Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 18 de agosto de 2002
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Economía
El Estado, incapaz de afrontar esa mafia corporativa

Riesgo de abrir el sector energético a empresas fraudulentas de EU

México no soportaría una estafa en ese ramo: analistas

ROBERTO GONZALEZ AMADOR

México no está aislado de los efectos perniciosos provocados por los fraudes de grandes empresas en Estados Unidos, algunas de ellas con presencia en este país, hecho que especialistas destacaron como una señal de alerta de las graves consecuencias que implica entregar el estratégico sector energético a corporativos sobre los que pesa la sospecha de haber cometido actos abiertamente delincuenciales.

El foro de La Jornada y Casa Lamm, realizado el viernes pasado, reunió a especialistas en prácticas corporativas de las grandes empresas estadunidenses, que con sus prácticas fraudulentas han cimbrado los cimientos de la principal economía del planeta.

Ahí, Alfredo Jalife-Rahme, articulista de La Jornada -quien recibió de los asistentes una muestra de solidaridad ante las amenazas anónimas lanzadas contra su familia-, Humberto Hernández Haddad y Juan Ramón Jiménez intercambiaron durante más de dos horas con un nutrido auditorio sus puntos de vista sobre los fraudes empresariales en Estados Unidos, pero también dejaron claro que tales prácticas también persisten en México, sin que el gobierno o el Congreso muestren determinación para investigarlas.

La realización del foro, por coincidencia, se ligó con la presentación, por parte del gobierno del presidente Vicente Fox, de la iniciativa para abrir la industria eléctrica al capital privado, que el viernes fue remitida al Senado. Un tema, los fraudes corporativos, llevó al otro, el de la inversión en un sector estratégico como es la electricidad.

Hernández Haddad, diplomático y ex senador por el Partido Revolucionario Institucional, puso el punto sobre la mesa de discusión: "No estoy muy seguro de que en las circunstancias de la economía mexicana, con descapitalización en varios sectores, principalmente el agropecuario, pudiera resistir un impacto negativo como es una estafa en el sector energético. Francamente sería el más grave de los detonadores que afectaría la cohesión interna del país".

Explicó que la situación económica de México no permite siquiera jugar con la posibilidad de un esquema que esté bajo sospecha de venir a hacer una estafa en recursos estratégicos que se encuentran hoy bajo el régimen de propiedad nacional y que constituyen el ancla financiera que le da solvencia crediticia a la economía mexicana en casos de volatilidad

Puso un ejemplo. Durante la crisis de 1995, que costó a México 150 mil millones de dólares, el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo logró obtener un paquete de asistencia financiera del Fondo Monetario Internacional y del Departamento del Tesoro de Estados Unidos a cambio de empeñar la factura petrolera, que sólo fue liberada después de que los préstamos fueron saldados.

"Ejemplos como éste debemos tenerlos muy presentes para explicar a aquellos que desbordan entusiasmo por la privatización de los energéticos en México que privatizar los recursos estratégicos de la nación, como el petróleo, el gas y la electricidad van más allá del efecto de funcionamiento de esas industrias y tienen que ver con la capacidad crediticia que el país puede mostrar en futuras negociaciones, sobre todo si llegaran a presentarse alteraciones en los mercados financieros globales".

El asunto es de actualidad. Los fraudes de grandes empresas en Estados Unidos han sido posibles por el retiro del Estado de las funciones de regulación económica, como consideró Alfredo Jalife, y apuntó también el propio Hernández Haddad.

Para el ex senador, "el principal problema de seguridad nacional que tiene hoy México es la incapacidad y la negligencia del Estado mexicano para enfrentarse al diseño delincuencial mafioso de grandes corporaciones internacionales que han descubierto que pueden infiltrar las estructuras políticas gubernamentales y establecer agendas de control que intimidan incluso a los funcionarios, que en el más legítimo cumplimiento de su deber institucional deberían actuar para impedir la incubación de una atmósfera de estafas y grandes fraudes que trae ya una inercia de varios años".

Aquí terció Jalife-Rahme. Para el especialista en temas económicos y geopolíticos, la sucesión de fraudes en al menos una docena de grandes empresas estadunidenses sólo es una evidencia de que la corrupción corporativa en aquel país es "un fenómeno estructural" y no producto de hechos aislados.

"A este gran fraude lo llamaron nueva economía, que no fue ni nueva ni economía. Se trata del mismo ciclo de regulación y desregulación que ha vivido Estados Unidos en las recientes décadas. El gangsterismo empresarial y de los círculos financieros en ese país es cíclico". La única diferencia de ahora con respecto al pasado es que los medios se han sofisticado y las operaciones se realizan con un simple golpe de tecla a la computadora.

Para que estas grandes empresas, como Enron, WorldCom, Qwest, AOL, Andersen, etcétera, pudieran haber realizado estos fraudes durante tanto tiempo es necesario, apuntó el especialista, la colusión de todo un sistema diseñado ex profeso bajo la consigna de adueñarse de la riqueza generada por la globalización económica.

Jalife-Rahme trajo a colación el tema mexicano. Aquí, varias empresas trasnacionales se han hecho de activos nacionales -como los bancos entregados a Citigroup, a los grupos españoles, todos bajo sospecha de haber realizado actividades ilícitas en sus países de origen- "sin que el Congreso se decida a investigar esas ventas".

El experto apuntó: "lo más grave es que ahora quieren privatizar la energía. No me preocupa que se venda el sector, sino con qué dinero lo van a pagar si las empresas de Estados Unidos que quieren comprar están quebradas".

Para Juan Ramón Jiménez, catedrático y estudioso de las prácticas corporativas en Estados Unidos, los mexicanos no deben mostrar extrañeza por los grandes fraudes empresariales en Estados Unidos. Lo mismo ha ocurrido aquí, con la privatización de empresas y el rescate bancario. "Los banqueros mexicanos no pagan impuestos, igual que hacía Enron en Estados Unidos. En aquel país los fondos de pensiones, que estaban invertidos en las acciones de empresas que quebraron, han sido los perdedores y aquí se impulsa desde el gobierno la posibilidad de que el ahorro de los trabajadores sea canalizado al mercado de valores".

Su opinión es que desde la sociedad civil (algo en lo que también coincidió Jalife-Rahme) se impulse una iniciativa para impedir más privatizaciones y la investigación de las realizadas en el pasado. Pero no sólo eso. Consideró que organizaciones civiles mexicanas traben relación con grupos independientes en Estados Unidos "para combatir esta corrupción de empresas estadunidenses que también están presentes en México. La lucha contra los fraudes y la estafa debe ser binacional".

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