A UN AÑO DEL 11-S
El Plan Colombia hizo posible el ingreso de
tropas de EU a países del Cono Sur: analistas
Avanza la militarización en AL gracias a la
guerra de Bush contra el terrorismo
Para Washington, los ejércitos deben hacerse
cargo de la seguridad, como en la dictadura
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 9 de septiembre. La declaración
de guerra sin cuartel contra el terrorismo lanzada por George W. Bush,
sorprendió a América Latina en uno de sus periodos más
críticos y provocó un avance de la militarización
regional, que apresuró la instalación de bases militares
de Estados Unidos y la entrada de sus tropas en distintos países.
El proyecto, ya trazado, se desarrollaba dentro del esquema
de guerra de baja intensidad (GBI) -para contener los conflictos sociales
de 2000-, mediante acuerdos de seguridad y maniobras militares, venta de
armas y asesoramientos destinados al control militar de una región
sometida al "terrorismo económico".
Así, los atentados del 11 de septiembre de 2001
llegaron como "anillo al dedo" para dinamizar el proyecto de GBI, mientras
que el discurso de Bush después de los ataques dejó claro
que se anulaban soberanías y venía la hora de la ilegalidad
en la acción internacional. Como señala un analista local,
"la convocatoria del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca
(TIAR) en el contexto de la OEA dos semanas después de los atentados
del 11 de septiembre, generó en algunos países de la región
la iniciativa de buscar nuevas formas de militarización de su vida
pública, usando como escudo la movilización mundial contra
el terrorismo que lidera Estados Unidos".
En
América Latina, con las guerrillas colombianas en la lista de terroristas,
se dinamizó el Plan Colombia para borrar las fronteras entre
lucha antinarcotráfico y lucha antiguerrillera. En Brasil, la embajadora
de Estados Unidos, Donna Hrinak, ha advertido que "existen grupos extremistas
que actúan en la región para garantizar la financiación
al terrorismo", y ha afirmado que en laTriple Frontera (Brasil, Argentina
y Paraguay) el dinero lavado "podría ayudar a los terroristas
en Oriente Medio", a pesar de que no existe ninguna prueba de ello. Por
lo pronto, lo que sí existe es una política de persecución
a la comunidad árabe asentada desde hace más cien años
en el lugar, mientras se ha denunciado que Estados Unidos podría
intentar algun tipo de acción militar en Ciudad del Este, en la
zona paraguaya de la Triple Frontera, durante las maniobras militares previstas
para octubre próximo en la provincia argentina de Misiones.
A esto se añade ahora la llegada del derechista
Alvaro Uribe a la presidencia de Colombia, en agosto pasado, con la creación
de un ejército de informantes y el aumento de miembros en las fuerzas
de seguridad, al tiempo que los militares de ese país han propuesto
crear un "comando militar unificado" de las Américas controlado
por Washington, para que los ejércitos de la región combatan
bajo al terrorismo "donde se encuentre".
Aunque en el Cono Sur ya eran moneda corriente en las
maniobras militares estadunidenses, incluyendo su acción directa
aunque encubierta en la zona cocalera del Chapare de Bolivia o en el Chaco
paraguayo, el Plan Colombia fue el disparador que hizo regresar
la guerra fría a América Latina. Analistas brasileños
advierten que desde la llegada de ese plan y de otros similares que le
sucedieron, se hizo posible el ingreso de tropas estadunidenses a distintos
países. Por medio de la iniciativa Andina, por ejemplo, se propuso
crear una fuerza multinacional para actuar en una intervención a
Colombia, cuyas guerrillas son calificadas por Washington como el "mal
terrorista" a eliminar.
El análisis de sectores de las fuerzas armadas
del Cono Sur es que la presencia militar de Estados Unidos en esa subregión
amplía el control que ya existía con la base estadunidense
en Manta, Ecuador, y permite una serie de operaciones conjuntas que involucrarían
a otros países, mientras ha trascendido que en la Base Naval de
Iquitos, en el norte de Perú, habría más de medio
centenar de asesores estadunidenses.
La reciente denuncia de Amnistía Internacional
sobre el entrenamiento de soldados peruanos, a los que según un
video se sometía, amarrados, a choques eléctricos, recuerdan
el asesoramiento en la Escuela de las Américas en el Comando Sur
estadunidense a los militares que participaron en las dictaduras que sufrieron
la región en las décadas de los 70 y 80.
