Javier Oliva Posada
Estrategia de seguridad nacional
Ese es el título del documento que presentó el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, el pasado 17 de septiembre, como la guía y sustento de las futuras acciones para conservar la supremacía de su país en el orbe. Analistas estadunidenses y europeos han expresado su preocupación tanto por la estabilidad de varias regiones en el mundo como por la visión de futuro que de ese documento se desprende.
Probablemente el cambio más importante que se da en los principios de la seguridad nacional de Estados Unidos es la justificación para los denominados "ataques preventivos". Estos se caracterizan por descargar sobre un país determinado una serie de acciones militares, consistentes en la destrucción de sus recursos tecnológicos y científicos que sean capaces de desafiar la hegemonía o poner en riesgo la estabilidad e intereses de esa nación en alguna parte del mundo.
No deben extrañar las presiones o francos desafíos a la Organización de Naciones Unidas para que actúe en sincronía o incluso siguiendo las interpretaciones de los datos recabados por los sofisticados sistemas de inteligencia estadunidenses. Los poderes regionales de India, China, Rusia, Unión Europea y Japón, en todo caso, pueden incorporarse en la lógica de la defensa de sus intereses comerciales. En efecto, centímetros atrás de la aplanadora militar va la caravana de inversiones.
México, como una de las dos fronteras de Estados Unidos, pero también como una frontera al sur de los aspectos cultural, racial, religioso y económico, deberá plantearse una estrategia cuyo eje podría enfocarse hacia la reconsideración de los valores nacionales; es decir, que en tanto persistan las confusiones sobre lo que son los intereses de la nación, las visiones de coyuntura seguirán afectando la consistencia de las instituciones y la viabilidad del acuerdo político y social. El siglo XIX y buena parte del XX los mexicanos estuvieron caracterizados por la circunstancia. Ahora, en el XXI, ya debemos saber qué nos toca hacer.
Cuando la lectura del entorno político queda reducida a buenos y malos, a amigos y enemigos, se deja de lado la posibilidad de la reflexión. Al imperar los prejuicios y las condiciones, aun antes de iniciar cualquier negociación, Estados Unidos exige la adopción de una postura que pretende no aceptar matices. En un inusitado y fuerte discurso (19 de septiembre), el ex vicepresidente Albert Gore dejó claro que mientras su nación persista en actitudes imperiales, el reciclamiento del rechazo y reforzamiento del sentimiento de revancha de países, culturas, religiones y organizaciones serán aspectos que marcarán el siglo XXI para su país.
El pasado primero de junio, en la Academia Militar de West Point, Bush declaró superadas las tesis de la contención de la guerra y la disuasión; a partir de ahí se comenzó a configurar la visión que tiene sobre la aplicación de la fuerza, la garantía principal para eliminar o prevenir desafíos al poder estadunidense. Desde su perspectiva, hay que atacar antes de que otra cosa suceda. Por eso la posibilidad de enfrentar en cualquier parte del mundo potenciales peligros o desafíos se vuelve un asunto completamente coyuntural, pues los aliados de hoy pueden ser los rivales de mañana.
Hemos entrado a una nueva etapa en la doctrina de la seguridad nacional. Las revisiones a los métodos e interpretaciones han comenzado en las sedes de los poderes regionales. Para México, el diseño de un método de seguridad nacional debe comenzar por la precisión de lo que son los intereses de la nación. ƑYa sabemos cuáles son?
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