Alejandro Nadal
Sudáfrica: el apartheid neoliberal
ƑQué tanto cambiaron las cosas para la población negra en Sudáfrica desde 1994, año de la victoria electoral de Mandela?
El Congreso Nacional Africano (CNA) ganó las elecciones de 1994 por su lucha contra el apartheid, régimen de supremacía blanca. En esa lucha participaron sindicatos ilegales (la huelga de Durban en 1970) y el movimiento de estudiantes de Soweto (1976) y cientos de organizaciones de base. Pero el CNA había articulado desde 1956 la Carta de la Libertad, documento que encapsulaba con gran lucidez las demandas de la mayoría de la población negra.
La oferta electoral del CNA en 1994 estaba plasmada en el Programa de Reconstrucción y Desarrollo (RDP, por sus siglas en inglés.) Este documento fue el resultado de un intenso proceso de consulta con los sindicatos apenas salidos de la ilegalidad, y con cientos de organizaciones políticas y civiles.
El corazón del RDP era el ataque frontal a la pobreza y la marginación social que bajo el apartheid adquiría un sentido inédito. El RDP prometía crecimiento y empleos, mejoras en las condiciones de trabajo, acceso a servicios de salud, vivienda y educación para comunidades urbanas y rurales, y el establecimiento de un amplio sistema de seguridad social. La propiedad de la tierra estaría ligada al principio de que la tierra debía compartirse entre los que la trabajan.
La Constitución de 1996 concedía el respeto a la estructura de la propiedad de la tierra cultivable, concentrada en manos de la minoría blanca. Pero también reconocía el principio de una reforma agraria con el fin de restablecer la equidad en la posesión de la tierra y revertir la ilegal expropiación de tierras que comenzó en 1913.
Después de la victoria electoral en 1994 se creó el Ministerio de Reconstrucción y Desarrollo, pero el organismo dejó de existir dos años después. En su lugar el gobierno presentó su programa de Crecimiento, Empleo y Redistribución (GEAR, por sus siglas en inglés.) El GEAR fue elaborado por economistas del Ministerio de Finanzas, banco central, Banco Mundial, y de algunas universidades.
Las metas del GEAR sintetizan la estrategia neoliberal para Sudáfrica: crecimiento de 6 por ciento para el año 2000 basado en las exportaciones, reducción del gasto público, reducción del impuesto sobre utilidades de las empresas, privatizaciones en los sectores "no estratégicos". La redistribución vendría por una reforma agraria y la flexibilidad laboral que conduciría a la creación de 400 mil nuevos empleos para 2000.
Después de seis años de vida, el GEAR ha sido un rotundo fracaso, y las contradicciones de cuarenta años de apartheid se han profundizado.
Entre 1996 y 2001 el crecimiento promedio anual fue de sólo 2 por ciento, mientras el sector formal de la economía perdió 115 mil empleos entre 1996-2000. La tasa de desempleo abierto en Sudáfrica rebasa 40 por ciento. El salario real ha permanecido estancado.
La reducción de impuestos a las empresas no propició el crecimiento de las inversiones: bajo el GEAR la inversión privada no residencial debía incrementarse a una tasa anual de 11 por ciento, pero creció solo 1.2 por ciento anual durante estos seis años.
La única meta que se alcanzó es la del déficit fiscal que pasó de 5 por ciento del PIB a 3.1 por ciento entre 1996 y 2001. Pero como en todo modelo neoliberal, eso se logró recortando la inversión pública y el gasto social para poder enfrentar el servicio de la deuda adquirida bajo el apartheid.
La reforma agraria está estancada: menos de 2 por ciento de la tierra bajo cultivo ha sido redistribuida. El gobierno insiste en pagar a precios de mercado las tierras objeto de una redistribución o reforma agraria y sólo asigna 0.3 por ciento del presupuesto total a estos programas. Como resultado, 95 por ciento de la superficie cultivable sigue en manos de la población blanca. Las ocupaciones de tierras en el vecino Zimbabwe son un claro llamado de atención para Sudáfrica.
Durante el apartheid se aplicaron sanciones económicas contra el régimen de Pretoria. Para hacerles frente, el gobierno desarrolló una fuerte capacidad de producción de bienes de capital para el complejo minero (todavía hoy 35 por ciento de las exportaciones son de oro y diamantes), energético, servicios y armamentos. En lugar de utilizar las privatizaciones para redistribuir esos activos, el programa neoliberal busca asignarlos a las empresas trasnacionales.
El apartheid económico se mantiene hoy por un gobierno de transición que no tiene otro proyecto que el modelo neoliberal para Sudáfrica. La estructura social y la viabilidad de Sudáfrica como una sociedad democrática y multirracial está directamente amenazada por ese esquema que busca preservar los privilegios de la minoría blanca y sus socios en las empresas trasnacionales.