viernes 30 de agosto de
2002 |
Cine Los que charlan con el viento n Alfredo Naime |
Ya que viste El crimen del padre
Amaro y te sumaste a alguna de las encontradas posturas
de su entorno, te detienes a pensar: ¿qué toca ver
ahora en los Cinépolis poblanos? La oferta es variada,
pero parece lo más atrayente Códigos de guerra
(Windtalkers), principalmente por dos factores: su
director, John Woo, y su protagonista estelar, Nicholas
Cage. Hablemos un poco hoy, en este espacio, de la
película; pero también de Woo y de Cage en virtud de su
creciente importancia en el transcurso de la última
década. John Woo es hoy uno de los cineastas más respetados de Hollywood; así lo demuestran la magnitud y el presupuesto de los films que recientemente le han confiado, en especial Contracara y Misión imposible 2. En la primera, uno de los estelares fue precisamente para Nicholas Cage; en la segunda dirigió, cual se sabe, a Tom Cruise. Antes de eso ya había dado instrucciones a John Travolta en Flecha Rota, film de 1996 que, a pesar de su título, no era un western ni mucho menos, sino un thriller que tenía que ver con el robo de armas nucleares. En fin, que John Woo, nativo de Hong Kong, es considerado un verdadero maestro de la acción. Sus secuencias de este tipo son virtualmente "coreografías" capaces de mantener a la audiencia en el filo de la butaca. Por su parte, Nicholas Cage es uno de los más exitosos actores contemporáneos. Al inicio de su carrera era, tan sólo, "el sobrino de Francis Coppola"; de entonces para acá ya nadie se acuerda de ese primer dato que de alguna manera lo minimizaba. Cage tiene ya en su filmografía más de una treintena de películas, de las cuales son varias las importantes. Vaya para muestra la siguiente relación, sin un orden cronológico: Adiós a Las Vegas; Hombre de familia; Hechizo de luna; Ojos de serpiente; Contracara; Un ángel enamorado; Alas de libertad; Peggy Sue se casa; La Roca; Con air, etcétera. Cierto: no todas fascinaron a los críticos, pero en lo global el público las ha hecho éxitos inmediatos de taquilla. Nicholas Cage se ha convertido, así, en uno de los intérpretes favoritos de su generación. Comentemos ahora un poco de Códigos de guerra, en la que ambos -como se dijo- vuelven a trabajar juntos. Está basada en un oscuro pero significativo episodio de la Segunda Guerra Mundial, en el que un marine (atormentado por dramáticos eventos previos) recibe la orden rigurosa de proteger a un soldado novato de origen navajo. ¿La razón? ıl y otro de su tribu son los portadores del código secreto del momento, basado precisamente en la lengua de la tribu. Es decir: si algo le pasa al par de "indios" (así los ven algunos de sus compañeros blancos), el importante código -por completo estratégico- se va al carambas. Más aun -y esta es la disyuntiva (in)moral de la película-, en caso de ser atrapados, mejor despacharlos que permitir a los japoneses arrancarles, bajo tormento, las claves básicas del código. El rodaje tuvo locaciones en Hawai, y se afirma que Woo tuvo casi 15 cámaras operando al mismo tiempo, para poder capturar la gran extensión de las acciones. Por su tema -en virtud de los eventos de septiembre 11-, Códigos de guerra no pudo salir a exhibición en noviembre pasado, cual estaba previsto. Woo afirma que la película "hace sentir orgulloso al pueblo navajo"; y a raíz de ella, sus veteranos de guerra serán homenajeados en un acto militar. Pero más allá de todo esto, que sólo es algo de contexto para el film, hay que decir de él que es quizá el trabajo más emocional, el de ecos más resonantes, de John Woo. Eso sí, según los expertos, se toma no pocas "libertades" históricas, lo que nada gusta a los puristas. Pero, otra vez, su héroe es un ser bastante imperfecto; y Woo sabe mejor que nadie que, bajo circunstancias límite, ello es un poderoso detonante de humanidad. El film está a nuestra disposición. |