Marco Rascón
ƑPara qué sirve la Independencia?
Para ser libres en nuestro territorio se requiere tener un concepto de nación propia que hemos perdido; debe ser un concepto más allá de las modas de la modernidad; un paso adelante de la globalización; una vista por encima del coloniaje financiero y mercantil que rige las leyes, la política y el Estado nacional.
La independencia requiere de los nacionales apropiarse del verbo y el concepto del cambio y poner la acción, más allá de la simple resistencia aislada y fragmentaria por terrenos, recursos naturales, energía, plazas y territorios locales. El cambio debe describir un edificio, una idea integradora con derechos y obligaciones, remuneración justa del trabajo, prometedora de mejores condiciones de vida: debe tener cimientos, estructura y un techo que crezca.
La resistencia por sí misma no puede ser la estrategia general por la independencia, pues defender la cultura y la identidad sólo es útil si tenemos una idea del futuro, es decir, el cambio sólo es posible si tenemos memoria y raíces.
Los enemigos de la independencia se han posesionado del verbo "cambiar". Lo han usado para destruir al país. No fue confusión, sino un plan, pues desde 1988 era claro que el país quería cambiar. Los defensores de la independencia, a falta de un edificio propio, resistimos sin plan y concierto y nos vemos mezquinos oponiéndonos por sistema a toda "iniciativa" de los conservadores, dueños absolutos del verbo. Es por eso que parte de la guerra ideológica ha sido identificar a los defensores de la independencia, con la defensa del pasado. Los neoliberales, Ƒson conservadores dialécticos o déspotas en movimiento?
Mucho de lo pasado, su larga decadencia, nos hizo llegar a esta descomposición que ahora se llama transición. Por ello no podemos defender estructuras, culturas autoritarias, políticas de terror y de unidad nacional impuestas con represión y corrupción. El progresismo nacional -si es que existe conceptual y políticamente entre los activos representantes- debe decantar, lo que es raíz verdadera y sana, de lo que ha sido maleza maligna adherida, al tronco común de lo nacional.
La falta de concepto, estrategia y programa condujo a la demagogia cotidiana, la improvisación y el inmediatismo. Reaccionar y resistir sin ton ni son ha sido la consecuencia de la falta de una dirección revolucionaria, con vocación de poder y una visión más allá de las elecciones próximas. Los actores políticos demagogos se unen en la resistencia, pero no guían entre la confusión y sí conducen a derrotas profundas al crear tantos vacíos y desiertos de ideas.
La búsqueda de lo nacional entre las exaltaciones de lo global constituye una redefinición de la vida en los aspectos más concretos y directos. Es la referencia objetiva para ver el curso del mundo, incorporando cultura propia, situación presente e ideas transformadoras hacia el futuro. En tiempos de confusión y pesimismo, como el que vivimos, la historia es un sólido referente contra el desánimo y la demagogia. Desde este punto de vista el servicio de lo nacional no es encierro ni aislamiento, sino método y punto de partida para la acción y recreación del humanismo.
No obstante, esto tiene además especificaciones también históricas, pues el nacionalismo mezclado con chovinismo y expansionismo ha sido raíz del imperialismo. En Alemania, Japón y Estados Unidos, por citar ejemplos, el nacionalismo ha derivado hacia el racismo y el expansionismo. Mi lucha, de Adolfo Hitler, o la Doctrina Monroe han sido inspirados en un nacionalismo basado en la supremacía racial o los derechos primigenios sobre otras naciones.
En el caso del neoliberalismo, basado en las leyes del libre mercado, como normas fundamentales para determinar los límites nacionales, el "darwinismo" económico, la idea de que sólo sobreviven los más fuertes, entraña la supremacía nacional de los más fuertes sobre los más débiles.
Por eso, para los latinoamericanos, los africanos y muchos países de Asia, la búsqueda de lo nacional tiene un aspecto liberador y humanista, mientras para los chovinismos de gran potencia tiene otra y genera grandes diferencias e injusticias, pues son ellos los que no aceptan una integración con equidad.
A 192 años de haber buscado la Independencia nacional en México, el propósito va más allá de la referencia histórica y se convierte en disyuntiva vigente. Vivimos tiempos similares a la invasión estadunidense de 1847, pues Estados Unidos es gobernado hoy con el mismo espíritu expansionista de entonces. El pueblo de México, no sus gobernantes, pusieron límites a la ambición con nacionalismo, bajo la idea de forjar un futuro propio, aún necesario.
La idea de desacreditar el nacionalismo y volverlo obsoleto ha sido criminal y ha hecho de México un país sin justicia. Por eso, cuando seamos libres, sabremos el costo de haber vivido más de 200 años en la tragedia por buscar la Independencia.
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