A 34 AÑOS DE TLATELOLCO
Hemos vivido persecución y desempleo, expresan a La Jornada
La represión no terminó el 2 de octubre, dicen ex líderes
Para la ''generación golpeada'', el daño sigue, la herida también
ENRIQUE MENDEZ
Durante 34 años, los hombres y las mujeres que participaron en el movimiento estudiantil de 1968 han exigido justicia y castigo para quienes encabezaron la represión de Estado en su contra. Hoy, además, debe reconocerse que esa ''generación golpeada'' no sólo fue perseguida entonces, sino que la agresión llega hasta ahora, plantean cinco ex representantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH).
En una conversación con este diario, Myrthokleia González, entonces de la Escuela Técnica Industrial Wilfrido Massieu, del Poli; de la UNAM, Salvador Ruiz Villegas, de Ingeniería; Marcia Gutiérrez, de Odontología; Adriana Corona, de la Preparatoria 6 nocturna, y Francisco Martínez Marcué, del Colegio Nocturno José Vasconcelos, señalan que la represión gubernamental no acabó el 2 de octubre de 1968.
Por el contrario, se mantuvo, dice Adriana Corona. Muchos se quedaron sin trabajo, otros congelados en sus empleos, unos más siguieron siendo perseguidos, inscritos en una lista negra, y hubo también quienes de plano no regresaron a sus escuelas.
''Lo que queríamos era vivir'', cuenta Marcia Gutiérrez, quien hoy leerá el comunicado en Tlatelolco para recordar la matanza de la Plaza de las Tres Culturas. ''Yo no quería ni titularme. Mi familia me obligó'', expresa.
''El daño sigue, la herida también'', afirma Myrthokleia González, a quien esa tarde del 2 de octubre de 1968 se le designó como presentadora de los oradores del mitin en el edificio Chihuahua, de Tlatelolco.
En la conversación recuerda que ella y Marcia Gutiérrez empataron en la votación para elegir maestra de ceremonias. El voto decisivo a favor de Myrtho -como la conocían entonces- fue el de Eduardo Valle, El Búho.
Marcia Gutiérrez, Adriana Corona y Martínez Marcué no debían, por decisión de asamblea, asistir al mitin de Tlatelolco. Se tenían noticias en el CNH de que se preparaba una represión y lo mejor era no reunir a todos los líderes en un mismo acto.
Martínez Marcué rememora: ''Acordamos comer con José Revueltas. Asistieron Luis González de Alba -que sí fue al mitin y lo detuvieron-, Roberto Escudero, de Filosofía, y Carlos Sevilla. La comida fue en la casa de la mamá de Carlos, en la colonia Vértiz Narvarte. A mí se me hizo tarde, me quedé dormido por el cansancio de tantas desveladas y cuando íbamos a Tlatelolco ya no pudimos llegar; eso nos salvó''.
Marcia Gutiérrez, catedrática en la UAM, y Adriana Corona, que hoy participa en un programa de género en la SEP, decidieron ir de todos modos a la Plaza de las Tres Culturas. ''Nos salvamos porque corrimos y corrimos. Escuchábamos los balazos detrás y nos escondieron los padres de unos compañeros, allá por la Guerrero, hasta la madrugada del 3'', comenta Corona.
A Salvador Ruiz Villegas y a Myrthokleia sí los aprehendieron. El (Salvador) no debería haber caído, anota Marcia, pero regresó por sus cosas a su casa.
''šPor pendejo! Pero no fue por eso. Era el cumpleaños de mi mamá y me regresé. Ya me ha-bían dado la opción de escapar en una avioneta alquilada a Poza Rica'', explica Ruiz Villegas.
Como a muchos otros, a él también le fabricaron los delitos de rebelión y sedición para poder consignarlo y enjuiciarlo. Es uno de los más fuertes defensores de que se revisen los procesos de los estudiantes detenidos en esa época, para que se les declare públicamente inocentes, no sólo amnistiados.
Para él todavía es difícil, imposible, conseguir un empleo. La última vez que lo intentó la Dirección General de Operación Urbana del estado de México le negó una plaza con el argumento de que tiene antecedentes penales. Ha enviado cartas al presidente Fox, a las comisiones de Derechos Humanos nacional y del Distrito Federal, al jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, y nadie le ha ofrecido respuesta a su demanda de que le sean retirados los antecedentes penales.
La CNDH le dijo que no tenía competencia, porque es un asunto local, y la capitalina le respondió que ''no hay evidencia de que contra usted se hubiera dictado sentencia condenatoria'', cuando fue sentenciado a 28 años de cárcel por el juez Eduardo Ferrer McGregor.
La última respuesta fue la de la Coordinación de Atención Ciudadana de la Presidencia de la República, que el primero de agosto pasado le informó que Fox determinó enviar su petición al gobierno de la ciudad.
La creí muerta...
Myrthokleia González, quien hoy irá al frente de la marcha a Tlatelolco portando una bandera de México, también estuvo congelada durante 30 años en su plaza como profesora del Instituto Politécnico Nacional. En ese lapso le dieron horario y materias, pero no le asignaron grupo. ''A mí siempre me dijeron que tenía un expediente muy negro y yo les dije: a ver, enséñenmelo a ver qué tan negro está. Pero nunca quisieron.''
La noche del 2 de octubre de 1968 Myrthokleia estaba en el piso tres del edificio Chihuahua, y ahí recibió un balazo en la mano izquierda. Cuando la detuvieron los agentes escuchó que uno de ellos comentaba: ''A ella la quieren viva''.
Y recuerda: ''Me preguntaron por Sócrates (Campos Lemus, del Poli). Yo les dije que no lo conocía, que no podía ver y les pedí que no me dejaran sola. Me cargaron al departamento de abajo, donde llevaron a todos los del tercer piso. Ahí les robaron todo y los golpearon. A mí me pusieron en un rincón apartada de la bola y más tarde, en una ambulancia, me llevaron ya con orden de aprehensión a la Cruz Roja de Ejército Nacional. Unos médicos me dijeron que iban a sacarme a los jardines para poder escapar, pero después me amarraron a una cama como santo Cristo, de las piernas y los brazos''.
Después la transfirieron a las oficinas de la PGR, en Tres Guerras; al día siguiente, a la Federal de Seguridad, donde le mostraron fotografías de los líderes del movimiento, y posteriormente a los separos en Tlaxcoaque. De ahí la trasladaron al hospital de traumatología de Balbuena, de donde la ayudó a escapar una enfermera.
Recientemente fue al Archivo General de la Nación para investigar la información que el gobierno recabó sobre ella. Ahí no sólo encontró los reportes sobre su detención, también están los originales de su pasaporte y visa para ingresar a Cuba, así como de una cuenta en el Banco de Comercio.
Se había preparado por si tenía que salir del país, pero terminó en Guadalajara; 25 años después, Myrtho volvió a ver a Marcia, en una entrevista de televisión. ''Yo la creí muerta'', dice esta última.