Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 27 de agosto de 2002
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Cultura
REPORTAJE

REPRODUCCION DE OBRAS PEHISPANICAS

Casi 20 mil se venden al año en México y el extranjero

Piezas para el goce estético, como si fueran auténticas

Con un modelo en yeso que termina por ser la matriz, que consta de tres partes, se prepara una pasta compuesta por 10 gramos de óxido de hierro, 130 mililitros de silicato de sodio, 45 kilogramos de pasta cerámica y 25 litros de agua, misma que se pone en el molde... Se cuenta con cuatro hornos que recibirán las piezas durante un promedio de 7 horas a una temperatura de 950 grados Celsius.

RENATO RAVELO

Como si fueran auténticas, cerca de 20 mil piezas se venden cada año en los mercados nacional y extranjero. Son reproducciones autorizadas por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con una ganancia aproximada para este organismo de 5 millones de pesos. Son pedazos de historias que producen un ''goce estético", en palabras de Sol Levin, encargada del área de servicios y productos de la institución.

En las oficinas del taller en el que medio centenar de personas se involucran en la elaboración de esas piezas, una puerta blindada impone la dimensión de un cuarto de tesoros.

Allí se guardan, cuando son prestados, los originales de las piezas, que a su vez son trasladados con escolta desde su lugar de origen, como parte de esa escenificación del importante valor patrimonial, en rutas y fechas que no se revelan.

Una ocasión, cuenta Lilian López Mazon, subdirectora del taller, un comprador regresó muy molesto a uno de los 83 puntos de venta que se tienen en el país para reclamar porque la pieza que le habían vendido -una figura proveniente de la isla de Jaina, en Campeche-, ''se la habían dado rota, sin una pierna".

Entre los artesanos que elaboran las reproducciones esa pieza se conoce como el charrito, así como se apoda a una figura teotihuacana el Alien y familiarmente se denomina a otra la princesa, aunque no lo es.

''Ofrecemos al comprador'', completa Levin, ''una auténtica reproducción de la pieza tal y como es encontrada. Creemos que es una forma de desalentar el saqueo. Por otra parte, contra lo que, se cree, existe un amplio mercado nacional, de orgullo de la identidad."

La doncella y el negrito -como se les ha bautizado-, a diferencia de la mayoría son dos piezas producto de un hallazgo reciente y de una confusión, ya que en la ficha que acompañaría a la pieza del negrito se pensaba poner:

''...El empleo del chapopote con fines decorativos no solamente incluía usarlo como pigmento sobre cerámica, también se usaba para la pintura corporal y facial, así como para elaborar cuentas de collares, orejeras y malacates. Estas piezas fueron recuperadas en un salvamento arqueológico realizado durante la construcción de un ducto petrolero que va de nueva Teapa a Cadereita. Se encontró en Barra de Chachalacas, del municipio de Ursulo Galván (Veracruz)."

La arqueóloga de dicho salvamento, Patricia Castillo, vía telefónica explica que en realidad esas piezas fueron encontradas en un rescate a cargo de Ignacio León, durante la construcción en 1993 de la carretera Córdoba- Veracruz, aunque con posterioridad se juntaron a las que ella halló en Cadereita: un plato, un vaso y una figura que también se reprodujeron. El personal de Petróleos Mexicanos (Pemex) pensó que eran producto de su trabajo y se interesaron en subsidiar una muestra.

En el momento del hallazgo, explica Levin, ''justamente buscábamos algo del estado de Veracruz y coincidió que la pieza se trasladó a la ciudad de México para su restauración, donde causó la admiración de la gente de Pemex".

Al parecer luego se enteraron de que la obra no les competía, por lo que la exposición se canceló, si bien al taller de reproducción no se le hizo la aclaración sobre la singular pieza cubierta de chapopote.

El criterio de reproducción es la originalidad. El catálogo se encuentra integrado por 332 piezas, de las cuales 164 son cerámica, 127 joyería y 41 son platería. Debido a que en el transcurso de los años -el taller se fundó en 1943- los ''testigos de calidad" se han ido deteriorando, por ahora no se realizan 27 piezas.

El proceso es lento, explica Antonio Rosales Maya, jefe de producción, en el salón donde se inicia la fabricación de los moldes destinados a formar el ''testigo de calidad" de la pieza a reproducirse.

Una vez realizado un modelo en yeso que termina por ser la matriz, que consta al menos de tres partes, se prepara una pasta compuesta por 10 gramos de óxido de hierro, 130 mililitros de silicato de sodio, 45 kilogramos de pasta cerámica y 25 litros de agua, misma que se pone en el molde, poco antes de hacer un precocido, juntar las partes y pintar la pieza con herramientas que los mismos trabajadores han inventado. Se cuenta con cuatro hornos que recibirán las piezas durante un promedio de 7 horas a una temperatura de 950 grados Celsius.

El color en ese proceso puede variar, por lo que el taller cuenta con un laboratorio que se dedica de manera exclusiva a experimentar con tierras y tintes en pequeñas piezas.

Según Rosales Maya, si se cuenta con suerte en 15 días de ensayo se logra un color que iguale el original; si no, como en el incensario de Palenque, se pueden tardar hasta dos años en lograr ''el azul maya".

No todo es exacto o equivalente. Si bien en la cerámica se guarda ese celo de la reproducción, en la orfebrería se experimenta con otros tamaños o evocaciones, no necesariamente fieles al original.

Por estos días el taller trabaja en la reproducción de un juego de tazas de Zacatecas, que se guarda en la bóveda y es tocado con guantes blancos. Todavía no se atina a crear el color en esta primera reproducción de cerámica colonial: ''Queremos lograr que haya algo de cada parte del país, que es de hecho hacia los puntos de venta que se destinan. La idea es que si alguna pieza del museo produce un goce estético, el visitante tenga la posibilidad de adquirirla", junto con un folleto sobre su historia.

El INAH no es la única institución que hace reproducciones. Obtener el derecho de reproducir un monumento arqueológico o histórico cuesta sólo mil 166 pesos si es fiel o 2 mil 332 si es versión libre. Se tienen registrados 497 solicitantes, aunque el censo más reciente ubica a 28, de los cuales 23 son asesorados por el taller del instituto.

Es un mercado extenso con poca producción de calidad; hay poca oferta y mucha demanda, explica Levin. Los precios va-rían pero no pasan de 5 mil pesos los más elaborados. Los congresos feministas son consentidos del taller, que les ofrece varias alternativas de figuras femeninas en alrededor de 150 pesos. Otro congreso, este de médicos especializados en sordera, solicitó la elaboración de un murciélago, quizá como evocación de que son animales que se guían por una especie de sonar. Un hotel en Baja California obsequia a sus clientes con una pequeña muñeca de Chupícuaro, Guanajuato y encarga cada año un millar, a 80 pesos la pieza, a esta fábrica de amuletos del tiempo.

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