Marco Rascón
Disyuntivas de la vialidad periférica
De ganar el sí en el plebiscito, el segundo piso
estaría ante dos alternativas opuestas: coches o hidroponia.
La irracionalidad de la primera opción daría
oportunidad a la hidroponia y que tuviéramos grandes jardines colgantes,
parcelas de cultivos, hortalizas y pastizales, en lo que sería un
audaz proceso de ruralización de la vida urbana. Es decir, pasar
de la peor a la mejor perspectiva, de la tragedia a la calidad urbana.
Si a eso agregamos la restitución del lago de Texcoco,
la reforestación del actual aeropuerto y un gran malecón
en el oriente, estaríamos pensando en el futuro de la ciudad y la
grandeza invocada desde su fundación. Sería sembrar tierra
y agua, contra lo que ha sido pavimento y cemento, buenos elementos, contra
malos materiales, obras humanas contra negocios coyunturales.
La derecha perredista tomó con firmeza el sí
al segundo piso, mientras el jefe de Gobierno, promotor de la ocurrencia
de Serur, se escapaba como Houdini del tema, pues hoy sabe perfectamente
que ganando pierde ante lo absurdo de la obra, y si pierde el costo lo
llevará no él, sino su partido, al que desprecia y usa.
El PRD, al tomar la decisión de salir en campaña
por el sí, no sólo olvidó su historia y descarriló
el programa histórico por la humanización de la vida urbana,
sino que confundió su papel en este caso como organismo de servicio
público. ¿No hubiese sido mejor aportación que el
PRD tomara como posición informar a la ciudadanía de las
implicaciones de las dos opciones? ¿No era más importante
que el PRD ayudara convocando a la información exhaustiva y la generación
de ideas actuales para el futuro de la ciudad? ¿Cuál es la
causa de tanta torpeza y sectarismo, que por un lado pretende suplantar
la representatividad ciudadana y por otro hace suya una obra que va contra
sus principios, mientras el jefe de Gobierno toma astuta distancia de una
obra sin futuro ni nacionalidad?
Tanto gobierno como partido en el Distrito Federal están
en un callejón sin salida, pues para ganar deberán movilizar
y desgastar su base de apoyo construida mediante la política clientelar,
llevando a la tercera edad, madres solteras y becarios a votar por una
obra que no les beneficia y sólo significa una efímera alianza
del jefe de Gobierno con grupos poderosos del capital inmobiliario y la
industria de la construcción y el cemento.
Si el voto por el sí al segundo piso viene de Iztapalapa,
Gustavo A. Madero, Xochimilco o las demarcaciones no involucradas, el PRD
se estará inaugurando en la misma política de Carlos Salinas,
de utilizar el Pronasol y la extrema pobreza para apoyar la política
de privatizaciones mediante el reparto de migajas.
La campaña del PRD atenta fundamentalmente contra
el mismo partido, pues consolida una tendencia, de falta de independencia,
de utilización de la estructura partidista para un objetivo antipopular.
El PRD sigue el camino del priísmo.
Triunfar contra el no con base en el maniqueísmo
de señalar como de derecha a quienes se oponen a esta obra tendrá
un costo irreversible, pues con ello el sol azteca consume sus reservas
éticas en pos de abrirle espacio al transporte individual y la trasnacional
industria automotriz. Por otra parte, vulgariza un instrumento como el
plebiscito que, reglamentado o no, utilizado y organizado por los ciudadanos,
abrió la puerta hacia el gobierno propio en el Distrito Federal
y ahora es usado como truco de escapismo del jefe de Gobierno.
El uso de la forma plebiscitaria para legitimar el desastre
significa tapar un hoyo abriendo otro, muy profundo y que afecta la credibilidad
en las formas democráticas. Es sacrificar un instrumento democrático
por un fin personal.
Los gastos de campaña del PRD, superiores a los
del instituto local electoral, constituyen la otra aberración.
En esa campaña el PRD se ha lanzado con espots
de pésima calidad, usando imágenes de embotellamientos que
han tenido cientos de causas, incluyendo la intensa movilización
ciudadana de la que el PRD y muchas organizaciones sociales fueron protagonistas
y señaladas por los sectores más conservadores. ¿Está
el PRD cerca de la gente o de la oligarquía? ¿Acaso cree
que la campaña pro segundo piso lava la memoria?
El uso de imágenes de embotellamientos para convencer
a los automovilistas es demagógico y perverso, pues tiene propósitos
de derecha que bien podrían utilizar los noticieros más reaccionarios
y suscribir PAN y PRI, ya que ocultan que las causas de la saturación
y el desorden, no son las marchas, sino la carencia y el abandono en favor
del transporte público y otras políticas urbanas en beneficio
de la mayoría.
Los movimientos ciudadanos, las organizaciones urbano-populares,
los sectores medios y pobres, los sectores progresistas en favor de un
desarrollo urbano con calidad de vida deben votar por el no a esta obra,
que se hace a nombre de la izquierda y de quienes han luchado por opciones
distintas en la ciudad.