Nacidos en cautiverio, requieren suficiente
agua y presa, así como temer al hombre
México aún no halla el lugar idóneo
para liberar lobos grises y reintegrarlos a su hábitat
MARIANA NORANDI ESPECIAL
San Diego, California. Este verano La Jornada
acudió a la reunión del comité Binacional para la
Recuperación de Lobo Gris Mexicano, celebrada en esta ciudad. El
encuentro se realiza desde principios de los años 90 alternativamente,
un año en México y otro en Estados Unidos. De cada país
participa un representante gubernamental y una comisión técnica
compuesta basicamente por veterinarios y biólogos, además
de representantes de algunas de las 48 instalaciones que albergan lobos.
La finalidad es realizar el censo anual de lobos, plantear los problemas
surgidos en el desarrollo del programa de recuperación en cada país
y formar las parejas para la siguiente etapa de apareamiento (diciembre-marzo).
La población global de lobos que se registró este año
fue de 273 (91 en México y 182 en Estados Unidos), de los cuales
26 ya viven en libertad en zonas protegidas de Nuevo México y Arizona.
Roberto Wolf, presidente de Subcomité Consultivo
Nacional de México, organización que aconseja a la Dirección
General de Vida Silvestre de la Semarnat en materia de lobos, expuso dos
problemas principales: la definición de un par de ejemplares de
origen dudoso y la necesidad de avanzar en los estudios de hábitat
para la liberación de los animales.
Urgente, determinar autenticidad de dos ejemplares
Al zoológico Tamatán de Ciudad Victoria,
Tamaulipas, le fue donado hace seis años un presunto ejemplar de
lobo mexicano de origen desconocido. Se le hicieron pruebas de sangre y
de pelo para averiguar si es auténtico, pero los resultados del
muestreo se extraviaron. El otro ejemplar fue capturado hace dos años
en San Luis Potosí y se encuentra en el centro natural de San Cayetano
del Distrito Federal. Se le hicieron pruebas genéticas y los resultados
no fueron concluyentes, es decir, no lograron definir la pureza de ese
lobo. Determinar la autenticidad de estos dos animales es un asunto que
urge solucionar porque, si son verdaderos lobos mexicanos, representarían
una renovación sanguínea en el programa reproductivo y, si
no lo son, deben ser excluidos del plan de recuperación.
Roberto Wolf explica la decisión tomada en la reunión
sobre estos animales: "Acordamos hacer una reunión binacional de
expertos genetistas, a más tardar para la primavera. Ellos harán
nuevas pruebas con técnicas más avanzadas, porque hace 10
años que no se hacen muestreos a la población y, desde entonces,
el estudio genético ha avanzado mucho".
El otro punto planteado por México fue la necesidad
de encontrar una zona para liberar lobos, ya que existe un exceso de población
cautiva en territorio nacional -y estadunidense- y son insuficientes las
instalaciones para albergar a las nuevas camadas. Sumando las poblaciones
de ambos países -este año nacieron 65 lobos en cautiverio
y murieron 19- se puede decir que la tasa de crecimiento demográfico
es positiva. Dicha tasa, sumada a la falta de instalaciones, hizo que en
la reunión se acordara formar para este año 17 parejas reproductivas
(ocho en México y nueve en Estados Unidos), "cifra un poco arriesgada
teniendo en cuenta la capacidad de nuestras instalaciones, pero el mínimo
necesario para mantener la diversidad genética", asegura Wolf.
Preparan
En Estados Unidos se han empezado a liberar lobos desde
1998, pero en México aún no se concreta, aunque se está
estudiando un lugar para hacerlo. Existen tres instalaciones donde se preparan
animales para su liberación: El Instituto de Ecología AC,
de Durango; el rancho Los Encinos, en Chihuahua;
el rancho La Mesa en Nuevo León y, para este otoño, la reserva
Nanchititla del estado de México.
Sergio Jiménez, directivo de La Mesa, comenta:
"Aún con las complicaciones genéticas que existen, recuperar
a los lobos y reintroducirlos en su hábitat es un problema social
más que biológico. Nuestros lobos están preparados
para vivir en libertad, pero falta encontrarles un área idónea
y segura donde sean aceptados por la población humana".
José Guevara, representante gubernamental de México
en la reunión, apunta: "Queremos liberar lobos lo antes posible.
Quisiéramos que fuera en dos o tres años, pero no lo haremos
hasta que no encontremos un lugar que cumpla los requisitos: que tenga
suficiente densidad de presa y agua, que no vivan muchos seres humanos,
que no circulen muchas carreteras y que la gente de la región esté
de acuerdo con liberarlos".
