martes 27 de agosto de
2002 |
Carpeta La reforma eléctrica polariza n Sergio Cortés Sánchez |
No hay plena seguridad que los
legisladores del PRI apoyen la iniciativa del presidente
Vicente Fox de concesionar al capital extranjero la
generación de energía eléctrica. La apertura del
sector eléctrico requiere modificaciones a la Constitución,
y para ello los panistas necesitan el voto de las dos
terceras partes en la Cámara de Diputados y mayoría
simple de los Congresos locales; sin la anuencia del PRI,
es inviable la reforma. Aceptarla para cancelar
investigaciones en curso sobre malversación de fondos públicos
podría tener un costo político elevado, en parte porque
dicha reforma no es avalada por la militancia del PRI; en
parte, porque no goza de consenso entre la población; en
parte porque sería evidente la complicidad de los
coaligados y mermaría la credibilidad en el PAN. Los cambios constitucionales para que el capital privado (nacional o extranjero) genere energía eléctrica más allá del autoabasto dividen a los ciudadanos: el 49 por ciento considera que no debe haber cambios en la Carta Magna por ese motivo; el 46 por ciento manifiesta que sí. Hay evidencia de que el actual sector que produce energía eléctrica es autosuficiente y puede aumentar su capacidad; se demanda su autonomía financiera y de gestión, y que sea una empresa pública de prioridad nacional con patrimonio propio y abocada a generar la energía requerida por la sociedad. Hasta el momento, y a pesar del descrédito de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y la campaña del gobierno foxista en pro de la privatización, dos terceras partes de los ciudadanos del municipio de Puebla consideran que ha sido positivo el rol del Estado en la generación de energía eléctrica. Hay dudas fundadas acerca del futuro de las tarifas eléctricas si hay apertura al capital externo: el 48 por ciento de los ciudadanos considera que subirán, y el 27 por ciento manifiesta lo contrario; no se vislumbra algún beneficio positivo para los consumidores de bajos ingresos económicos. La concesión de las mejores cuentas al capital extranjero y de las peores al sector público será onerosa, ya que no habrá ganancia pública que permita un sistema de trasferencias a través de tarifas diferenciadas. La aceptación de la reforma eléctrica de Vicente Fox nos divide en dos partes más o menos iguales. En una escala de actitudes del uno al cinco, donde el valor de uno es a los que están muy en desacuerdo con ella, tres son los que no están de acuerdo ni en desacuerdo, y cinco los que están muy de acuerdo, el valor promedio de la semana pasada fue de 3.2; en mayo de este año dicho registro fue de 3.3 puntos: la escala se está corriendo al centro, y es posible que sea menor a tres, al conocerse las experiencias negativas concomitantes a la privatización de la energía eléctrica en Argentina, Chile, Guatemala y Estados Unidos. De prosperar la reforma, la victoria foxista sería pírrica. |