REPUBLICA DE PANTALLA
Jenaro Villamil
Santo oficio y rating del escándalo
Jerarcas católicos, publicistas del séptimo
arte
La batalla mediática, más adictiva que
el filme
CONFUNDIERON EL RATING
de Juan Pablo II con la pertinencia de instaurar una nueva Inquisición.
Las reglas del espectáculo y del escándalo, que guían
a las sociedades mediáticas -no a las religiones-, convirtieron
a los jerarcas católicos en involuntarios publicistas del séptimo
arte. El marketing de la intolerancia fue más eficaz que
cualquier otra mercadotecnia. Su guerra santa virtual se les revirtió
por completo: si buscaban frenar la exhibición y la asistencia a
la película El crimen del padre Amaro, en realidad protagonizaron
la contracampaña más impresionante en favor de un filme mexicano.
Su estreno, el pasado viernes, rebasó las 300 copias, sólo
superada por superproducciones de Hollywood como Spiderman. El actor
Gael García se transformó de buen intérprete a líder
de opinión, y en sólo dos días concedió más
de 50 entrevistas, apareció en cuanto programa de radio y televisión
lo solicitó y fue la portada de cuatro revistas de espectáculos.
Por su parte, el director Carlos Carrera fue alabado lo mismo por críticos
tan disímiles como Gustavo García o Jorge Ayala Blanco, que
requerido por programas como Círculo Rojo, de Canal 2, o
por el especial de Cultura en Línea, en Canal 22.
LAS ENCUESTAS DE los días 15 y 16 de agosto
del noticiario nocturno de Canal 2 dieron cuenta del tamaño de la
batalla perdida por las víctimas del padre Amaro: 72 por
ciento de las 38 mil 123 llamadas se manifestó en favor de la exhibición,
mientras que al día siguiente 80 por ciento aceptó que acudiría
a ver la película. El prestreno del martes 13 de agosto se convirtió
en nota principal en radio y televisión. Jacobo Zabludovsky, en
su emisión De 1 a 3, sintetizó así el fenómeno:
"En medio de una gran polémica y de una gran publicidad no solicitada,
pero igualmente eficiente, se estrena el próximo viernes El crimen
del padre Amaro". La nota principal de El Noticiero de Canal
2, el viernes 16, subrayaba: "Rompe récord de taquilla" el estreno
del filme.
LA
REACCION FAVORABLE de prácticamente todos los medios en torno
a esta obra constituyó un extraordinario ejemplo de cómo
el espectáculo y el escándalo tienen éxito en una
sociedad secularizada, a pesar de los fervores telegénicos recientes.
Si los medios se volcaron sin excepción y sin contención
a la cobertura de la quinta visita papal, no fue por su condición
dócil ante los obispos. En realidad la gira de Juan Pablo II llenó
todos los cánones del espectáculo que reclaman los hacedores
de rating: popularidad, culto al líder religioso, masificación
y esperanza virtual. Si los medios se transformaron en defensores de una
película, fue por el redituable escándalo, en términos
de audiencia y lectores, que plan-tearon los propios obispos sin mesura
y sin conocer la obra. La censura vende, tal como había demostrado
previamente la condena moral a Big Brother.
ES CLARO QUE el talk show lo perdieron los
jerarcas y sus aliados. En especial el más radical impulsor de la
hoguera, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, quien "tiene la lengua
más peligrosa que una magnum", según lo describió
Brozo en El Mañanero del martes 13 de agosto; el inefable
Onésimo Cepeda, que imaginó escenas de los cristerios en
las salas cinematográficas; Jorge Serrano Limón, que promovió
una denuncia intrépida contra el Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes (CNCA) y la Secretaría de Gobernación, asumiendo
que no vio la película, al igual que el senador Diego Fernández
de Cevallos y su compañero de homilías Carlos Abascal, que
después del affaire de la novela de Carlos Fuentes, Aura,
volvió a las andadas con una frase de antología: "Me parece
inadmisible que en nombre de la tolerancia se justifique tal película".
EN REALIDAD LA batalla mediática resultó
más adictiva que la propia película. Pareciera que la mayoría
de los obispos, nuestros tres cardenales (Adolfo Suárez Rivera,
Juan Sandoval Iñiguez y Norberto Rivera Carrera) y el nuncio Giusepe
Bertello se hubieran transformado en involuntarios colaboradores de la
ironía de "Por mi Madre Bohemios", de Carlos Monsiváis. La
desmesura estuvo más allá de la película. Onésimo
Cepeda, en una semana, nos recetó tres "perlas" reproducidas por
los medios. Advirtió que ni con 500 muertos -luego "corrigió"
que dijo 300- se debió suspender el proyecto del aeropuerto de Texcoco;
atacó a Rosario Robles por "cacarear" en su feudo espiritual de
Ecatepec, y admitió que la adaptación cinematográfica
de la novela de Eça de Queiroz justificaría la santa violencia.
¿Por qué RTC y el CNCA no financian una película con
tan vital obispo, que hasta le puede robar marquesina al alcalde de Tultitlán
y al diputado Félix Salgado Macedonio?
