Ojarasca 64  agosto de 2002
veredas
polvo 2
Foto: Lilian Stein. Polvo


 

Bolivia:

El peso de los pueblos originarios

Eugenio Bermejillo. Las pasadas elecciones en Bolivia rebasaron el papel de reparto del poder entre la geometría política conformada por partidos tradicionales de centro, derecho e izquierda, para convertirse, gracias a la irrupción del vigoroso movimiento indígena, en una contienda entre las fuerzas neoliberales y sus opositores.

Gonzalo Sánchez asumió el pasado 6 de agosto, por segunda ocasión, la presidencia de Bolivia. Su gobierno, autonombrado "liberal", tiene como contrapeso dentro y fuera del parlamento a un movimiento indígena con una extraordinaria intuición para armar un frente común.

Hoy se hace patente una nueva relación de fuerzas. Apenas un día después de su toma de posesión, el gobierno anunció que el Ejército dejará de realizar tareas de erradicación de coca excedentaria en el Chapare, lo que abre la puerta al cumplimiento de demandas indígenas como la libre producción y consumo tradicional de la hoja de coca y la desmilitarización de sus territorios.

Una figura central en la elección fue el líder aymara Evo Morales. La alianza que se formó en torno a su partido, el Movimiento Al Socialismo (MAS), logró un segundo lugar, conquistó una parte importante del congreso y el gobierno de varias ciudades, incluida la capital (más de la mitad de los cuatro millones de indígenas bolivianos viven en las ciudades).

Esta coalición anunció que realizará una "dura oposición" política y social. Su principal objetivo es intentar evitar una eventual venta de gas a través de un puerto chileno, además de impulsar el "rescate de los recursos naturales": la tierra, el agua y la coca.

Evo Morales fue expulsado del Congreso y despojado de su fuero cinco meses antes de las elecciones bajo la acusación de promover la violencia. Este hecho provocó el cierre de varias carreteras del país. Ahí empezó a fortalecerse su liderazgo. Más tarde el embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha, en una tramposa referencia a Evo Morales, advirtió: "Quiero recordarle al electorado boliviano que si elige a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína pondrá en peligro la ayuda de Estados Unidos."

Las preferencias electorales cambiaron de tal manera que Morales respondió: "El embajador de Estados Unidos se convirtió en jefe de mi campaña. Dentro del movimiento campesino y obrero hay un fuerte sentimiento contra la intromisión extranjera, así que cuanto más hablan contra nosotros, más nos potencian". Y ante la pregunta ¿Cree que es realista oponerse a la mayor potencia económica del mundo? respondió: "Las mayorías nacionales no viven de las ayudas económicas sino de su trabajo. Las ayudas son para la represión y para la corrupción".

El Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), que generalmente representaba la izquierda dentro de los tres principales partidos del sistema, quedó rebasado por el MAS. Este rechazó cualquier alianza con los partidos tradicionales. El mas quedó en la paradójica posición de ser el partido que proclamaba una lucha contra un sistema basado en el monopolio de quehacer político por parte de los partidos. La demanda de cauces propios para la acción política de los pueblos indígenas había estado presente a lo largo de la campaña. En junio de este año una marcha indígena arribó a La Paz, mientras algunos de los dirigentes indígenas sostenían una huelga de hambre en demanda de que el Congreso convocara a una Asamblea Constituyente, con el fin de que la sociedad civil participe en la redacción de una nueva Carta Magna.

En voz de Marcial Fabricano, presidente de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) la nueva Constitución debería reconocer los derechos indígenas y entre ellos que "la participación en las estructuras del Estado boliviano no sea sólo a través de los partidos políticos, sino de elecciones directas de representantes de los sectores organizados y representativos de la sociedad civil".

Lo que se busca es que se reconozca el papel protagónico de las formas de organización propias, tradicionales y modernas, en este país que cuenta con una mayoría de población indígena. En la zona andina predominan los ayllus (consejos familiares) de la cultura incaica, mientras en las tierras bajas los cabildos constituyen la unidad comunitaria. Ambos utilizan el método de la consulta pública para definir sus actividades. Aymaras y quechuas han dado vida a la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), los cabildos y centrales indígenas de la zona amazónica y chaqueña han creado la CIDOB, organización que brincó a la escena nacional con la Marcha Indígena que partió desde la zona amazónica a la sede del gobierno del país. Cinco años y muchas luchas después, en la nueva Constitución boliviana por fin se reconoció que la nación es "libre, independiente, soberana, multiétnica y pluricultural".

El tema de la coca ha sido conflictivo, particularmente desde principios de 2001, cuando la Embajada de Estados Unidos en Bolivia apoyó financieramente al presidente Hugo Bánzer para crear una unidad antidrogas, llamada Fuerza de Tarea Expedicionaria (FTE), que se dedicó a reprimir los conflictos sociales ocasionados por los trabajadores cocaleros. Bánzer recibió una herencia de 40 mil hectáreas de coca excedentaria en el Chapare. Según un último informe del Viceministerio de Defensa Social, para junio de 2002 se habían erradicado casi sesenta mil hectáreas de cultivos ilegales. Se estima que aún existen cinco mil. Frente a este ataque político los cocaleros han declarado: "Defendemos la hoja de coca, queremos comercializarla, exportarla e industrializarla. Vamos a impulsar el uso industrial de la hoja de coca, no de la droga. La droga no es para nuestra cultura".

La gran virtud de Evo ha sido sumar. Lo interesante de la bancada indígena es que no se formó por gracia del dedazo partidista, fue forjado a través de la militancia en las organizaciones sociales. Unos cuarenta líderes que han probado el significado de la unidad. La moneda está en el aire: ¿logrará sostenerse unida esta oposición parlamentaria y social? De ser así Bolivia podrá insertarse en un interesante movimiento andino y amazónico en el que confluyen fuerzas cada vez más importantes en Brasil, Ecuador, Venezuela y Perú.
 
 

regresa a portada