Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 25 de septiembre de 2002
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Economía

Alejandro Nadal

Peor que un huracán

ƑQué cosa es peor que un huracán? El desastre lento provocado por la parálisis gubernamental frente a la crisis económica.

La analogía parece una mala broma. Lo cierto es que el huracán provoca pérdidas humanas y daños materiales durante días, y la recuperación tarda semanas. Pero la parálisis del gobierno del presidente Fox seguirá produciendo damnificados durante otros cuatro años, y no sólo a escala regional, sino en cobertura nacional. Si al recuento de víctimas y daños materiales nos vamos, el costo de la inacción gubernamental en materia económica es mucho más elevado.

A pesar de que el escenario económico se complica, el gobierno no tiene ni siquiera algo que se parezca a un plan de contingencia. Ya es evidente que ni siquiera la modesta meta de crecimiento del PIB para este año (1.7 por ciento) se va a cumplir, y hasta es posible que se vuelva a tener un crecimiento cero.

Tampoco se alcanzará la meta de inflación originalmente fijada en 4.5 por ciento. El aumento del corto anunciado anteayer por el Banco de México constituye un endurecimiento de la política monetaria para abatir las presiones inflacionarias, según el comunicado oficial. Pareciera que el banco restringe la oferta monetaria para reducir el impacto inflacionario de los aumentos (con propósitos recaudatorios) de tarifas eléctricas impuestas por la Secretaría de Hacienda. En realidad, esa medida está más dirigida a contener la volatilidad en el tipo de cambio.

Como las presiones sobre el peso vienen de todas partes (incluyendo el efecto de contagio de la crisis Argentina y las expectativas electorales en Brasil), al Banco de México sólo le queda intensificar su postura monetaria restrictiva, aumentando el corto a 400 millones de pesos. Se busca quitar presión sobre el tipo de cambio, jugando con la cobertura paridad y tasa de interés. El efecto sobre la tasa líder (Cetes a 28 días) no se hizo esperar, alejando aún más cualquier perspectiva de crecimiento. Así se demuestran los límites de la política monetaria en el modelo neoliberal de economía abierta. Lo único que puede hacer el régimen es manipular la tasa de interés a corto plazo.

El gobierno anunciará que en materia fiscal el déficit público se va a mantener en el rango previsto. El precio del petróleo será nuevamente la salvación a corto plazo, pero los requerimientos financieros del sector público seguirán gravitando de manera alarmante sobre las finanzas públicas. Y si se cumple el déficit previsto en cuenta corriente (3.4 por ciento del PIB), es por la recesión.

En síntesis, el sexenio se ve amenazado por el espectro del estancamiento económico. Las contradicciones inherentes al modelo neoliberal, intrínsecamente especulativo en su forma de operar, impiden avanzar. Su racionalidad no tiene nada que ver con los "fundamentales", ese anglicismo acuñado para hablar del déficit fiscal y el de la cuenta corriente, la paridad del poder de compra y la cobertura del tipo de cambio y la tasa de interés. En realidad, en el modelo neoliberal la dinámica de la variable más importante, el flujo de capital, depende de la especulación a futuro, pura y llanamente.

El repunte de la economía estadunidense no se ha producido y el signo recesivo es la marca de sus principales indicadores. Pero como a ningún negociador del TLCAN se le ocurrió que sería bueno guardar opciones abiertas en caso de ser falsa la idea de que los ciclos de las economías capitalistas ya estaban controlados, México se ató de manos. Y como el gobierno de Fox no buscó nunca el cambio en la estrategia económica (al contrario), lo único que puede hacer ahora es repetir sin cesar que en la globalización no hay alternativas. El gobierno está viendo el mediocre desempeño del modelo neoliberal, sin fuentes de dinamismo externas ni internas. Pero el modelo no debe cambiar. México debe prepararse para un segundo año consecutivo de recesión.

Otro año sin crecimiento y sin empleo. Otro año en que lo único que crece es el rezago en materia de educación, salud, vivienda, desarrollo regional e infraestructura. Otro año de mayor deterioro en el medio ambiente. Y luego vendrán los años de estancamiento. Adiós al sexenio del cambio.

Sin proyecto de desarrollo, el país queda sin programa y sin rumbo. La economía mexicana queda relegada a su papel de máquina para generar ganancias de corto plazo y para unos pocos. Mientras tanto, el presidente puede ir a ver a los damnificados en Yucatán, necesitan más que su saludo y su súplica de que deben tener paciencia.

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