Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 18 de agosto de 2002
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Capital

CON VISTA AL ZOCALO

José Agustín Ortiz Pinchetti

Nueva pobreza

SE HA hecho una revelación digna de la corte imperial china. El pasado miércoles 14 de agosto la Secretaría de Desarrollo Social dio a conocer la nueva cifra de pobres: 53.7 millones de mexicanos viven en estas condiciones. Los expertos se preocupan por afinar sus cálculos, pero no han hecho explícitas las causas del fenómeno ni han denunciado la grave desigualdad que divide a los mexicanos.

LOS NEOLIBERALES quisieran acabar con la pobreza como si fuera una enfermedad contagiosa. Pero no se atreven a reconocer que la versión reaccionaria del liberalismo que se aplica en México y en otros países está incrementando la desigualdad y empobreciendo cada vez más a la mayoría. Según cálculos de Julio Boltvinik, sólo en los pasados 18 meses los pobres se han incrementado en un millón 300 mil. Este reconocido especialista considera que las cifras oficiales son conservadoras y que hay en el país 65 millones de pobres, dos terceras partes de la población nacional.

LA CIUDAD de México es un refugio de gente pauperizada que ha huido de la miseria de las zonas deprimidas del interior del país. Estimaciones recientes nos hablan de unos 6 millones de pobres sólo en el Distrito Federal, aproximadamente 70 por ciento del total de la población, sin incluir la zona metropolitana. Las delegaciones con mayor concentración de habitantes con un grado alto de marginación son Gustavo A. Madero, Iztapalapa, Tlalpan y Xochimilco.

LA POBREZA ha existido desde siempre, y hasta años recientes era una verdad evidente por sí misma; quiero decir, no se consideraba necesario ir más allá en su definición o explicación. La expresión pobre de solemnidad, que usaban nuestros padres y abuelos, indicaba un estado agudo, aunque todavía digno, de tal condición. Seguían los miserables: gente pobre en situación cercana a la mendicidad.

EL LENGUAJE académico intentó a su vez despojar a la realidad de inecesarias conotaciones dramáticas o sentimentales, eludiendo hablar de los pobres para referirse a las clases subordinadas, subalternas o a los grupos menos favorecidos. Poco a poco empezó a hablarse de desigualdad, al tiempo que se intentaban algunas mediciones más finas.

AMARTYA SEN, originario de la India y premio Nobel de Economía en 1998, partió plaza al proponer un modelo dinámico de estudio de la pobreza, que permitiera abarcar este fenómeno de manera menos simplista y con mayores matices. Sus conceptualizaciones y mediciones han servido de fundamento para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en un contexto de desarrollo humano. Lo importante en su teoría es el desarrollo de las potencialidades humanas. Y, según él, es posible hablar de desarrollo cuando las personas son capaces de hacer más cosas, no cuando son capaces de comprar más bienes o servicios.

NI EL avance tecnológico, ni la retórica oficial, ni las buenas conciencias han podido cambiar en nuestro país la brecha existente entre pobres y ricos, que desde la conquista viene in crescendo. Esta desigualdad es vergonzante y hereditaria, y la educación no es ya garantía de poder romperla. Se mantienen las castas.

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