Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 20 de agosto de 2002
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Política
Gabriela Rodríguez

El séptimo arte es laico

Vencedora de la censura, la película El crimen del padre Amaro es prueba contundente de que el arte se ha convertido en un espacio vital para abolir la represión de hombres y mujeres. Oasis en un desierto sometido al mercado global y a la ideología cristiana, el cine independiente nos confirma que los seres humanos seguimos condenados a ser libres.

Por encima de dispositivos estatales para regular las lecturas en las escuelas públicas o por someter a criterios eclesiales los sistemas de evaluación educativa del país, el séptimo arte se define laico -aunque no gratuito- y logra cautivar a las nuevas generaciones para rebasar con mucho a la escuela. ¿Quién puede negar que hoy la cultura se forma y se expresa en ese maravilloso invento del siglo xx?

Por eso son tan oportunos Carlos Carrera y Vicente Leñero, dos artistas que en este filme deciden sacar al aire las raíces de una Iglesia autoritaria, combinar la luz y las sombras para crear un producto estético que actúe al servicio de los mortales y pueda mostrar la íntima relación entre placer, belleza, verdad, arte y libertad.

Y mientras el catolicismo se aferra a la tesis del monoteísmo real en un politeísmo aparente, el guión concreta la estrecha relación entre el cuerpo de los dioses y el cuerpo de los hombres. Símbolos los primeros de los segundos, la religión se sirve del cuerpo para significar el poder, la muerte, la edad o la solidaridad y, por eso mismo, impone cierto orden a las cosas. La jerarquía de los dioses tiene una correspondencia recíproca con la jerarquía del colegio de sacerdotes y, más allá del espacio confesional, son también las imágenes para la representación de la jerarquía -siempre masculina- entre políticos, empresarios y narcos. Todos hombres y adultos, los protagonistas que encarnan el poder son obispos, párrocos, presidentes municipales y capos, imágenes que ilustran la alianza de Iglesia, Estado, empresarios de derecha y narcos. En tanto que los movimientos de resistencia quedan personificados en sacerdotes-líderes revolucionarios, herejes y gerentes de la prensa independiente. Y mientras los jóvenes son aprendices subalternos de las mañanas y sueños de los mayores, las mujeres se trafican como novias, esposas, concubinas, rezadoras que pertenecen a sus novios, esposos o curas-amantes, cuerpos femeninos cuyo sexo, trabajo doméstico y comunitario, y hasta los productos de su fertilidad se someten a la decisión de los hombres.

La Virgen María, con menos poder que Dios y más poder que los hombres, es el fetiche, la estatua de madera y tela, la morada en que reside el espíritu. Esa imagen que, como toda santa, fue mujer que vivió antes en la tierra, cuya mitología fue cambiando en el Nuevo Testamento, desde que Mateo mencionaba a los hermanos y las hermanas de Jesús, a ser después hermanastros y hermanastras para defender la concepción virginal de María y, finalmente, hacia el año 400 Jerónimo transforma a hermanastros y hermanastras en primos y primas de Jesús. Así, María se afirma con una virginidad perpetua, y termina siendo virgen antes de parto, en el parto y después del parto de Jesús. Se representa sin embargo en un objeto sexuado, un cuerpo femenino que confunde y enciende los deseos de los hombres. Los hombres y los dioses se asemejan, y tienen necesidad los unos de los otros, los hombres tienen necesidad del favor y la indulgencia de los dioses, los dioses tienen necesidad de las ofrendas y los sacrificios de los hombres ¿cómo satisfacer las necesidades sexuales de ambos?

Independientemente de su voto de castidad, el joven Amaro también tiene un cuerpo, esa materialidad que se escapa y se impone a todo ser humano a través del dolor, la enfermedad, el deseo o el placer. Este joven, protagonista central de una historia contada con un fuerte sabor a la provincia mexicana, bien podría representar el perfil de la nueva generación, el hombre que quieren formar los actuales gobiernos de derecha: jóvenes con un presente subordinado al futuro, soporte del momento, expresión de mensajes de los que nadie es autor ni agente. Promotores de la abstinencia sexual hasta el matrimonio mientras obligan a sus novias a abortar, en ellos está la apuesta para frenar la resistencia, cerebros adoctrinados en contra de los revolucionarios de izquierda, cuerpos que sirven para la construcción de una autoridad soberana que sólo se deja entrever en la esfera de la materia pura... cuerpos como cosas, puros receptáculos... 

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