Distingue el Centro Internacional de Escultura a la artista residente en Cuernavaca
Premio mundial a Elizabeth Catlett; en México, olvido oficial
Expone 40 grabados y 11 obras escultóricas en un museo de Cleveland El galardón ha sido conferido a Louise Burgeois, Eduardo Chillida, Robert Rauschenberg y George Segal, entre otros
MERRY MAC MASTERS ENVIADA
Cuernavaca, Mor. Luchadora social, forjadora de una identidad propia y dueña de una deliberada obra figurativa, la escultora y grabadora estadunidense-mexicana Elizabeth Catlett (Washington, DC, 1915), sólo pudo expresar su ''gran sorpresa'' al saberse distinguida con el 2003 Lifetime Achievement in Contemporary Scultupre Award (Premio a su trayectoria en la escultura contemporánea 2003), que cada año entrega el Centro Internacional de Escultura, con sede en Nueva Jersey.
El galardón, conferido, entre otros, a Louise Bourgeois, Eduardo Chillida, Claes Oldenburg, Nam June Paik, Gió Pomodoro, Robert Rauschenberg y George Segal, le será entregado a la artista en una gala que se efectuará en Nueva York la próxima primavera, en fecha aún sin determinar.
Ni fama ni fortuna
Llegada a México en 1946, casada con el pintor y grabador Francisco Mora -fallecido a principios de año- y radicada desde 1976 en Cuernavaca, Catlett explica:
''Nunca pensé estar en compañía de personas como Louise Bourgeois o Rauschenberg. Los conozco, pero considerarme artista de esa magnitud, no lo pensé nunca". Y agrega: ''Jamás he buscado fortuna ni fama. Siempre he trabajado para llevar algo de arte al pueblo negro en Estados Unidos". Por eso, dice, su búsqueda consiste en que ''las personas negras me entiendan".
De joven, relata, impartía clases de historia del arte con muy poco material gráfico en una universidad de Nueva Orléans, cuando llegó una retrospectiva de Picasso, exposición que había visto en Chicago. Pero la muestra estaba en un museo ubicado en City Park, que no permitía la entrada a los negros. Entonces, Catlett ''arregló" con un maestro ''blanco" de otra universidad para llevar a los estudiantes un lunes cuando el museo estaba cerrado, y en camión, ''para que no pisáramos el terreno de City Park". Se sorprendió al darse cuenta de que sus alumnos nunca habían estado en el museo de arte: ''Pensé que debía tratar de abrir los museos para la población negra".
En la actualidad, Catlett goza de gran aceptación en su país natal. Exhibe 40 grabados y 11 esculturas hasta el próximo 5 de enero en el Museo Cleveland de Arte. Está por inaugurarse la primera obra pública de Catlett en Nueva York, justo sobre el río Hudson. Se trata de una escultura a la memoria de Ralph Ellison (1914-1994), autor de la novela El hombre invisible: una figura caminante recortada de un monolito de bronce de 10 por 15 pies, por medio del cual ''se ven el río y los árboles".
Catlett trabaja ahora en un trío de esculturas para un viejo almacén que se reconstruye en Washington, DC, el cual recibirá el nombre de Mary Church Terrell (1863-1954), maestra y activista que fue discriminada al querer comer allí, acción que rechazó e incluso llevó a la Corte Suprema de Justicia. La temática de los tres bronces es la mujer que da vida, que da educación y que rechaza la discriminación. Entre 1975 y 1976 realizó una estatua de Louis Amstrong para el parque que lleva el nombre del músico en Nueva Orléans, así como de 1990 a 1991 el relieve La gente de Atlanta, para la alcaldía de la capital de Georgia.
También tiene obra pública en México: Bañista olmeca (1966), en el Instituto Politécnico Nacional, y el bronce Jaime Torres Bodet y José Vasconcelos (1981), en la Secretaría de Educación Pública. No obstante, hace mucho que no exhibe aquí. ƑA qué se debe? ''No me han invitado", dice. En 1998 el Museo Neuberger de Arte, de Purchase, Nueva York, le organizó una retrospectiva por su medio siglo de escultora, que después se presentó en Houston, Baltimore y Atlanta.
Catlett quería que fuera al Museo de Arte Moderno (MAM), de la ciudad de México, porque toda la obra la había hecho aquí. Se lo propuso a la entonces directora del museo, Teresa del Conde, quien en primera instancia aceptó: ''Hasta me enseñó la sala donde iba a tenerla", dice la entrevistada. Por esa razón, en el catálogo general aparecen las fechas de la muestra en el MAM, de mayo a agosto de 1999. Luego, Del Conde ''me mandó un fax diciendo que siempre no. Dijo que no tenían dinero, pero no le iba a costar al museo. Habíamos arreglado todo desde un año antes, fue un shock para nosotros. Entonces, nos fuimos a Los Angeles".
Otra vez Catlett preparaba una muestra para el Museo del Palacio de Bellas Artes, también tenía la fecha cuando ''ocuparon todo el edificio con una de Diego Rivera. Creo que poco después de que murió".
Miembro del Taller de Gráfica Popular
-ƑTiene alguna relación con las autoridades culturales de México?
-Después de dos experiencias feas no me ha interesado, es la mera verdad.
Sin embargo, México significa todo para Catlett en lo personal y en lo profesional. Al grado de afirmar que de no haber vivido aquí, ''no hubiera producido el arte que he hecho". A mediados de 1940 pidió la beca Julius Rosenwald para hacer una exposición de pintura, grabado y escultura sobre la mujer negra en Estados Unidos, y exhibirla por los estados del sur, donde las personas tenían menos oportunidad de disfrutar del arte. Para esto daba clases en una escuela alternativa en Harlem. Cuando solicitó renovación de la beca, se le dijo que si se quedaba en Nueva York eso sería imposible. Fue cuando decidió venir a México.
-ƑCómo supo del Taller de Gráfica Popular (TGP)?
-Pertenecía a una organización de artistas. Fueron a Nueva York algunos miembros del taller (Ignacio Aguirre, Luis Arenal y José Chávez Morado), de quienes obtuve la dirección de la mamá de Arenal, en la calle de París 7. Le escribí y pregunté si podía llegar allí. (Catlett perteneció al TGP de 1946 a 1966. Le impresionó que ''un grupo de artistas podía trabajar junto, en vez de competir entre sí".)
-ƑCómo influyó México en su obra?
-En Estados Unidos había enseñado en universidades donde había gran vida social. Importaba el tipo de casa, quién tenía el coche más grande, la ropa. En Nueva York uno tenía que comprarse un nuevo abrigo de piel cada dos o tres años. Sigue igual. Era una vida muy lujosa. Vine a México con 2 mil dólares, que era mucho dinero para acá. Al casarnos Pancho y yo alquilamos un departamento en 100 pesos. Luego nos cambiamos a uno que dejó Alfredo Zalce, que costaba 70 pesos al mes y era mucho más grande.
''Llegué a México e iba todos los días al taller y a La Esmeralda, donde trabajé con Francisco Zúñiga y José L. Ruiz.''
Elizabeth Catlett, además, fue la primera mujer que impartió clases de escultura en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM.