Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 23 de agosto de 2002
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Cultura

Carlos Antonio Aguirre Rojas

Centenario de Fernand Braudel (1902 -2002)

Hace 100 años, el 24 de agosto de 1902, nació en una pequeñísima aldea campesina de la Lorena francesa el historiador Fernand Braudel. Y hoy, un siglo después, no hay duda ya de que Braudel ha sido el más grande e importante historiador que ha existió en todo el siglo XX. Y ello resulta claro cuando observamos la magnitud extraordinaria de la difusión, y los prolongados impactos de su obra en los estudios históricos y en las ciencias sociales actuales de todo el planeta.

Todavía hoy, varios lustros después de su muerte, los libros y ensayos escritos por Braudel continúan traduciéndose y divulgándose en todos los países, hasta llegar a las cifras récord de que sus principales trabajos, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II y Civilización material, economía y capitalismo están hoy disponibles en más de 20 lenguas, que van del chino, el uso o el coreano hasta el polaco, el neerlandés o el serbo-croata, entre otros.

Así, convirtiendo a Braudel en un evidente ''clásico'' imprescindible, no sólo de la historiografía más actual, sino también de las más modernas ciencias sociales, esta impresionante irradiación planetaria de su obra sólo atestigua el alcance verdaderamente universal y la profundidad global de sus principales tesis y argumentos.

En la obra de Fernand Braudel podemos encontrar toda una serie de teorías, modelos e hipótesis cuya vigencia en de los debates de las ciencias sociales contemporáneas no ha sido todavía desmentida. Por ejemplo, su teoría de los diferentes tiempos históricos y de la larga duración, que no sólo nos invita a reconceptualizar esa esencial herramienta de análisis general que es nuestra propia noción del tiempo, sino que también nos propone un complejo e interesante modo de desarticular y rearticular el examen de los fenómenos sociales en general, pasados y presentes, justamente a partir de la discriminación de su específica duración o dimensión temporal.

Igualmente, es en las obras braudelianas donde encontramos toda una nueva teoría histórica sobre el capitalismo, que sin contraponerse a las lecciones y aportes de Marx intenta teorizar y explicar ciertas dimensiones esenciales de este mismo capitalismo moderno, como son las de las figuras de su vida cotidiana o civilización material, o también las específicas dinámicas de jerarquización y rearticulación de los distintos espacios del planeta de los que va apoderándose ese mismo capitalismo, a lo largo de su complicado periplo que se extiende desde el siglo XVI hasta hoy.

Y es también en esa obra braudeliana que se encuentra la propuesta de una nueva clave de lectura para la entera historia universal, concebida aquí como la compleja dinámica de desarrollo y de interrelación de las distintas civilizaciones humanas que hasta hoy han existido en la historia. Una clave que, junto a las imprescindibles realidades económicas, sociales, políticas y culturales de las sociedades, que son y han sido ampliamente analizadas por los científicos sociales, nos llama la atención para considerar también todo ese mundo de las estructuras civilizatorias profundas, que abarca lo mismo las formas en que el hombre se apodera del territorio y lo moldea para configurar diversas maneras de la relación campo-ciudad, que los modos de concebir y de apropiarse intelectual y prácticamente de la naturaleza, junto a las estrategias más profundas para organizar la cohesión y las jerar-quías sociales, o las actitudes o ''cárceles mentales de larga duración'' de una posición durable frente a la muerte, frente al trabajo o frente a la comunidad.

La riqueza y densidad del legado braudeliano es tal que su mensaje ha sido interpretado lo mismo desde una perspectiva conservadora, que al poner el énfasis sólo en las permanencias históricas traiciona el espíritu general de este mismo legado (como en el caso de los trabajos de François Furet y de su interpretación conservadora de la Revolución Francesa y de la historia del siglo XX), que desde una perspectiva crítica y creativa (como la de Immanuel Wallerstein, por ejemplo) que en cambio rescata las hipótesis y descubrimientos braudelianos para caracterizar a la crisis terminal y definitiva que desde hace tres décadas vive el capitalismo más contemporáneo.

En este 2002, el centenario de Braudel está siendo festejado por las revistas chinas y por las instituciones académicas francesas, por los suplementos culturales españoles y por la universidades brasileñas, pero también por los historiadores y científicos sociales estadunidenses, turcos, húngaros, rusos o guatemaltecos, entre muchos otros.

Y también, naturalmente, por todos aquellos historiadores mexicanos que, en el más fiel espíritu braudeliano, todavía intentan comprender, interpretar y explicar la historia pasada y actual de una manera crítica, innovadora y útil en términos sociales.

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