas de los artesanos, Prisciliana aprendió al ver y participar desde niña en el trabajo colectivo de hacer los dulces. Su madre continúa con la tradición del dulce vaciado; Prisciliana hace, sobre todo, alfeñique.
TODO ESTO LO narra, apenas interrumpiendo, cuando algún cliente se acerca; entonces viene el pregón: ''Pase, Ƒcomo qué le gusta?, Ƒuna calaverita?" Le brillan los ojos cuando dice: ''yo soy muy especial en mi trabajo, me gusta que los colores brillen, que rechinen". Y es que para ella el decorado es ''el toque de vida" de las piezas.
TAMBIEN RECUERDA cómo su padre elaboraba las rosquitas de Semana Santa, hilando el caramelo; lanzaba tramos sobre una mesa y ellos daban la forma a las rosquitas transparentes que, de diversos colores, salían por tandas. Su abuelo hacía cortejos de monjes con cabeza de garbanzo, que ponía sobre una cajita; con un mecanismo especial lograba que al mover dos pequeñas tablillas de tejamanil, el cortejo avanzara.
ANTES LA VENTA de estos dulces se realizaba en el mercado Independencia, pro al salir de ahí los vendedores ambulantes, los artesanos también tuvieron que emigrar. Venían a comprarles de las rancherías y se los llevaban por docenas; preferían unos pequeños, que todavía elabora la familia, con formas de animalitos: patos, guajolotes, gallinas; también angelitos y figuras humanas, como para la ofrenda de los chiquitos.
SEGURAMENTE ESTOS artesanos recibirán más apoyo del municipio de Morelia, pues esta tradición enaltece a la ciudad y es de gran atractivo para los lugareños y los turistas; los niños de las escuelas se alegran al ver estas atractivas figuras. La Casa de las Artesanías, en cuyos portales se albergan desde hace dos años, puede ser un centro de difusión para este trabajo que es ''de vuelta de año". La unidad regional de Culturas Populares podría, también, colaborar.
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