Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 11 de septiembre de 2002
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Mundo

REPUBLICA DE PANTALLA

Jenaro Villamil

11-S, el shok mediático infinito

Primer aniversario, ensayo de videoterrorismo: el miedo y el "espectáculo" recreados

ƑHA CAMBIADO REALMENTE el mundo después del ataque del 11 de septiembre en Estados Unidos? Si uno observa y se satura con las decenas de reportajes especiales y recreaciones que la televisión estadunidense y sus replicantes en todo el mundo transmiten en estos días, es probable que crea esta apreciación. Sin embargo, no tendrá ni la información precisa ni los elementos suficientes que permitan discernir las dimensiones del "cambio". Si acaso, volverá a ver un video sospechoso con la voz de Osama Bin Laden adjudicándose el atentado contra las Torres Gemelas y decenas de testimonios emocionales y especulaciones que evaden una evaluación sobre el estado de devastación en Asia Central y Medio Oriente después del ataque contra Afganistán, de la campaña bélica de Ariel Sharon y de la anunciada incursión contra Irak.

LA UNICA CERTEZA es que el cambio sustancial se ha dado en los medios y en la sique colectiva de los estadunidenses. La razón se ubica en una triple combinación de elementos que se han conjugado para convertir el primer aniversario del 11 de septiembre en un ensayo de video-terrorismo: miedo y shock recreados espectacularmente en imágenes editadas y reditadas; censura y autocensura dominantes en los medios masivos, y el belicismo patriotero que ha revivido la administración de George W. Bush, en vísperas de un nuevo ataque a la nación gobernada por Saddam Hussein.

BASTA ENUMERAR los siguientes elementos para tener una aproximación a esta gran operación mediática:

1. Ataque televisivo sin precedentes

EL DERRUMBE de las Torres Gemelas marcó un hito en la historia mediática. Ningún suceso de esa magnitud había sido televisado y retransmitido en tiempo real tantas veces. Ese día, el derrumbe de la segunda torre fue retransmitido 150 veces en las principales cadenas estadunidenses. Un auténtico shock global se generó sin que se conocieran las razones y las causas del macabro espectáculo que fetichizó a las torres y menospreció la dimensión humana de los casi 3 mil seres que murieron en el ataque.

MAS DE 60 MILLONES de televidentes de Estados Unidos se conectaron a lo largo de ese día en la cobertura televisiva. El 63 por ciento de los aparatos de tv de Estados Unidos sintonizaban al menos una de las cinco grandes cadenas nacionales. NBC y ABC encabezaron las preferencias, con un nivel de rating de 14.7 y 12 puntos, respectivamente. En Estados Unidos cada punto de rating equivale a 1 millón 22 mil telehogares.

EN LOS DIAS POSTERIORES, el nivel de audiencia se incrementó 47 por ciento. El efecto fue claro: los sondeos revelaban que una gran mayoría de los encuestados clamaban venganza. La xenofobia contra los árabes cundió poco después de que se conociera la versión oficial que le atribuyó a Al Qaeda y a Osama Bin Laden la autoría del ataque.

EL IMPACTO fue global. En México, Televisa alcanzó 26 puntos de rating en su horario estelar después de 15 horas de transmisión continua de los ataques. Tv Azteca tuvo un promedio de 12 puntos de rating. El "martes negro" fue, ante todo, un día de impacto telegénico.

DESDE ENTONCES, la pantalla televisiva no ha abandonado su papel protagónico en la reiteración de los hechos. CNN, la cadena que obtuvo la primicia de las imágenes, recuperó su papel de video-inductor global. El efecto se expandió hacia uno de los medios más modernos: internet. Tan sólo este año se han registrado 30 mil 839 "ataques" de sitios web que fueron crackeados, provocando un escenario de caos en el ciberespacio que podría agudizarse si se concreta el ataque de Estados Unidos contra Irak, según apreciaciones del presidente de mi2g, DK Matai, una empresa de seguridad en el ciberespacio.

2. Reacción emocional e inducción del odio

LOS MEDIOS y el gobierno de George W. Bush, hasta entonces una pálida figura política sin legitimidad en la Casa Blanca, explotaron al máximo los efectos del shock. Al día siguiente de los atentados, 95 por ciento consideraba necesario tomar represalias contra el "terrorismo islámico". Surgió un nuevo demonio: Osama Bin Laden. Su figura saturó la pantalla. Las historias de Al Qaeda se multiplicaron tanto como las especulaciones de un nuevo e inminente ataque. Los medios acrecentaron la paranoia colectiva. Con el miedo dominante en la sique colectiva vino el odio, el patriotismo desbordado y la creación de una auténtica amenaza virtual: el ántrax mediático.

