Luis Javier Garrido
El viajante
La política exterior de México no parece tener ya más objetivo que vender el país y promover la imagen de Vicente Fox, aunque las cosas no les estén resultando a quienes las deciden.
1. El orden jurídico internacional no existe en los hechos después del 11 de septiembre de 2001, pues Washington desconoce los tratados internacionales, de manera cada vez más abierta, viola los derechos humanos e impone su voluntad a Naciones Unidas y a los organismos financieros internacionales, lo que está siendo posible no sólo por ser Estados Unidos la única superpotencia militar y por su poder económico, sino por la complicidad de múltiples gobiernos, como el de Fox, que respalda este proceso con un alineamiento incondicional.
2. El gobierno foxista ha adquirido una responsabilidad histórica muy grande por la entrega que está haciendo de los recursos nacionales a las multinacionales, pero también por participacipar en el deterioro del orden internacional; por ello resulta vergonzoso que Fox pretenda ocultarlo utilizando la política internacional, cuyos costosísimos viajes al extranjero, que no tienen paralelo en la historia mexicana, lejos de responder a los intereses nacionales sólo buscan levantar su deteriorada imagen con criterios mercadotécnicos, como el último que hizo a Sudáfrica, donde a toda costa buscó retratarse con Nelson Mandela, y a Nigeria, donde quiso abogar por una causa ya defendida por casi todos los gobernantes sin necesidad de irla a utilizar en su provecho.
3. Los esfuerzos fallidos de Fox por presentarse en el mundo como un "demócrata" y un "defensor de los derechos humanos" no han logrado más que exhibirlo como lo que es: un gobernante carente de ética que recurre a todo con tal de hacerse propaganda, y que en su país actúa en forma antidemocrática y acepta la violación de los derechos básicos cuando le conviene.
4. El gobierno de Fox ha avalado todos los crímenes de guerra cometidos por Estados Unidos en Afganistán y, ante las revelaciones de que ahí se cometió uno de los mayores genocidios de la historia reciente, ha guardado un silencio cómplice en los foros internacionales. Ignacio Ramonet reunió la información disponible a un año del 11 de septiembre y las descripciones son aterradoras. Los oficiales estadunidenses se negaron a aceptar los pactos de rendición de miembros de Al Qaeda siguiendo la consigna de la CIA: no dejar con vida a uno solo, y así procedieron al exterminio sistemático de quienes suponían eran sus miembros. Además de los bombardeos de los B-52 a civiles, justificados siempre como "un error", tras la toma de Mazar-i-Sharif, cientos de detenidos fueron ultimados tras una protesta, a más de 5 mil, transportados a Sheberghan, se les ametralló hasta que la sangre chorreó los contenedores; los soldados estadunidenses se divirtieron vertiendo ácido en el rostro de los detenidos o rompiéndoles el cuello; miles de cadáveres de los ejecutados fueron hallados en Kandahar y en Tora Bora, obedeciendo la consigna, que repetía también Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, de que no quedase vivo ningún enemigo, salvo quienes fueron conducidos clandestinamente a sofisticados centros de tortura y exterminación en Egipto, Yemen y Sudán (El País, 4/09/02).
5. La responsabilidad del gobierno de México en el agravamiento del desorden internacional es muy grande porque Fox abandonó los principios constitucionales en materia de política exterior, que estaba obligado a respetar, no a dedicarse a convalidar las políticas de Washington. Y esto es muy evidente en el caso de la creación de la Corte Penal Internacional, cuya función habrá de ser procesar a presuntos responsables de crímenes contra la humanidad, pues ante la exigencia de la Casa Blanca de que a los integrantes de los cuerpos militares de Estados Unidos se les otorgue un estatuto de inmunidad y queden sustraídos a la jurisdicción de la Corte, misma que ha generado un escándalo internacional, el canciller Jorge G. Castañeda se fue de bruces por darle su apoyo a Bush, a pesar de la opinión en contra de algunos miembros del gobierno.
6. ƑQuién duda de que en este escenario el gobierno mexicano esté desde ahora apoyando plenamente la guerra demencial que Bush pretende iniciar cuanto antes contra Irak con todo lo que significa?
7. La política exterior de México, que un día tuvo alguna dignidad, hoy es una vergüenza, aquí y en el exterior, porque carece de principios, se halla completamente alineada con Estados Unidos y no parece tener más objetivo que promover la imagen de Fox, aunque sólo dé pena, como ha acontecido en su viaje a Sudáfrica y Nigeria, donde ha quedado como un charlatán en busca del aplauso fácil, que nadie le va a dar.
8. El alineamiento casi absoluto del gobierno foxista con la Casa Blanca no ha pretendido ayudar a los intereses de México, sino a los del propio Vicente Fox y del grupo de empresarios amigos suyos, que hasta ahora han tenido todo el respaldo de la actual administración republicana a un costo muy grande: la pérdida de soberanía de México en estos años se ha traducido en una pérdida casi absoluta de capacidad del gobierno mexicano en la toma de decisiones porque la injerencia estadunidense es cada vez mayor en todos los ámbitos, y sin duda lo será más a la llegada del nuevo embajador de Bush, su amigo texano Tony Garza.
9. La intervención ha llegado al extremo de darse no nada más en la imposición de las políticas, sino en la intromisión abierta de la embajada de Estados Unidos en toda clase de asuntos internos de México, como fue el caso en los últimos meses del embajador saliente Jeffrey Davidow, quien lo hizo así hasta el último momento debido al abandono de las responsabilidades de la cancillería mexicana, que en muchos casos ha parecido alentar ese intervencionismo. Y para dejar constancia, en una de sus entrevistas de despedida a Televisa aprovechó el noticiario matutino, en el que Adela Micha lo instaba a ser injerencista, para elogiar a Fox al hablar de Chiapas (seguramente por su negativa a cumplir los acuerdos de San Andrés, alentar a los paramilitares o mantener al Ejército en la entidad para imponer el Plan Puebla-Panamá, interés estratégico de Washington) y lanzarse contra el EZLN culpándolo de que no haya acuerdos de paz.
10. El gobierno foxista se está llevando, por lo menos, una lección: la propaganda no puede cambiar la realidad