Putin deja abiertas las puertas a negociación con Bush
El Kremlin, aún sin definir su postura ante Washington y Bagdad
JUAN PABLO DUCH CORRESPONSAL
Moscu, 13 de octubre. A escasos días de que comience en el Consejo de Seguridad de la ONU el debate público sobre Irak, el Kremlin parece asumir que si exige demasiado a cambio de su apoyo a la línea dura que tratan de imponer Estados Unidos y Gran Bretaña, Rusia puede perderlo todo.
La búsqueda de ese equilibrio presupone que al margen de declaraciones efectistas pero finalmente poco efectivas, Rusia no está en condiciones de detener la maquinaria bélica de Estados Unidos. Sobre todo, después de que el Congreso estadunidense dio luz verde al presidente George W. Bush para derrocar a Saddam Hussein, con o sin el consentimiento de la ONU.
La noticia del espaldarazo del Congreso a Bush coincidió con la reciente visita del primer ministro británico, Tony Blair, en misión de recadero y determinó el comportamiento de su anfitrión, el presidente Vladimir Putin, quien se esforzó por hablar mucho sin decir nada que comprometa a Rusia con una posición definida.
Más bien, Putin dejó abiertas todas las puertas a la negociación con un doble mensaje implícito: si algo tiene que negociar -y se presume que mucho- es sólo con Bush, y el Kremlin fijará su postura final dependiendo de los resultados que arroje ese estira y afloja (más afloja que estira, en el caso de una mermada Rusia).
Por el momento, a juzgar por las respuestas de Putin en la conferencia de prensa con Blair, cada quien puede presentar la actitud de Rusia hacia Irak como mejor corresponda a su personal gusto.
La breve comparecencia de Putin ante los medios estuvo saturada de afirmaciones categóricas y reflexiones que apuntan lo contrario, sin faltar planteamientos que, sacados de contexto, pueden interpretarse como alineación o distanciamiento respecto de lo que mantiene Washington.
Para muestra, y sólo porque confirman la impresión de que Rusia persiste en la idea de ponerle precio a no entorpecer los planes estadunidenses para derribar a Hussein, estos tres botones:
Resolución del Consejo de Seguridad: dice Putin que formalmente, desde un punto de vista legal, no es necesario aprobar ninguna resolución adicional del Consejo de Seguridad, ya que Bagdad aceptó recibir sin condiciones a los inspectores de armas de la ONU.
A renglón seguido, sostiene que se debe tomar en cuenta la experiencia negativa del anterior trabajo de los inspectores en Irak y asegurar que su labor sea efectiva. Para ello, no excluye que se tengan que adoptar algunas medidas conjuntas en forma de una nueva resolución del Consejo de Seguridad.
Armas de destrucción masiva: sostiene que Rusia carece de datos "precisos" que demuestren que Irak posee armas nucleares o de otro tipo de destrucción masiva y asegura que tampoco ha recibido de sus aliados pruebas "convincentes" en ese sentido.
Pero el mandatario ruso añade: "Tememos que haya ese tipo de armamento en territorio de Irak y, por eso, queremos mandar a los inspectores de la ONU. Deben ir lo antes posible".
Intereses económicos: Putin también reconoce que Rusia tiene fuertes intereses económicos en Irak y, de inmediato, subraya que hay "cosas de carácter político", que pertenecen al ámbito de la seguridad internacional, como la no proliferación de las armas de destrucción masiva, que están por encima de cualquier consideración económica.
Y remata: "Rusia siempre ha sido consecuente con los esfuerzos para impedir la proliferación de las armas de destrucción masiva. Así lo haremos también ahora. Esto de ninguna manera quiere decir que vamos a afectar nuestros intereses pragmáticos, económicos".
Con este tipo de malabares verbales, Rusia se dispone a ajustar su posición definitiva respecto de Irak sin que nadie se atreva a decir que fue forzada a dar un viraje drástico: con antelación suficiente extendió al máximo su gama de opciones y sólo le falta terminar de negociar con Estados Unidos.