REPORTAJE
REPRODUCCION DE OBRAS PEHISPANICAS
Casi 20 mil se venden al año en México
y el extranjero
Piezas para el goce estético, como si fueran
auténticas
Con un modelo en yeso que termina por ser la matriz, que
consta de tres partes, se prepara una pasta compuesta por 10 gramos de
óxido de hierro, 130 mililitros de silicato de sodio, 45 kilogramos
de pasta cerámica y 25 litros de agua, misma que se pone en el molde...
Se cuenta con cuatro hornos que recibirán las piezas durante un
promedio de 7 horas a una temperatura de 950 grados Celsius.
RENATO RAVELO
Como si fueran auténticas, cerca de 20 mil piezas
se venden cada año en los mercados nacional y extranjero. Son reproducciones
autorizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia
(INAH), con una ganancia aproximada para este organismo de 5 millones de
pesos. Son pedazos de historias que producen un ''goce estético",
en palabras de Sol Levin, encargada del área de servicios y productos
de la institución.
En las oficinas del taller en el que medio centenar de
personas se involucran en la elaboración de esas piezas, una puerta
blindada impone la dimensión de un cuarto de tesoros.
Allí se guardan, cuando son prestados, los originales
de las piezas, que a su vez son trasladados con escolta desde su lugar
de origen, como parte de esa escenificación del importante valor
patrimonial, en rutas y fechas que no se revelan.
Una
ocasión, cuenta Lilian López Mazon, subdirectora del taller,
un comprador regresó muy molesto a uno de los 83 puntos de venta
que se tienen en el país para reclamar porque la pieza que le habían
vendido -una figura proveniente de la isla de Jaina, en Campeche-, ''se
la habían dado rota, sin una pierna".
Entre los artesanos que elaboran las reproducciones esa
pieza se conoce como el charrito, así como se apoda a una
figura teotihuacana el Alien y familiarmente se denomina a otra
la
princesa, aunque no lo es.
''Ofrecemos al comprador'', completa Levin, ''una auténtica
reproducción de la pieza tal y como es encontrada. Creemos que es
una forma de desalentar el saqueo. Por otra parte, contra lo que, se cree,
existe un amplio mercado nacional, de orgullo de la identidad."
La doncella y el negrito -como se les ha bautizado-, a
diferencia de la mayoría son dos piezas producto de un hallazgo
reciente y de una confusión, ya que en la ficha que acompañaría
a la pieza del negrito se pensaba poner:
''...El empleo del chapopote con fines decorativos no
solamente incluía usarlo como pigmento sobre cerámica, también
se usaba para la pintura corporal y facial, así como para elaborar
cuentas de collares, orejeras y malacates. Estas piezas fueron recuperadas
en un salvamento arqueológico realizado durante la construcción
de un ducto petrolero que va de nueva Teapa a Cadereita. Se encontró
en Barra de Chachalacas, del municipio de Ursulo Galván (Veracruz)."
La arqueóloga de dicho salvamento, Patricia Castillo,
vía telefónica explica que en realidad esas piezas fueron
encontradas en un rescate a cargo de Ignacio León, durante la construcción
en 1993 de la carretera Córdoba- Veracruz, aunque con posterioridad
se juntaron a las que ella halló en Cadereita: un plato, un vaso
y una figura que también se reprodujeron. El personal de Petróleos
Mexicanos (Pemex) pensó que eran producto de su trabajo y se interesaron
en subsidiar una muestra.
En el momento del hallazgo, explica Levin, ''justamente
buscábamos algo del estado de Veracruz y coincidió que la
pieza se trasladó a la ciudad de México para su restauración,
donde causó la admiración de la gente de Pemex".
Al parecer luego se enteraron de que la obra no les competía,
por lo que la exposición se canceló, si bien al taller de
reproducción no se le hizo la aclaración sobre la singular
pieza cubierta de chapopote.
El criterio de reproducción es la originalidad.
El catálogo se encuentra integrado por 332 piezas, de las cuales
164 son cerámica, 127 joyería y 41 son platería. Debido
a que en el transcurso de los años -el taller se fundó en
1943- los ''testigos de calidad" se han ido deteriorando, por ahora no
se realizan 27 piezas.
El proceso es lento, explica Antonio Rosales Maya, jefe
de producción, en el salón donde se inicia la fabricación
de los moldes destinados a formar el ''testigo de calidad" de la pieza
a reproducirse.
Una vez realizado un modelo en yeso que termina por ser
la matriz, que consta al menos de tres partes, se prepara una pasta compuesta
por 10 gramos de óxido de hierro, 130 mililitros de silicato de
sodio, 45 kilogramos de pasta cerámica y 25 litros de agua, misma
que se pone en el molde, poco antes de hacer un precocido, juntar las partes
y pintar la pieza con herramientas que los mismos trabajadores han inventado.
Se cuenta con cuatro hornos que recibirán las piezas durante un
promedio de 7 horas a una temperatura de 950 grados Celsius.
El
color en ese proceso puede variar, por lo que el taller cuenta con un laboratorio
que se dedica de manera exclusiva a experimentar con tierras y tintes en
pequeñas piezas.
Según Rosales Maya, si se cuenta con suerte en
15 días de ensayo se logra un color que iguale el original; si no,
como en el incensario de Palenque, se pueden tardar hasta dos años
en lograr ''el azul maya".
No todo es exacto o equivalente. Si bien en la cerámica
se guarda ese celo de la reproducción, en la orfebrería se
experimenta con otros tamaños o evocaciones, no necesariamente fieles
al original.
Por estos días el taller trabaja en la reproducción
de un juego de tazas de Zacatecas, que se guarda en la bóveda y
es tocado con guantes blancos. Todavía no se atina a crear el color
en esta primera reproducción de cerámica colonial: ''Queremos
lograr que haya algo de cada parte del país, que es de hecho hacia
los puntos de venta que se destinan. La idea es que si alguna pieza del
museo produce un goce estético, el visitante tenga la posibilidad
de adquirirla", junto con un folleto sobre su historia.
El INAH no es la única institución que hace
reproducciones. Obtener el derecho de reproducir un monumento arqueológico
o histórico cuesta sólo mil 166 pesos si es fiel o 2 mil
332 si es versión libre. Se tienen registrados 497 solicitantes,
aunque el censo más reciente ubica a 28, de los cuales 23 son asesorados
por el taller del instituto.
Es un mercado extenso con poca producción de calidad;
hay poca oferta y mucha demanda, explica Levin. Los precios va-rían
pero no pasan de 5 mil pesos los más elaborados. Los congresos feministas
son consentidos del taller, que les ofrece varias alternativas de figuras
femeninas en alrededor de 150 pesos. Otro congreso, este de médicos
especializados en sordera, solicitó la elaboración de un
murciélago, quizá como evocación de que son animales
que se guían por una especie de sonar. Un hotel en Baja California
obsequia a sus clientes con una pequeña muñeca de Chupícuaro,
Guanajuato y encarga cada año un millar, a 80 pesos la pieza, a
esta fábrica de amuletos del tiempo.