La historia de ese arte, unida a la vida social de la ciudad
Lamenta experto el poco interés de los tapatíos
por la ópera
La escena lírica en Guadalajara había sido una de las más
ricas del país, destaca Octavio Sosa en un estudio
ANGEL VARGAS
La sociedad tapatía es sumamente conservadora en
lo que concierne a sus preferencias operísticas, afirma el investigador
Octavio Sosa, autor del libro La ópera en Guadalajara, quien
apoya sus aseveraciones en registros históricos y estadísticos.
Sostiene que, salvo escasas excepciones -entre las más
importantes, haberse efectuado allí el estreno nacional de Madama
Butterfly, de Giacomo Puccini, en 1906, o albergar la única
presentación en el país de Die Kluge, de Carl Orff,
en 1970-, la capital jaliscience se ha conformado con reponer una y otra
vez algunos de los títulos más recurrentes del repertorio
mundial.
Y así, puntualiza, larga es la lista de montajes
de Carmen, La Traviata, Elixir de amor, Lucia de
Lammermoor, Aida, Il trovatore, Rigoletto, Un
baile de máscaras, La Bohéme, Fausto, El
barbero de Sevilla y Pagliacci, por mencionar los más
comunes.
''La
historia de la escena lírica en Guadalajara, una de las más
ricas en la República Mexicana, esta unida a la vida social de esa
ciudad", recalca a su vez el también especialista Gabriel Pareyón,
en el prólogo del mencionado volumen. "Desde los autos sacramentales
puestos en música en el siglo XVII, hasta las diversas formas de
drama musical representadas en las últimas décadas, se manifiestan
las capacidades y los intereses no sólo estéticos, sino incluso
económicos, políticos y religiosos de la población
de Guadalajara, o al menos del sector que ha dominado su ámbito
cultural".
Sosa aclara que la inamovilidad de repertorio es práctica
común en gran parte de los lugares de provincia donde se presentan
montajes operísticos. Sin embargo, no termina por entender el caso
de la capital tapatía, dice, que además de la rica y añeja
tradición operística, cuenta con toda la infraestructura
para el desarrollo de ese arte.
"Tienen un teatro muy hermoso y con todas las condiciones
técnicas (el Degollado), así como una orquesta y un coro
de alto nivel; además Guadalajara se ha distinguido por ser cuna
de grandes cantantes, tanto femeninos como masculinos", agrega.
Otro aspecto que le resulta incomprensible, externa, es
la falta de interés que autoridades y público de esa localidad
han mostrado hacia el arte de la ópera en el último lustro,
al grado de no haber ofrecido siquiera un título desde el año
pasado, cuando hasta antes de ese lapso se montaban dos o tres títulos
anualmente, además del concierto.
Talón de Aquiles en el país
El especialista señala que otra carencia sensible
de la ópera en la capital jaliscience tiene que ver con los trabajos
de investigación historiográfica. Aunque admite que, en realidad,
se trata de un talón de Aquiles en todo el país:
''Somos una nación sin memoria en muchos ámbitos
y la ópera no es la excepción. Aun en el propio Palacio de
Bellas Artes no existe un archivo y es casi imposible encontrar un programa
de mano de hace 25 años. Resulta más fácil localizar
material en el extranjero sobre la ópera mexicana que aquí".
Aunado a ese aspecto, indica que son muy pocas las personas
interesadas en adentrarse a la investigación histórica del
arte operístico. En su caso, es una actividad que realiza por pasión
y que ha debido compartir durante casi dos décadas con sus diversas
funciones dentro de la Compañía Nacional de Opera del Instituto
Nacional de Bellas Artes, desde bibliotecario del coro hasta subdirector
de la instancia, puesto en el que se desempeña desde el pasado febrero.
El libro La ópera en Guadalajara se remonta
a 1994; ahora, desde hace unos días, se encuentra ya disponible
en librerías la primera redición del volumen, "corregida
y aumentada". "Se trata más bien de otra investigación que
revela nuevos descubrimientos y rescates", aclara el autor.
Hasta antes de este libro sólo existía como
antecedente de investigación histórica de la ópera
en la capital tapatía el libro El Teatro Degollado 1866-1896,
de Aurelio Hidalgo.
En esta primera redición, realizada por la Secretaría
de Cultura de Jalisco, Sosa suprimió de la anterior versión
los datos referente a oratorios, cantatas, zarzuelas y operetas, ante las
dimensiones de la información referente al género operístico.
Otra de las diferencias fue que ahora abarca un periodo mayor, de 1866
a 2001, cuando la publicación de 1994, por obvias razones, debió
cerrar las referencias en 1993.