Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 29 de septiembre de 2002
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Política
Antonio Gershenson

Pemexgate: ¿hacia dónde?

La situación es compleja. Por un lado, lo que hubiera sido un emplazamiento a huelga por revisión salarial, se cruza con una acusación penal y con un procedimiento de desafuero en la Cámara de Diputados. La sola posibilidad de que la huelga estalle trae a flote una serie de cuestiones que, en revisiones salariales pasadas o en otro lado, no se habían considerado seriamente. ¿Quiénes, de los trabajadores, votan a favor o en contra de la huelga?

Esas preguntas conducían a otras. ¿Se atreverán los líderes del sindicato petrolero a decretar la huelga? Y, si eso sucede, ¿osará el gobierno federal utilizar la fuerza pública? Y es que no está planteada, en la práctica, una huelga en la que los trabajadores suspenden las labores y ya. Está de por medio la ocupación de los centros de trabajo, o por lo menos de algunos puntos estratégicos.

Vimos ya esto en el Metro de la ciudad de México. Se suspendió la actividad de una línea a partir del hecho de que un grupo organizado ocupó lugares estratégicos. Cuando se amenazó con un segundo paro, la autoridad citadina tomó medidas para prevenir que eso no sucediera, y los líderes en cuestión tuvieron que dejar sin efecto sus amenazas y entrar a negociar ya sin ese elemento de por medio.

Regresando al asunto de Pemex, en estos días se ha notado una presencia militar no usual. En algunos casos, como la refinería de Salina Cruz, la presencia militar es abierta. En esta ciudad, por ejemplo, ha sido una presencia más discreta, pero no por eso menos real. Es claro que los preparativos existen, está por verse si se concretarán en algún tipo de acción.

Por lo pronto, estamos en un periodo de negociación en el que las partes tratan de mostrar fuerza. La negociación también es compleja, dado que el problema tiene planos muy diferentes entre sí. El porcentaje de aumento de salario es un asunto a definir que es real, no es sólo un pretexto, sino que los trabajadores lo necesitan. No menos real es el aspecto penal, que no es sino una cara de lo que se ha llamado Pemexgate: volúmenes importantes de dinero de la paraestatal, transferidos a la dirección sindical y que estarían finalmente destinados a apoyar la etapa terminal de la campaña del candidato presidencial del PRI, aunque al parecer una buena parte se fue quedando "por el camino".

Un cuadro tan complejo no admite ningún esquema de "buenos y malos". Sí al aumento salarial, pero no a la impunidad que impediría que, en un juicio imparcial, se determinen los posibles delitos y se aplique la ley. Y, en el plano de fondo, el fortalecimiento que requiere Pemex, que implica que tenga autonomía de gestión y que pueda usar en inversión propia una parte de sus ingresos, también incluye necesariamente una permanente y enérgica lucha contra la corrupción.

Además, estos sucesos no deben relegar a un segundo plano la solución a las cuestiones medulares de las industrias de la energía. Estas deben salir adelante, con inversión propia y autonomía de gestión, y contribuir, como ya lo han hecho en otros momentos, al desarrollo nacional. 

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