Rodrigo A. Medellín Erdmann
El TLCAN 2003, Ƒla batalla final?
Con la fase del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que comienza el primero de enero de 2003, en la que se eliminan los impuestos a la importación de productos agropecuarios de Estados Unidos y Canadá, llegará a su máxima intensidad la crisis más grave que haya enfrentado México en las últimas décadas. Si se piensa que sólo afecta a campesinos e indígenas, no se está captando su verdadera dimensión: el impacto será para toda la sociedad.
En 2003 se consumarán: 1) la quiebra masiva de la mayoría de productores rurales, tradicionales y modernos, 2) la pérdida de cientos de miles de empleos en el campo, 3) el incremento de carteras vencidas y quebranto de los mercados financieros rurales, 4) el agravamiento de la pobreza rural (y urbana), 5) la pérdida definitiva de la seguridad alimentaria, 6) la inminencia de hambrunas en diversas regiones, 7) la estampida migratoria del campo a las ciudades y a Estados Unidos, 8) el ulterior deterioro de las estructuras sociales en las comunidades rurales, 9) el consiguiente peligro de inestabilidad social e ingobernabilidad, entre otros.
A los regímenes neoliberales parece habérseles pasado la mano. Salvo enclaves muy limitados y coyunturales -aguacate, berenjena, ajo, brócoli, hortalizas de invierno, miel...-, todo el campo se ha deteriorado, no sólo el sector tradicional sino también el moderno. Ramas, cadenas productivas y regiones enteras están dañadas: maiceros y productores de frijol, cafetaleros, arroceros, cañeros, citricultores, productores de manzana, ganaderos, porcicultores, avicultores, piñeros, hasta la flor de cempasuchitl.
Es cierto que Fox no declaró la guerra -la declaró Salinas y la intensificó Zedillo-, pero el actual Presidente no la ha detenido. Incluso es posible que no haya tomado conciencia clara de su naturaleza e intensidad. Su actitud ha sido ambigua. Fluctúa entre la preocupación por la pobreza, las promesas de resolverla y el optimismo de que las cosas van bien. Ante expresiones de alarma, parece decir: ''no es para tanto; no hay que hacer amarillismo''.
Se ha ofrecido a resolver el problema impulsando el blindaje del sector agropecuario. ƑResulta una protección suficientemente adecuada? La administración plantea una serie de medidas en el ámbito legislativo y regulatorio, mejoras en procedimientos administrativos, en sanidad, inocuidad y calidad de importaciones; un conjunto de acciones para fortalecer el sector productivo en granos, oleaginosas y en ganado con insumos y financiamiento en términos competitivos; fomento al consumo de productos del país, seguridad de abasto interno con base en la producción nacional, y una política de desarrollo rural sustentable. Todo está muy bien planteado, si las circunstancias fueran normales, pero, a dos horas de que el impacto más fuerte del huracán de las apertura toque tierra, las acciones normales son totalmente insuficientes.
Sin embargo, la nueva fase del TLC tiene varios agravantes: 1) se trata de un huracán de máxima intensidad, 2) lleva tiempo acercándose, pero no va a golpear y pasar adelante; se va a quedar estacionado aquí permanentemente, 3) su amplitud abarca toda la geografía del país y prácticamente todas las ramas de la actividad agropecuaria, 4) las medidas que se están tomando tal vez puedan prevenir daños a construcciones sólidas. El blindaje anunciado no dará prácticamente ninguna protección al grueso de los campesinos e indígenas. El impacto será devastador y parece inevitable. La irrupción de esta etapa del TLC será la batalla final de la guerra virtual contra los hombres y mujeres del campo.
Diversos funcionarios de la administración han descartado la noción de renegociar el tratado: ''las otras partes son demasiado poderosas, y el resultado final podría ser aún más perjudicial para México'', sostienen.
Empero hay, dentro de las estipulaciones del tratado, las llamadas cláusulas de escape o salvaguardas: si alguna rama de la producción de algún país sufre un daño material, o la amenaza de un daño, o un retraso en su creación por razones de prácticas desleales de comercio internacional de otro país, se pueden establecer medidas de salvaguarda que regulen o restrinjan temporalmente las mercancías que están provocando el daño.
Con suficiente conciencia de la gravedad de la situación, y una buena capacidad técnica, habilidad negociadora y decisión política, es posible desviar el curso del huracán o retrasar al menos la llegada de su fase más destructiva.
Hace unos días el presidente Fox tuvo un gesto de gran valor al negarle al presidente Bush un voto sumiso de México en el Consejo de Seguridad de la ONU en el caso de Irak. Ahora se requiere un gesto de igual o mayor valor para enfrentar el huracán del TLC 2003, para evadir la batalla final y evitar grandes sufrimientos al pueblo mexicano.