LA CONDENA CIRCULAR de los jerarcas no la hubiera
imaginado ni el guionista Vicente Leñero. Seductores en sus invectivas,
los obispos reaccionaron con una furia que no se les vio en los recientes
escándalos de pederastia y abusos sexuales documentados por los
propios fieles. Ni siquiera una obra de teatro como A medianoche
-ignorada por los medios masivos y escenificada en el Foro Shakespeare-,
que describía cómo un grupo de seminaristas tenía
relaciones entre sí y acababan en la hoguera de la culpa, generó
una reacción airada de Pro Vida, Fernández de Cevallos y
los obispos. Quizá porque muchos sacerdotes asistían a verla
en franco desclosetamiento y no tuvo un aparato mercadológico
tan fuerte como la película dirigida por Carlos Carrera.
OTRA RAZON DETONADORA fue la discusión sobre
el laicismo, que alarmó a los purpurados. Norberto Rivera abrió
fuego en la semana declarando que hay un "laicismo que se define como ateo,
intolerante, persecutor de la Iglesia" y otro que es tolerante y promueve
las libertades. Sandoval Iñiguez dijo que permitir esta película
representaba que "las fuerzas más oscuras del ateísmo y la
antirreligión se organizaran e incrustraran en las instancias públicas".
El obispo de Aguascalientes, Ramón Godínez, decretó
un nuevo pecado: asistir a la exhibición de esta obra, que completó
José Guadalupe Martín Rábago: porque "afecta" las
conciencias. El arzobispo de Morelia -única entidad en la que se
decidió suspender el estreno-, Alberto Suárez Inda, reconoció
que vio parte de la película, pero no completa, porque "no es posible
que se le dé la comunión a un gato o que se hagan actos deshonestos
cobijados por el manto de la Virgen de Guadalupe". El propio presidente
de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Luis Morales Reyes, modificó
su posición. Tentado por la hoguera, acabó por pedir que
no se exhibiera.
¿POR QUE ESA apuesta por la minoría
de edad y la falta de criterio secular? ¿La propuesta educativa
confesional es apostarle a la prescripción negativa? ¿Qué
alteró realmente a los obispos: la hostia y el gato o las referencias
al narco y a la simulación del celibato? El escándalo
y la derrota de los fueros mediáticos exhibieron lo impertinente
de un nuevo santo oficio.
Triunfo de los libros
EN PARALELO, PERO con menos rating que el
escándalo censurador, esta semana los medios le dieron voz a las
denuncias de los principales escritores e intelectuales mexicanos (Carlos
Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, José Agustín,
Carlos Montemayor) en contra de la selección, que un grupo de expertos
de la Secretaría de Educación Pública (SEP) hizo de
libros de literatura dentro del programa Por un país de lectores.
Monsiváis declaró en CNN-En Español y en Televisa
que lo más grave de la selección era la apuesta a la falta
de gusto por una mejor literatura y a la minoría de edad permanente
de los educandos.
LA POLEMICA PRACTICAMENTE borró los festejos
y los spots presidenciales en torno al nuevo acuerdo educativo,
firmado por la "líder moral" del SNTE, Elba Esther Gordillo, y por
la SEP. El propio titular de la dependencia, Reyes Tamez, hizo más
declaraciones relacionadas al escándalo de los libros y autores
sesgados que al acuerdo.
Pena de muerte
EL TERCER GRAN tema de la "República de
Pantalla" fue la ejecución del compatriota Javier Suárez,
a quien se le aplicó la pena capital después de 14 aplazamientos
y de gestiones de la administración foxista que decidió,
en protesta, suspender la visita presidencial a Texas, estado gobernado
por un republicano que busca la relección con demostraciones de
mano dura.
PREOCUPANTE RESULTO LA actitud de ciertos medios
y comentaristas, como los de TV Azteca, y del programa radiofónico
Monitor, que exaltaron la pertinencia de la pena capital y adocenaron
su cobertura con sensacionalismo, como si este caso se tratara de uno más
de Ciudad sin Ley y no la demostración fehaciente de una
serie de violaciones de la justicia estadunidense, reconocida por la propia
Mary Robinson, que tiene en la fila de la muerte a más de 50 connacionales.
Dos encuestas telefónicas en noticiarios televisivos
demostraron lo riesgoso que es promover la pena de muerte desde la pantalla:
el 12 de agosto, Canal 2 reveló que 52.9 por ciento está
en favor de la "pena de muerte", contra 47 por ciento. Después de
la cobertura del caso Javier Suárez, 18 por ciento consideró
que la ejecución fue justa y 81.4 por ciento que no.
Canal 40 y Canal 11 le apostaron menos a la cobertura
emocional y melodramática del caso. "Consternación" por la
muerte de Suárez Medina, subrayó Canal 11.
La suspensión del viaje del presidente Vicente
Fox revivió una nueva ronda de críticas al mandatario, aunque
la mayoría de los análisis y contenidos de los medios reconoció
la pertinencia de esta medida, aunque fuera tardía y demostrara
la vulnerabilidad de nuestra política exterior a las decisiones
de Estados Unidos.