Hoy, retorno de 30.7 millones de alumnos
INEGI: deserción de casi millón y medio
de escolares
KARINA AVILES
La pequeña mixteca Cicilia Hernández, de
14 años, regresará hoy a la escuela como miles de niños
y jóvenes del país, pero a diferencia de muchos de ellos
la oaxaqueña tuvo que venir a la ciudad de México para trabajar
en las vacaciones de limpiaparabrisas y chiclera, juntar unos pesos y así
poder pagar los libros que le cobran en la escuela pública y la
cooperación ''involuntaria'' que le exigen.
Allá en el pueblo de San Jorge, en Oaxaca, la revolución
educativa no sólo no llega, sino que el discurso oficial de
que ningún alumno mexicano se quedará sin estudiar por razones
económicas resulta obsoleto. Si Cicilia no se trasladara año
tras año a la ciudad de México, como hace desde que tenía
10 años, habría tenido que abandonar la escuela.
De acuerdo con los últimos datos del Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)
los porcentajes de abandono escolar entre la población de 7 a 29
años son los siguientes: 35.7 por ciento dejó sus estudios
por razones económicas; 27.5 por motivos personales; 12.3 porque
terminó sus estudios; 9.6 no especificó el motivo; 8.5 por
matrimonio y unión; 2.4 por motivo familiar; 2.1 "por otra causa"
y 1.9 por ciento "por causa escolar".
El INEGI indica que de un total de 27 millones 60 mil
322 alumnos de prescolar hasta educación normal que se inscribieron
en el ciclo 1999-2000, casi un millón y medio de estudiantes abandonaron
sus estudios antes de finalizar el periodo.
En documentos de la Secretaría de Educación
Pública (SEP) se reconoce que hay "más de 2 millones de niños
y jóvenes en México entre cinco y 14 años de edad
que no asisten con regularidad a la escuela".
Incluso, la SEP indica que "si bien esta cifra representa
un porcentaje relativamente menor del grupo de población correspondiente
(menos de 10 por ciento), en términos absolutos es considerable
y más alta de la que se había previsto".
Además, establece que "más de 530 mil niños
de cinco años, es decir, uno de cada cuatro, no asisten a la escuela,
lo que hace evidente la necesidad de reforzar la atención en este
nivel educativo".
Cicilia, con sus pies descalzos y un pantaloncito cortado
que apenas le llega a las rodillas, dice que lo que más le duele
en esta capital es que cuando corre a limpiar los parabrisas, los automovilistas
"nos la mienten y nos digan cosas como que mejor nos vayamos a estudiar".
Junto con padres y otros parientes forman una red de más
de 15 personas, entre adultos y menores, que salen de San Jorge en las
vacaciones de verano, Semana Santa y Navidad. Después de andar nueve
horas entre camiones y carros de sitio llegan a su destino final: la glorieta
de Insurgentes y Reforma, que representa para ellos su única posibilidad
para sobrevivir.
"Nosotros venimos porque pagamos la escuela y aun así
ni siquiera aquí nos dejar estar porque luego pasan las camionetas
de la delegación y nos dicen que no podemos estar con nuestros hijos,
que se los van a llevar", dice la señora Marta García, prima
de Cicilia.
La pequeña Cicilia cuenta que "de aquí nos
tenemos que llevar como 300 pesos más el pasaje. Pero eso nomás
alcanza para el inicio de clases, porque el director dice que los papás
tienen que pagar por la banca y porque se arregle la escuela. Pero eso
dicen siempre y mi escuela tiene las ventanas descompuestas, las paredes
están rotas. Nosotros estudiamos parados o, cuando se puede, sentados
en el piso".
Además, "a nosotros nos cobran a cinco pesos cada
libro y tenemos que pagar una guía que cuesta 60 pesos, y cuando
llegan los exámenes también nos cobran tres pesos o 3.50".
Agrega: "Dicen que aquí las escuelas tienen computadoras,
pero en San Jorge trabajamos con el pizarrón roto. Allá no
hay nada. Nomás tenemos a Benito Juárez".