Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 14 de octubre de 2002
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Espectáculos

TUMBANDO CAÑA

Ernesto Márquez

Acerca del son

CASI NADIE ES ajeno a que el vocablo son abarca un concepto genérico, que en Cuba, México, Centro y Sudamérica sirve para designar una muy nutrida gama de bailes populares. Pero hay quienes piensan que el son es como el olé, que más que una expresión es una emoción indescriptible.

AHORA QUE EN el puerto jarocho está por llevarse a cabo el Festival del Son Veracruz 2002 es conveniente hacer una revisión de lo que es y significa esta expresión en el terreno de lo musical.

EN EL CASO DE Cuba, que muchos consideran "cuna" del son, este término ha tenido variadas acepciones a través del tiempo. Así, durante el siglo XIX en Santiago de Cuba se conocía por son a la danza, la contradanza y a toda una serie ilimitada de géneros musicales ejecutados con rudimentarios instrumentos por los negros, ya fueran esclavos libres o libertos.

DURANTE EL SIGLO pasado en La Habana con el vocablo son se designaba -además del género- a pequeñas agrupaciones orquestales integradas por cinco, seis o más músicos que ejecutaban danzones, sones o cualquier género bailable y en algunas provincias del centro, por esa misma época -1920 más o menos-, el concepto son equivalía también a fiesta.

EN NUESTRO PAIS, la palabra son, aplicada a la música, parece haber sido usada por primera vez oficialmente al prohibirse un baile y coplas en 1766. Las prohibiciones se sucedieron sobre las letras de los sones, que eran "música de negros". Las letras de aquellas coplas por diversos motivos y razones fueron juzgadas como deshonestas, y no se diga los bailes, en los que "los movimientos eran del diablo".

EL SON, PARA el mundo oficial de entonces, era algo luciferino. Los autores de los versos no perdían ocasión de decirles sus verdades a los religiosos que iban por mal camino. Esto, en vez de agradecerlo, la iglesia oficial lo condenaba e irritaba a la Santa Inquisición, que verdaderamente se esforzaba en impedir que esta música se propagase entre la población católica, que era mayoría.

EN 1799 LA Santa Inquisición recogió una letra que aludía a ciertos religiosos: "Quien familia no tuviere/ que no se elija/ para padre y prelado/ de esta familia/ Ni Dios permita/ que tal cargo se dé/ a éste en sus días./ Tampoco que se elija/ de su parcialidad/ porque sea el que fuere,/ sin duda sala "hazar"/ Y es mala traza/ de las llamas huyendo/ caer en las brasas".

COMO PUEDE ADVERTIRSE, las letras de estos sones eran críticas y a veces bastante arteras, señalando el doblez de los malos religiosos, como aquella que fue recogida también por la Inquisión y que más adelante fue conocida como El son del chuchumbé: "En la esquina está parado/ un fraile de la Merced, / con los hábitos alzados/ enseñando el chuchumbé/ Que te pongas bien,/ que te pongas mal,/ el chuchumbé/ te he de soplar".

PERO NO TODO en las letras de los sones eran críticas. El son, por sobre todo, era canción y se remonta al Cancionero Vergel de Ares, que data de 1551, e igualmente al cancionero Danza de galanes, que recopilara Diego Vera y que fuera impreso en 1625, así como el cancionero Castellano del siglo XV.

SI PONEMOS ATENCION a las letras de aquellos sones encontraremos una carga de lirismos que nos remitirán a los años trovadorescos de las antillas y de los pueblos de la costa del golfo de México. "Esta noche soñé un sueño/ que al amor se parecía,/ que abrazaba con mis brazos/ la cosa que más quería/". O esta otra: "Volar y verte quisiera/ como vuela el pensamiento/ pues querer y no poder/ es mi mayor sentimiento/".

PORQUE SI EL son a la hora del baile echaba a volar las mariposas de lo erótico, en la letra afinaba la palabra y le ponía hondura a las ideas, así como a los deseos y a las observaciones de cada día.

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