EN 90 POR CIENTO de las escuelas de Estados Unidos se entonan, desde entonces, canciones patrióticas a diario. Se generó un pop marketing con figuras de una Barbie Talibán y una nueva saga de juegos electrónicos, el Afganistone y el Taliwar, que reforzaron la campaña bélica de Washington contra el gobierno talibán de Afganistán. Incluso hasta la canción Imagine, de John Lennon, se volvió "políticamente incorrecta", según una larga lista de 150 canciones no aptas para patriotas detectada por la National Coalition Against Censorship.

LA "GUERRA de las civilizaciones", promovida por ideólogos como Samuel P. Hungtinton, se transformó realmente, en una guerra contra la propia civilización. La escalada de xenofobia no ha frenado desde entonces y afecta a todos los otros, los diferentes. Un mexicano, un colombiano o un coreano puede entrar, junto con los árabes y musulmanes, en la categoría de "terrorista" potencial o real.

3. La autocensura infinita.

EL 19 DE SEPTIEMBRE, Bush propuso al Congreso su Acta Antiterrorista (ATA). Cinco semanas después, con agilidad sorpresiva, el Capitolio aprobaba la USA Patriotic Act, que le permite a la FBI interceptar llamadas telefónicas, violar correspondencia privada de "ciudadanos sospechosos", vigilar los contenidos de internet, detener a presuntos "terroristas" o "fundamentalistas" sin requerir defensa e incluso, supervisar los libros que cualquier persona consulte en las grandes bibliotecas de Estados Unidos. Las libertades y los derechos civiles fueron convenientemente sacrificados en aras de la seguridad. Y la primera libertad afectada ha sido la de expresión y el derecho a la información. Así lo han subrayado la Unión Americana de Libertades Civiles, Amnistía Internacional, Reporteros sin Fronteras y decenas de voces periodísticas e intelectuales que fueron acalladas con el fragor televisivo de la "guerra contra el terrorismo".

LA AUTOCENSURA se agudizó con el ataque bélico a Afganistán. La televisión estadunidense, como nunca antes, se limitó a reproducir las versiones del "bien contra el mal" de la Casa Blanca, el Pentágono y la FBI. Quienes osaron rozar con el pétalo de una crítica el papel de Washington, sufrieron las consecuencias, como los casos de Dan Rahter, conductor de la NBC, y del comentarista televisivo Bill Mahler, quien calificó de "cobarde" el ataque contra Afganistán. A ambos se les censuró. Decenas de columnistas en la prensa escrita fueron presionados para modificar sus críticas u opiniones. El pasado 5 de septiembre, el Boston Herald publicó que sólo 36 por ciento de los estadunidenses considera que las medidas adoptadas amenazan su libertad y 50 por ciento considera correcto sacrificar "algunas libertades civiles" para combatir el terrorismo.

4. Propaganda vs Información.

EL DUEÑO del consorcio Fox News, Robert Murdoch, afirmó que sus cadenas no transmitirían mensajes de Bin Laden, porque era un "deber patriótico" respaldar la versión de Washington sin darle voz al "enemigo". No ha sido el único de los grandes empresarios mediáticos que se arroparon en la propaganda para evadir su responsabilidad informativa. El espíritu de la guerra fría revivió en la pantalla. Ahora no son los ateos comunistas de la URSS, sino los inhumanos integristas islámicos quienes ocupan el sitio privilegiado de la estigmatización. La burka sustituyó como icono maligno a la hoz y el martillo. Bin Laden se volvió el enemigo de mayor rating en la historia moderna de Estados Unidos.

LA INFORMACION no fluye. Hasta ahora, no se sabe a ciencia cierta cuáles son las complejas redes financieras de Bin Laden, se ignora el grado real de devastación en Afganistán, se ha publicado que poco más de 2 mil personas, la mayoría de origen árabe, han sido detenidas en Estados Unidos durante la cacería emprendida por las leyes antiterroristas sin saber qué ha sucedido con ellas.

LA PROPAGANDA, a cambio, prosigue. CNN recetó su serie exclusiva conocida como Los videos del terror para reforzar la idea del peligro que acecha al "mundo libre", es decir, Estados Unidos. En vísperas del aniversario se retransmite un sospechoso video, dado a conocer por la televisión árabe Al Jazeera, que acreditaría la responsabilidad de Al Qaeda en los atentados.

"ESTADOS UNIDOS está en guerra", repiten los comentaristas televisivos. Todo sea para justificar la guerra que el gobierno libra contra sus propios ciudadanos y contra un enemigo expansivo que justifica un presupuesto de 390 mil millones de dólares en defensa y armamento, tan sólo para 2002. Con esta cifra sería suficiente para librar a Africa de la devastación del sida o para invertir en defensa del medio ambiente a escala global, o para financiar a una nación en bancarrota como Argentina. Por supuesto, esto no es prioritario. El mundo sí cambiaría, pero el Imperio quedaría desnudo y los medios perderían los altos niveles de audiencia que provocan el miedo y el odio infinitos.

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