Experiencia estadunidense
Los problemas que planteó Estado Unidos estuvieron
enfocados en el proceso de liberación que experimenta. Brian Kelly,
representante gubernamental de la United States Fish and Wildlife Service,
señaló la existencia de lobos que, por haber nacido en libertad
o por haber sido liberados a una edad muy temprana, no portan collar radiotransmisor
y, por lo tanto, se desconoce el número y el paradero de algunos
ejemplares que viven en libertad.
El otro problema planteado, es la falta de confianza pública
en el plan de recuperación. Kelly asegura que "la gente piensa que
este programa es un fracaso porque un ganadero o un coche mató a
un lobo, pero no sabe que tenemos ocho parejas que se reproducen libremente
y varios lobos nacidos en estado silvestre".
Proceso de liberación
Otro inconveniente a la hora de liberar lobos planteado
por Kelly es que "los animales tienen que reaprender a ser salvajes. Los
que no han nacido en libertad tienen que temer al hombre para poder mantenerlos
alejados de los poblados y evitar problemas".
Con el fin de que reaprendan a ser salvajes, en los centros
de preliberación los lobos son manejados de manera muy diferente
a los zoológicos. Sergio Jiménez, veterinario de La Mesa,
explica: "Nuestra reserva, que está ubicada en la sierra de Los
Pinachos, tiene una superficie de dos hectáreas destinada a lobos.
Es un lugar vallado, sin acceso al público, donde el comportamiento
de los animales es muy natural. De vez en cuando cazan presas vivas que
llegan al lugar, como aves o pequeños mamíferos. Nosotros
les ponemos alimento en unos comederos automáticos -croquetas de
perro-, pero lo primordial es que tengan el mínimo contacto con
la gente. Se quiere que estos animales, que van a ser liberados, nunca
relacionen a los humanos con una situación agradable o de no peligro".
Una vez que se han liberado, la alimentación de
los lobos cambia. Brian Kelly explica el proceso: "Se hace lo que se llama
una alimentación suplementaria. Cuando los liberamos no estamos
seguros si saben cazar. Así que, por un tiempo, les ponemos presas
muertas hasta que empiezan a cazar".
Financiación, problema común
Pero el gran problema común -con algunas diferencias-
entre México y Estados Unidos en el programa de recuperación
de esta especie es el financiamiento.
Los lobos, como propiedad de la nación, son responsabilidad
del gobierno federal, pero dicha responsabilidad no implica presupuesto
alguno, ya que para nuestros gobernantes recuperar una especie en peligro
de extinción no representa un problema prioritario. José
Guevara comenta al respecto: "Desafortunadamente no tenemos presupuesto
para apoyar el programa. Las instituciones que tienen lobos se encargan
de buscar recursos. Como así ha funcionado siempre, es muy difícil,
ahora que hay recortes, abrir una partida de presupuesto para esto".
En Estados Unidos las instituciones también tienen
que conseguir recursos para financiar el programa, pero en nuestro país
la situación es más grave. A pesar de que sólo 14
instalaciones, de las 48 que tienen lobos, se encuentran en México,
éstas disponen de menos recursos, principalmente las que dependen
de la administración pública, como los zoológicos.
En su mayoría, y dadas las condiciones socio económicas del
país, nuestros zoológicos son gratuitos. Esto representa
una acertada medida social, pero un obstáculo más en el mantenimiento
de las instalaciones. Por ejemplo, el zoológico de San Diego cobra
entre 19 y 32 dólares la entrada, mientras que el de León,
Guanajuato, 15 pesos.
Apoyo de la iniciativa privada
En contraposición al problema, la iniciativa privada
se ha sumado a la lucha por la recuperación del lobo. Empresarios
como Eloy S. Vallina, del rancho los Encinos en Chihuahua, o la compañía
Vitro, que posee La Mesa en Monterrey, han contribuido con amplias áreas
de tierra para albergar lobos.
En esta reunión pudimos conocer el tremendo esfuerzo
que biólogos, veterinarios y genetistas realizan para recuperar
al lobo mexicano y restaurar la cadena natural, rota con su extinción.
Peter Siminski, coordinador de Species Survival Plan, asegura que recuperar
y reintroducir al lobo mexicano en su zona de distribución histórica
"es recuperar la biodiversidad y el ecosistema integral la región".
Pero, a pesar de los grandes esfuerzos científicos que se hacen
para recuperar la especie, el ser humano continúa siendo el mayor
obstáculo. A partir del plan binacional de recuperación,
el hombre, especialmente el ganadero, ha revivido una vieja enemistad con
el lobo basada en un profundo desconocimiento de este animal, al que sigue
viendo como el personaje feroz y dañino de los cuentos infantiles.
El California Wolf Center hace un llamado a todos los
lectores que quieran apoyar las labores de reconstrucción de este
sitio, afectado por un incendio. Para cualquier aportación, ayuda
o información, ponemos a la disposición el siguiente correo
electrónico: mnorandi @prodigy.net.mx