Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 18 de agosto de 2002
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Capital
A sus 19 años, practica este "arte urbano" en la colonia Pantitlán

El graffitti para mí significa libertad, dice Urfa

Jóvenes invitados a decorar con pintura en spray un parque debajo del Metro elevado

ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ

En el creu la conocen como Urfa, tiene 19 años y es una de las aproximadamente 30 grafiteras de la colonia Pantitlán, en la delegación Iztacalco, que enfrentan el acoso policiaco, la incomprensión de mucha gente y los procedimientos administrativos para poder realizar lo que ella define como arte urbano.

Cuando un grupo de adultos mayores convenció a las autoridades de la demarcación de recuperar como parque una cuchilla debajo de las vías elevadas de la línea 9 del Metro, ante la falta de lugares dónde convivir y caminar entre árboles, la invitaron a compartir el espacio, convencidos de que los jóvenes carecen también de lugares de esparcimiento.

Con la idea de reunir a diferentes generaciones, decidieron bautizar el lugar como Centro Recreativo Encuentro. Al frente del grupo: La alegría de nuestros años está don Feliciano, quien dedicó la mayor parte de su vida al magisterio e insistió durante mucho tiempo hasta lograr restaurar y reforestar con cedros, truenos y ficus un espacio de 3 mil 500 metros cuadrados en un área donde el cemento domina.

La zona es difícil, admite la delegada Elena Tapia; la colonia colinda con la delegación Venustiano Carranza y el municipio de Nezahualcóyotl, estado de México. Los objetivos ahora son preservar el espacio, brindar seguridad a sus visitantes y facilitar el acercamiento entre adolescentes, niños, adultos y ancianos.

Así se dio el primer paso: cubriendo con graffittis las columnas que sostienen las vías elevadas del Metro y los muros del enrejado, lo que en otro contexto sería sinónimo de vandalismo e inseguridad.

Para Urfa, Ursula Martínez, el graffitti es más que un pasatiempo: "para mí significa libertad". Pero no siempre ha sido así. En sus inicios, grafitear un cristal del salón en la secundaria le costó 50 pesos, un regaño y una amenaza de expulsión.

Ahora sólo pinta en los muros donde tiene permiso, aunque para eso hay que hacer un trámite en la delegación, que puede tardar de tres días a una semana. "Los policías son los enemigos". En varias ocasiones, trabajando en un muro con los chavos del creu, grupo de grafiteros a los que pertenecen el 7G, el DBK y el MK, los policías los han llevado al juzgado cívico "por andar pintarrajeando".

Anastasio Martínez, padre de Urfa, no está muy de acuerdo con el arte de su hija, sobre todo porque escuchó que pretenden considerar el graffitti un delito, con penas de hasta dos años de cárcel. Pero admite también que en Pantitlán los campos de futbol en los que él jugaba en su juventud, desaparecieron bajo los muros de unidades habitacionales. No hay muchos espacios donde los jóvenes puedan divertirse.

El Humo es otro joven artista, "de la hermana república de Neza"; sus creu son el SF (Sin Fronteras) y el DNC (Demostrando Nuestro Coraje), y aunque no le gusta sentirse utilizado en actos políticos, llegó con sus latas de pintura en spray, pues no son muchos los espacios dónde pintar "sin meterse en bronca con la poli y pagar más de 400 varos de multa".

Su propuesta es cambiar el reglamento. Por ejemplo, en su república basta con una copia fotostática de la credencial de elector y la firma del dueño del inmueble para que los policías los dejen trabajar, aunque tampoco faltarán los adultos, diferentes a los del grupo de don Feliciano, que les griten: "¡Cochino, píntate las nalgas!"

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