Ahora, sin embargo, muchas operaciones se realizan de
manera sutil, como por ejemplo dentro de la "asistencia para el desarrollo
ambiental", que permitió que marines armados hasta los dientes
ingresaran al territorio de la provincia de Misiones para, supuestamente,
combatir al mosquito portador del dengue.
En Brasil se realizan consultas populares sobre la "Base
de Lanzamientos de Alcántara", en el estado de Maranhao, muy cerca
de la frontera de ese país con Ecuador. Ese centro fue creado por
el gobierno en 1982 y en 2000 se firmó un acuerdo con Estados Unidos
para la cesión de dicha base, lo que se está discutiendo
airadamente en la Comisión de Constitución y Justicia de
Diputados. Legisladores argentinos, a su vez, se proponen insistir sobre
el tema de la base de Estados Unidos en Tolhuim, Tierra del Fuego, en el
extremo austral del país, instalada en el contexto del "Sistema
Internacional de Vigilancia para la Prevención y Prohibición
de Ensayos y Explosiones Nucleares".
Además, la movilización estadunidense se
incrementó notablemente en tiempos recientes, con la anunciada guerra
contra Irak, apresurando la estrategia de Washington de dar prioridad a
la seguridad para defensa de petróleo y otros productos, señala
el diario argentino Clarín. La embajadora de Estados Unidos
en Colombia, Ann Patterson, había dicho en febrero pasado que si
bien América Latina no cubriría el desabastecimiento de petróleo,
"tiene un margen de maniobra para evitar la especulación de precios".
Con esto, es fácil trazar el eje Colombia- Venezuela, el Amazonas-Triple
Frontera- sur argentino.
La ofensiva del momento, por lo pronto, es la de exigir
inmunidad para las tropas estadunidenses que actuan en América Latina,
especialmente después que a principios de año el entonces
comandante en jefe interino del Comando Sur, Gary Speer, afirmara ante
una comisión legislativa estadunidense que se "reconoció
(en la Triple Frontera) una amenaza terrorista viable en América
Latina mucho antes del 11 de septiembre". Speer dijo además que
si esa amenaza "no es expuesta y removida, representa un potencial de peligro
tanto para nuestra seguridad nacional como para la de nuestros vecinos".
Tanto Speer como otros funcionarios insisten en que "grupos terroristas
internacionales se dirigieron hacia algunos países de América
Latina", donde encontraron "puertos seguros" como la Triple Frontera, donde
desde 1996, hombres de seguridad argentinos ligados a la CIA y a la inteligencia
israelí intentancrear pruebas que involuquen a la comunidad árabe
con el terrorismo.
El pasado 4 de abril, el diario El Territorio de
Misiones reveló el temor de la población de que los ejercicios
estadunidenses de octubre deriven en acciones ilegales en Ciudad del Este.
"Estados Unidos pide autorización para entrar en territorio argentino
y ejecutar terroristas fuera de su país. Pide permiso para asesinar.
Ante esa circunstancia Argentina dice no", sostuvo una fuente gubernamental
citada por periódicos aquí. También hay temor en Brasil,
donde el gobierno ha rechazado cualquier tipo de inmunidad para las tropas
estadunidenses, así como la conformación de una fuerza multinacional.
En esta posición, ha sido acompañado por Venezuela, Panamá,
Ecuador, y más debilmente, por Perú. En Chile, en cambio,
ya se habla de entrenar a unos tres batallones para actuar en Colombia.
Las maniobras Cabañas 2000 y 2001, dirigidas por Estados
Unidos en Argentina, ya trazaron un plan de intervención multinacional
en aquel país.
Así, la nueva mirada de Washington sobre América
Latina y el Cono Sur no sólo significó la remilitarización,
sino también una "movida" para que los ejércitos vuelvan
a hacerse cargo, como en tiempos de la dictadura, de la seguridad interior,
en el contexto de las ambiciones continentales estadunidenses. Los viejos
represores rápidamente se han puesto en pie. Si Estados Unidos -razonan-
admite la tortura, las desapariciones y violaciones a los derechos humanos,
¿por qué ellos deberían ser juzgados?