FORO DE LA CINETECA
Carlos Bonfil
El caso Pinochet
EL DOCUMENTALISTA CHILENO Patricio Guzmán colaboró estrechamente con el gobierno de la Unidad Popular del presidente Salvador Allende a principios de los setenta. A dos años del golpe de Estado que derroca al mandatario e impone en el poder a la junta militar comandada por el general Augusto Pinochet, el cineasta reúne el material filmado antes, durante y después del golpe y, ya en el exilio, en Cuba, organiza y edita lo que hasta hoy es su mejor trabajo: la trilogía documental La batalla de Chile (La insurrección de la burguesía, El golpe de estado, El poder popular). La cinta multipremiada ha sido exhibida en México, incluso por televisión, y es posiblemente la mejor crónica sobre el gobierno de Allende, su desestabilización organizada por la ultraderecha económica, política y militar, y su derrocamiento final el 11 de septiembre de 1973.
VEINTICINCO AÑOS DESPUES, en septiembre de 1998, el dictador chileno es detenido por la policía en el interior de una clínica londinense en virtud de una ley española que atiende las demandas de antiguas víctimas de la tortura en Chile, quienes pueden así perseguir al general por diversos crímenes, entre ellos, el genocidio. El relato de los 503 días de arraigo domiciliario que vive el dictador en Londres, los interrogatorios a que se le somete, los testimonios de sus víctimas y las declaraciones de colaboradores y simpatizantes, son algunas de las piezas del documental titulado El caso Pinochet, producción franco-belga, con participación española y chilena, concluido en el 2001.
EL REALIZADOR HABIA lanzado ya en Chile, la memoria obstinada (1997) una mirada al país que se despierta luego de dos décadas de dictadura, y reflexiona y discute sobre los años de persecución y sobre la experiencia del exilio. El caso Pinochet es una nueva indagación de la memoria, sólo que aquí es también, y sobre todo, retrato del tirano moralmente derrotado, y constancia del colapso del sistema de impunidad y complicidades diplomáticas que protegían al general, y que de pronto se desmoronan para azoro de todo mundo, incluido el propio realizador, quien de inmediato -en el momento mismo de los acontecimientos- se pone a la tarea de documentar, entrevistar y seguir paso a paso las gestiones del juez español Baltasar Garzón, quien recoge testimonios y denuncias de las víctimas de la tortura, para alimentar el expediente infamante. El resultado es un trabajo de calidad óptima, con una edición muy ágil del también exiliado chileno Claudio Martínez. Un segmento más (sin duda no el último) de la larga crónica que Patricio Guzmán viene realizando desde hace tres décadas de las miserias y generosidades de la nación chilena.