Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 20 de agosto de 2002
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Política
Luis Hernández Navarro

Atenco: zapatismo y autonomía

El horizonte simbólico de la lucha de los pobladores de Atenco se modificó con la cancelación de los decretos presidenciales que expropiaban sus ejidos. Victoriosos, tienen frente a sí cuatro nuevos frentes de lucha: la anulación definitiva de los procesos legales contra sus dirigentes, la obtención de los recursos para desarrollar su pueblo, la autonomía municipal y la solidaridad con todos aquellos que apoyaron su movimiento, especialmente con quienes enfrentan problemas similares a los que ellos padecieron.

Este nuevo horizonte choca de lleno con los temores de los señores del dinero, que han hecho de Atenco el último dique del ejercicio de autoridad y el ejemplo de cómo al nuevo gobierno le tiembla la mano frente el pobrerío. El fantasma que asusta sus sueños es el del municipio que derrotó la más importante obra del sexenio como baluarte de zapatismo y autonomía, y el de su ejemplo replicado en todo el territorio nacional.

En octubre del año pasado los atenquenses desconocieron a su presidente municipal. Desde entonces se han encargado del ayuntamiento sin intermediarios. A pesar de no contar con partidas presupuestales han dotado al pueblo de seguridad pública y de servicios como la recolección de basura. Quieren continuar con esta experiencia.

Atenco no es una excepción y su deseo de contar con un municipio autónomo está presente en todo el país. Autogobierno y autonomía local son términos casi equivalentes (N. Bobbio: Diccionario de política). La historia de México ha estado marcada desde siempre por conflictos entre los poderes centrales y las autoridades locales. Como ocurre en muchos países, la mayor parte de la actividad política se efectúa en el nivel local y, con frecuencia, se ve ahogada por el centralismo.

El municipio no fue incorporado plenamente al sistema político hasta la Constitución de 1917. Como tercer nivel de gobierno, después de la federación y los estados, es el campo fundamental de conflicto entre la sociedad civil, que aspira a ocupar este espacio, y el Estado central, que lo trata como el nivel inferior en la jerarquía vertical del régimen.

La autonomía local y la descentralización o "municipio libre" fue un clamor popular durante la dictadura de Porfirio Díaz. El 15 de septiembre de 1916, Emiliano Zapata emitió un Decreto del Municipio Libre, que en muchos sentidos expresa los anhelos de los pobladores de Atenco. El general en jefe del Ejército Libertador del Sur consideraba "que la libertad municipal es la primera y más importante de las instituciones democráticas, toda vez que nada hay más natural y respetable que el derecho que tienen los vecinos de un centro cualquiera de población para arreglar por sí mismos los asuntos de la vida común y para resolver lo que mejor convenga a los intereses y necesidades de la localidad". Zapata agregaba que "la libertad municipal resulta irrisoria si no se concede a los vecinos la debida participación en la solución y arrendo de los principales asuntos de la localidad".

La lucha de Atenco es, así, claramente zapatista, no porque el EZLN influya en ella, sino porque el zapatismo es una corriente que da cohesión, identidad y trasfondo cultural común a amplios sectores del campesinado mexicano. La derrota del PRI en las elecciones federales de 2000 permitió, además, que este zapatismo de base -alentado por la insurrección en el sureste mexicano- se despojara de la tutela estatal a la que lo sometieron los gobiernos de la Revolución Mexicana y se expresara autónomamente.

Pero la reivindicación municipalista de Atenco abreva también de una larga tradición de lucha impulsada tanto por la izquierda como por la derecha, que hoy parece haber sido abandonada por los principales partidos políticos, más preocupados por las contiendas electorales en el ámbito nacional que por lo que acontece en el plano local.

Una de las primeras campañas modernas en favor de la democracia municipal se efectuó en Acapulco durante 1920. El Partido de los Trabajadores, inspirado en un ideario anarcosindicalista, movilizó a los pobres del puerto contra el autoritarismo de la oligarquía local. Su triunfo electoral resultó efímero, pues los comerciantes llevaron rápidamente al Ejército para expulsar violentamente del ayuntamiento a la coalición popular triunfante.

Años después, en el Bajío, conducida por la derecha, tendría lugar otra de las luchas precursoras de la recuperación popular de los ayuntamientos. En 1946 en León, Guanajuato, la Unión Cívica de León (integrada por el PAN y el Partido Fuerza Popular) obtuvo un resonante triunfo electoral, que el gobierno se negó a reconocer.

Como puede verse, con tan sólo asomarse a nuestra historia la reivindicación de Atenco como municipio autónomo y zapatista no proviene -como los sectores más retardatarios quieren hacer parecer- de la ascendencia de grupos radicales en el movimiento, sino de algo mucho más elemental y profundo: de la continuidad y congruencia con las aspiraciones y anhelos del campesinado mexicano.

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