Jaime Martínez Veloz
Amigo de Bush, no de México
Gracias al procónsul Castañeda y a la complacencia de Fox, el gobierno mexicano está cerca de transformarse en comparsa en la ONU. La política exterior mexicana continúa vulgarizándose y el canciller ha terminado de pervertirse. En su momento, los zenzontles del régimen le hicieron creer que un lugar en el Consejo de Seguridad colocaría a nuestro país al "nivel de las grandes superpotencias", cuento de hadas que la administración se tragó sin chistar.
Frente a la crisis iraquí y con el pretexto de impedir la proliferación de "armas de destrucción masiva" (sic), México está a punto de ser el patiño en una solución de fuerza que sólo acarreará más sufrimientos a ese pueblo mártir y, para mala fortuna, sin las condiciones para alinearse provechosamente con Estados Unidos, Fox empieza a cumplir penitencia.
Por lo pronto, con su soberbia característica el Wall Street Journal amenazó a México y ahora hasta nos acusa de actuar como "amigos del dictador iraquí". La visión del diario es que el gobierno foxista excede los límites permisibles de comportamiento. Y es que a las elites que representa ese diario les enerva que México haga el juego a Francia (sin saberlo), pues mientras dizque contiene el belicismo yanqui en realidad gana tiempo para negociar y hacer valer sus intereses petroleros en un Irak ocupado.
Una seudojustificación para atacar Irak radica en los crímenes de Saddam Hussein, calificados como agravios a la humanidad que deben impedirse y castigarse. Claro que los apologistas del "golpe preventivo" cínicamente se cuidan de revelarnos que las más aberrantes atrocidades las cometió cuando gozaba de todos los favores de Estados Unidos, que junto con el gobierno inglés lo pertrechó y proveyó de insumos, las ahora denominadas siniestras "armas de destrucción masiva", y que además se hicieron de la vista gorda cuando las utilizaba. Reagan, Bush padre y Thatcher solaparon los crímenes de la ahora "bestia negra". Resulta claro quiénes han sido los amigos de Hussein. México no, pero sí el clan Bush.
Tras la guerra del Golfo, el dictador iraquí masacró a kurdos y shiítas sublevados ante la impasibilidad de las tropas estadunidenses que impidieron a los rebeldes acceder al armamento capturado. A Estados Unidos le "preocupaba" la desaparición del iraquí sin una junta militar "adecuada" que lo remplazara. Mientras desviaba la vista, el dictador empleó "armas de destrucción masiva" contra su población.
Si rechazamos la fuerte connotación ideológica implícita en el vocablo "armas de destrucción masiva", entonces deberíamos concluir que el mejor ejemplo de éstas es el criminal bloqueo económico contra la población iraquí. El bloqueo, además de aberrante, habría demostrado su inutilidad al haber sido incapaz de impedir la provisión de los elementos para fabricar las armas que Estados Unidos asegura que posee Irak, a pesar del bloqueo. Pero, entonces, impedir la entrada de medicinas y material médico con todas sus implicaciones siniestras para la población, Ƒno es un arma de destrucción masiva? Porque si a Hussein se le acusa de emplear "armas de destrucción masiva", en esa categoría también se debería incluir al sicópata, ex jefe de la KGB, Vladimir Putin, quien no encontró mejor remedio para la crisis de rehenes que gasearlos junto con los chechenos secuestradores. Cínicamente la comunidad internacional se niega a ver las atrocidades rusas en Chechenia.
Aún se recuerda que Putin visitó hace años a su hijo, cuya madre reside en Estados Unidos. Deseaba convivir con el adolescente y guiarlo en su ritual de "iniciación". El plan incluía cacería en Texas y una travesía por el río Colorado, en Utah. Después de que ambos despedazaron a tiros a indefensos animales, sus acompañantes estadunidenses no olvidaron la brutalidad de Putin, quien viajaba con sacos repletos de dólares, armas y abundante vodka. "Un auténtico mafioso", afirmó el guía. Ya ebrio, el ahora líder ruso presumió: había matado con sus manos a más de 40 hombres. En plena travesía por los rápidos, ya aburrido, exigió que los evacuara un helicóptero, ya que prefería un ritual de "iniciación" más tradicional para su hijo. Los guías también lo recuerdan cotizando los servicios de conejitas en Las Vegas. "El precio no es problema", decía por su celular.
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