REFORMA INDIGENA
Ese día manifestó su rechazo a la enmienda
constitucional
Desde abril de 2001, el EZLN espera en silencio las
respuestas
Las últimas voces del Ejército Zapatista
de Liberación Nacional (EZLN) sobre la controvertida reforma indígena
se escucharon aquel día primero de mayo, cuando la comandancia rechazó
la aprobación de una enmienda constitucional que el subcomandante
Marcos bautizó como originaria de la maldita cuarteta: "Diego
(Fernández de Cevallos), Jackson (Enrique), Bartlett (Manuel) y
Chucho Ortega".
Ese comunicado del 29 de abril se conoció el Día
del Trabajo del año pasado, más de un mes después
-22 de marzo- de que los zapatistas habían abandonado la capital
luego de realizar su caravana.
"La reforma no responde en absoluto a las demandas de
los pueblos indios, del Congreso Nacional Indígena, del EZLN ni
de la sociedad civil nacional e internacional. El EZLN desconoce esta reforma
porque no retoma el espíritu de los acuerdos de San Andrés
y soslaya la demanda de reconocimiento de los derechos y cultura indígenas,
saboteando el incipiente proceso de acercamiento entre gobierno y EZLN.
"Revela un divorcio total de la clase política
respecto a los reclamos populares. El EZLN seguirá en resistencia
y rebeldía."
La
misma reforma que ignoró a los indígenas como sujetos y dueños
de su futuro fue avalada ayer por la Corte.
Fueron los 16 días que conmovieron al país
en una caravana de aquellos del "color de la tierra". Las plazas colmadas,
las remembranzas de los dzules, los poderosos, los pueblos de maíz
y aquella historia que envolvió a la comandante Esther en
la tribuna más alta del país, a pesar de los panistas.
Ese 28 de marzo en San Lázaro, la voz gutural resonó
en los muros legislativos: "... es la primera vez que logramos entrar para
expresar lo que sentimos, pero no crean que con eso ya logramos la paz...
gritemos para lograr nuestros derechos."
"Nos falta bastante para lograr lo que nos merecemos.
Como mujeres tenemos que exigir nuestros derechos". A la sociedad civil
dijo: "No se duerman, hay que seguir luchando, no se callen..."
Veinticuatro comandantes emprendieron el 24 de febrero
una marcha preñada de simbolismos y de las incertidumbres que les
acompañaron por las presiones de una y otra voz gubernamental o
legislativa albi
azul y que finalmente culminó una tarde
domingo con un Zócalo colmado de gente, reflexiones y gritos.
"No somos la paz simulada que anhela la guerra eterna",
dijo entonces Marcos.
Salimos a pesar del señor de mucha lengua y poco
oído, señaló entonces el EZLN en directa referencia
al presidente Vicente Fox, quien durante su campaña repitió
una y otra vez que arreglaría el conflicto de Chiapas en 15 minutos.
Pero también las palomas publicitarias de la paz,
como Marcos definió a las intenciones del presidente Fox.
El último día de febrero, en el Valle del Mezquital, un valle
de pobrezas prolongadas en el tiempo.
Siguieron las fiestas en Nurío al amparo del tercer
Congreso Nacional Indígena, los clamores por la autonomía,
la plaza de los Mártires en Toluca con la denuncia de Marcos
a los miedos gubernamentales a la marcha.
La reticencia de los legisladores albiazules hasta
que al fin el 8 de marzo se aceptó el diálogo con delegados
del EZLN, pese a la renuencia de Diego Fernández de Cevallos y Ricardo
García Cervantes.
Después, la remembranza zapatista de Milpa Alta
y el primer encuentro entre la Cocopa y el EZLN el 12 de marzo en la Escuela
Nacional de Antropología e Historia -donde permanecieron siete días-,
cuatro años después, hasta donde llegarían dos mensajeros
inimaginables: Rodolfo Elizondo y Luis H. Alvarez. Llevaban para el EZLN
un mensaje de Fox. No fueron recibidos y tuvieron que entregarlo en las
puertas de la escuela.
La máxima tribuna no se negocia, abonaba un García
Cervantes lejos de los límites de la tolerancia cuando se discutía
si la comandancia podía estar en el salón de plenos de San
Lázaro.
Una dilatada semana a la espera. La advertencia del EZLN
para el retorno a Chiapas. La rectificación del Congreso en una
votación en la que fueron determinantes las posturas de Martí
Batres y Beatriz Paredes, votación que finalmente derivó
en 220 sufragios a favor y 210 en contra -panistas y una decena de priístas.
Felipe Calderón sufría un serio revés.
Hoy, la decisión de la Corte mantiene los acuerdos
de San Andrés sólo como una promesa.