Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 1 de septiembre de 2002
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Cultura

El funcionario brasileño propone acuerdos entre naciones para promover la industria

Hay que expandir las fronteras del cine: Dahl

Visita México para buscar una política común en materia de fomento al sector

ERICKA MONTAÑO GARFIAS

Las perspectivas de las cinematografías nacionales no se deben limitar al plano cultural, sino también abarcar aspectos económicos y mediáticos, a fin de que sean consideradas verdaderas industrias, afirma Gustavo Dahl, director presidente de la Agencia Nacional de Cine de Brasil, para quien es necesario cambiar el orden hegemónico que impera en el cine, mediante una política global.

''No son suficientes las políticas nacionales para los cines nacionales", afirma en entrevista el también director y productor brasileño, que visita México como parte de una delegación de 120 empresarios brasileños que buscan mejorar las relaciones comerciales entre ambas naciones.

Dahl (Buenos Aires, 1939) se reunirá también con autoridades de promoción cinematográfica, con miras a "desarrollar una política común, porque creemos que en Brasil y México las realidades culturales y de mercado son parecidas. Ya quedó claro que los cines nacionales no se pueden individualizar; hay que expandir fronteras".

Esta necesidad de abrir fronteras, explica, ''viene de una vocación del cine, porque fue hecho para viajar, y de un imperativo económico de crear alternativas para el resultado de las películas y la posibilidad de encontrar medios de coproducción''.

Al respecto, precisa que entre México y Brasil no existen acuerdos de coproducción fílmica, pero sí hay uno latinoamericano firmado en 1989 ''por la creación de un mercado común cinematográfico, pero que todavía no funciona".

Gana la televisión

En Brasil se producen unos 50 largometrajes por año, muchos de ellos apoyados con capital estatal, y existe un boom de cintas documentales; pero Gustavo Dahl considera que lo importante en este caso no es cuántas cintas se ruedan anualmente, sino el número de ellas que llegan al público, es decir, unas 30.

En el país amazónico, indica, el cine es para quienes tienen recursos económicos: "el hábito de ir al cine se quedó muy elitizado, y ese es un problema en países donde hay gran concentración de ingresos. Se trata de 10 o 12 millones de personas que van al cine, tienen DVD, computadoras, y este es uno de los dramas del cine brasileño y, a decir verdad, no sólo del cine".

El hecho de que las producciones fílmicas sólo lleguen a quienes tienen dinero también influye en la presencia de las películas mexicanas en Brasil, ya que cintas de éxito como Y tu mamá también, Amores perros y Sexo, pudor y lágrimas sólo se exhiben en salas de arte, algo similar a lo que ocurre en México con el cine brasileño.

Otro de los problemas, agrega, es la masificación de la televisión: en territorio brasileño hay 40 millones de aparatos de tv, con lo que se cubre 98 por ciento del país, mientras las salas de cine están presentes en sólo 7 por ciento del territorio; con ello se explica el hecho de que "el cine está subdimensionado".

Tampoco se trata de filmar películas que se conviertan en éxito comercial para garantizar la existencia de la industria; ''el cine que llaman comercial participa de un gran conjunto que es la industria cultural, o mejor todavía: la industria mediática, que es un nuevo concepto de dicha industria. El prestigio de un país de una cinematografía nacional se hace tanto con filmes de calidad como con películas taquilleras'', señala el director de cintas como O bravo guerreiro y Uirá, um indio à procura de Deus.

En Brasil existen mecanismos para apoyar la industria conematográfica, como financiamiento y apoyos fiscales. Recientemente la Agencia Nacional de Cine se desvinculó del Ministerio de Cultura y ahora depende del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, con la idea, a largo plazo, de que el cine brasileño genere recursos, porque "es claro que va más allá de la economía, es una cuestión estratégica".

El objetivo a largo plazo es "cambiar el orden mundial del cine y el audiovisual", es decir, competir con Estados Unidos en la producción fílmica.

Sin embargo, Dahl admite que se trata de un aspecto difícil, ya que influye la cuestión del idioma. "Después de la Primera Guerra Mundial Estados Unidos se convirtió en potencia y sus filmes contribuyeron a la afirmación del inglés. En la evolución de los idiomas se sabe que el español quedará diferente del portugués, que no se sabe cómo evolucionará. Por ello es necesario que países con identidades lingüisticas y culturales deben articularse para encontrar espacios comunes".

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