A sus 19 años, practica este "arte urbano" en la colonia Pantitlán
El graffitti para mí significa libertad,
dice Urfa
Jóvenes invitados a decorar con pintura en spray un parque
debajo del Metro elevado
ANGEL BOLAÑOS SANCHEZ
En el creu la conocen como Urfa, tiene 19
años y es una de las aproximadamente 30 grafiteras de la
colonia Pantitlán, en la delegación Iztacalco, que enfrentan
el acoso policiaco, la incomprensión de mucha gente y los procedimientos
administrativos para poder realizar lo que ella define como arte urbano.
Cuando un grupo de adultos mayores convenció a
las autoridades de la demarcación de recuperar como parque una cuchilla
debajo de las vías elevadas de la línea 9 del Metro, ante
la falta de lugares dónde convivir y caminar entre árboles,
la invitaron a compartir el espacio, convencidos de que los jóvenes
carecen también de lugares de esparcimiento.
Con
la idea de reunir a diferentes generaciones, decidieron bautizar el lugar
como Centro Recreativo Encuentro. Al frente del grupo: La alegría
de nuestros años está don Feliciano, quien dedicó
la mayor parte de su vida al magisterio e insistió durante mucho
tiempo hasta lograr restaurar y reforestar con cedros, truenos y ficus
un espacio de 3 mil 500 metros cuadrados en un área donde el cemento
domina.
La zona es difícil, admite la delegada Elena Tapia;
la colonia colinda con la delegación Venustiano Carranza y el municipio
de Nezahualcóyotl, estado de México. Los objetivos ahora
son preservar el espacio, brindar seguridad a sus visitantes y facilitar
el acercamiento entre adolescentes, niños, adultos y ancianos.
Así se dio el primer paso: cubriendo con graffittis
las columnas que sostienen las vías elevadas del Metro y los muros
del enrejado, lo que en otro contexto sería sinónimo de vandalismo
e inseguridad.
Para Urfa, Ursula Martínez, el graffitti
es más que un pasatiempo: "para mí significa libertad". Pero
no siempre ha sido así. En sus inicios, grafitear un cristal
del salón en la secundaria le costó 50 pesos, un regaño
y una amenaza de expulsión.
Ahora sólo pinta en los muros donde tiene permiso,
aunque para eso hay que hacer un trámite en la delegación,
que puede tardar de tres días a una semana. "Los policías
son los enemigos". En varias ocasiones, trabajando en un muro con los chavos
del creu, grupo de grafiteros a los que pertenecen el
7G, el DBK y el MK, los policías los han llevado
al juzgado cívico "por andar pintarrajeando".
Anastasio Martínez, padre de Urfa, no está
muy de acuerdo con el arte de su hija, sobre todo porque escuchó
que pretenden considerar el graffitti un delito, con penas de hasta
dos años de cárcel. Pero admite también que en Pantitlán
los campos de futbol en los que él jugaba en su juventud, desaparecieron
bajo los muros de unidades habitacionales. No hay muchos espacios donde
los jóvenes puedan divertirse.
El Humo es otro joven artista, "de la hermana república
de Neza"; sus creu son el SF (Sin Fronteras) y el
DNC (Demostrando Nuestro Coraje), y aunque no le gusta sentirse utilizado
en actos políticos, llegó con sus latas de pintura en spray,
pues no son muchos los espacios dónde pintar "sin meterse en bronca
con la poli y pagar más de 400 varos de multa".
Su propuesta es cambiar el reglamento. Por ejemplo, en
su república basta con una copia fotostática de la
credencial de elector y la firma del dueño del inmueble para que
los policías los dejen trabajar, aunque tampoco faltarán
los adultos, diferentes a los del grupo de don Feliciano, que les griten:
"¡Cochino, píntate las nalgas!"