Carlos Marichal
La cruz financiera de América Latina
Desde hace dos decenios, los ciudadanos latinoamericanos han estado pagando cada vez más por el servicio de la enorme deuda externa, que ya supera 700 mil millones de dólares para el subcontinente. Una buena pregunta es cómo los banqueros logran que se siga pagando el tremendo tributo financiero año tras año. Jesucristo fue crucificado una vez y murió, ascendiendo luego al cielo. Los latinoamericanos son crucificados todos los años, pero sobreviven malamente para seguir pagando.
Pese al estoicismo y abnegación que han demostrado la mayoría de los habitantes del hemisferio desde la catastrófica crisis de 1982, la cual señaló el comienzo de un largo calvario social, se están dando señales de que la paciencia se está acabando. Las críticas a la deuda se multiplican por doquier. En las dos últimas semanas se han celebrado tres foros internacionales de crítica a la globalización y la deuda externa en Buenos Aires, Argentina, en Belo Horizonte, Brasil y en la Universidad Complutense de Madrid. En todas ellas comienza a plantearse la necesidad de efectuar una auditoría de la deuda externa en cada país latinoamericano, determinando cuánta es deuda legítima y cuánta ha estado vinculada con negocios turbios de políticos, empresarios y banqueros, nacionales e internacionales.
En un reciente coloquio en Madrid, Eric Toussaint, quien encabeza el comité para la anulación de la deuda externa del Tercer Mundo, argumentó que en los próximos años existe una fuerte posibilidad de moratorias sobre la deuda externa por razón del tamaño del servicio de la misma. Señaló, en particular, que en el caso de Brasil los pagos a efectuarse en el próximo año superarán los 35 mil millones de dólares, incluyendo intereses y amortización que serán extremadamente difíciles de cubrir. Puede agregarse que esta sangría se produce regularmente en México: el año pasado los contribuyentes mexicanos pagamos la suma asombrosa de 28 mil 675 millones de dólares a los banqueros e inversionistas extranjeros, de acuerdo con el último reporte sobre deuda externa pública de la Secretaría de Hacienda y Crédito, Público. La razón que explica por qué México puede pagar es que se destinan virtualmente todas las ganancias derivadas de las exportaciones del petróleo para este fin.
A fines del próximo mes de septiembre se anuncia la celebración en Lima, Perú, de otra importante reunión para discutir el mismo tema: el foro se titula "ƑDeuda externa o deuda eterna?". En Perú, el Congreso acaba de concluir una laboriosa investigación de la deuda externa, que es única en su profundidad, pues en ninguna otra nación de Latinoamérica se habían logrado crear comisiones especiales para evaluar la legitimidad de la deuda externa pública y para comenzar a conocer los negocios privados vinculados con la misma.
La preocupación de los distintos foros mencionados es similar. Después de dos decenios de estar sufriendo las consecuencias de una deuda externa -que sigue creciendo a pesar de que ya se ha pagado en intereses más del doble del capital original- todos se preguntan: Ƒcuánto tiempo más va a seguir pesando esta inmensa deuda sobre una población que ha visto sus ingresos reales descender, sobre todo entre los sectores populares?
ƑCuáles son algunas posibles soluciones para el gran problema de la deuda externa? Ya no son convincentes los argumentos que sostienen que con la liberalización y las privatizaciones se va a lograr un crecimiento sostenido que permita salir del hoyo y reducir la deuda y su servicio. El crecimiento se ha visto interrumpido en la región, razón por la cual el director de la Cepal, José Antonio Ocampo, acaba de bautizar el periodo de 1997-2002, como "la media década pérdida". Se requieren reformas enteramente nuevas para asegurar que los políticos no se lancen a un endeudamiento enloquecido como se dio en los años de 1990 con Carlos Menem en Argentina y con Alberto Fujimori en Perú, ambos acusados de enorme corrupción derivada de la especulación financiera. Por ello están ganando fuerza las demandas de realizar auditorías a la deuda externa pública.
En segundo término, se requiere una restructuración a largo plazo de una parte de la deuda para permitir que el servicio de la deuda no absorba un porcentaje tan alto de los egresos públicos. Falta que los gobiernos latinoamericanos presenten en un foro común sus proyecciones de necesidades financieras en el mediano y largo plazos, y que se vayan construyendo consensos políticos alrededor de ellas. En caso contrario, cada gobierno seguirá gobernado por la coyuntura inmediata y por las presiones que sobre ellos ejercen el Fondo Monetario Internacional y otros organismos.