Alejandro Ortiz, del estado de México,
se proclamó campeón absoluto de la competencia
Celebró Mister México 50 años
en el Ferrocarrilero
La representante del Distrito Federal, Gabriela Peña,
el título de Señorita Perfección
ROSALIA A. VILLANUEVA
En un tributo a los hombres que durante 50 años
han rendido culto al músculo, se llevó a cabo el clásico
Mister México, donde un joven mexiquense, Alejandro Ortiz,
se proclamó campeón absoluto en un repleto Teatro Ferrocarrilero
que fue testigo del abucheo que cargó su compañera de equipo
Flor Grisell, a quien los jueces dieron el título Miss Fitness
ante la favorita del público, la capitalina Lizette Gálvez.
Siete
horas de una angustiosa batalla libró Alejandro frente al hidrocálido
Ricardo Ayala, otro joven exponente que destacó entre el numeroso
grupo de campeones que reunió a los triunfadores del año
pasado y a los de esta edición, la número 50, es decir, las
Bodas de Oro, como permanentemente insistía el anunciador, un hombre
gordo que aguantó la metralla de críticas y burlas de los
practicantes del fisicoculturismo.
La final de varones cerró la noche de musculatura
que se combinó con los olores a ungüento y sudor entre esa
multitud de cuerpos que buscaban afanosamente hacer su mejor pose en pectoral,
pierna y bíceps para obtener la calificación, pero las ruidosas
porras que traía el instructor del estado de México, de 23
años, y el representante de Aguascalientes, dos años mayor
que el nuevo Mister México, acabaron por ayudar a los jueces
y éstos dejaron a los más veteranos fuera de la pelea.
Hubo un ambiente prendido entre los amantes del también
llamado culto al espejo, donde las mujeres cautivaron a los varones en
un derroche de sensualidad con sus diminutos bikinis que, con tanto contoneo,
se les iban subiendo entre la rayita que divide los glúteos, como
le sucedió a Flor Grisell, a Lizette y a la jalisciense Elizabeth
González, ganadora de las novatas, quien salió con un traje
de baño de dos piezas en rojo encendido que despertó las
pasiones de muchos.
Casada y madre de un niño de cinco años,
la rubia Grisell se ganó la corona con una perfecta rutina que ejecutó
con una cuerda, aunque el público apoyaba a la morena Gálvez,
la capitalina que sacó un atuendo en leopardo y bailó al
estilo de Niurka -con cuerpo similar al de la cubana, pero sin grasa.
La representante del Distrito Federal, Gabriela Peña,
se adjudicó el título de Señorita Perfección.