Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 18 de agosto de 2002
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Política
REPUBLICA DE PANTALLA

Jenaro Villamil

Santo oficio y rating del escándalo

Jerarcas católicos, publicistas del séptimo arte

La batalla mediática, más adictiva que el filme

CONFUNDIERON EL RATING de Juan Pablo II con la pertinencia de instaurar una nueva Inquisición. Las reglas del espectáculo y del escándalo, que guían a las sociedades mediáticas -no a las religiones-, convirtieron a los jerarcas católicos en involuntarios publicistas del séptimo arte. El marketing de la intolerancia fue más eficaz que cualquier otra mercadotecnia. Su guerra santa virtual se les revirtió por completo: si buscaban frenar la exhibición y la asistencia a la película El crimen del padre Amaro, en realidad protagonizaron la contracampaña más impresionante en favor de un filme mexicano. Su estreno, el pasado viernes, rebasó las 300 copias, sólo superada por superproducciones de Hollywood como Spiderman. El actor Gael García se transformó de buen intérprete a líder de opinión, y en sólo dos días concedió más de 50 entrevistas, apareció en cuanto programa de radio y televisión lo solicitó y fue la portada de cuatro revistas de espectáculos. Por su parte, el director Carlos Carrera fue alabado lo mismo por críticos tan disímiles como Gustavo García o Jorge Ayala Blanco, que requerido por programas como Círculo Rojo, de Canal 2, o por el especial de Cultura en Línea, en Canal 22.

LAS ENCUESTAS DE los días 15 y 16 de agosto del noticiario nocturno de Canal 2 dieron cuenta del tamaño de la batalla perdida por las víctimas del padre Amaro: 72 por ciento de las 38 mil 123 llamadas se manifestó en favor de la exhibición, mientras que al día siguiente 80 por ciento aceptó que acudiría a ver la película. El prestreno del martes 13 de agosto se convirtió en nota principal en radio y televisión. Jacobo Zabludovsky, en su emisión De 1 a 3, sintetizó así el fenómeno: "En medio de una gran polémica y de una gran publicidad no solicitada, pero igualmente eficiente, se estrena el próximo viernes El crimen del padre Amaro". La nota principal de El Noticiero de Canal 2, el viernes 16, subrayaba: "Rompe récord de taquilla" el estreno del filme.

LA REACCION FAVORABLE de prácticamente todos los medios en torno a esta obra constituyó un extraordinario ejemplo de cómo el espectáculo y el escándalo tienen éxito en una sociedad secularizada, a pesar de los fervores telegénicos recientes. Si los medios se volcaron sin excepción y sin contención a la cobertura de la quinta visita papal, no fue por su condición dócil ante los obispos. En realidad la gira de Juan Pablo II llenó todos los cánones del espectáculo que reclaman los hacedores de rating: popularidad, culto al líder religioso, masificación y esperanza virtual. Si los medios se transformaron en defensores de una película, fue por el redituable escándalo, en términos de audiencia y lectores, que plan-tearon los propios obispos sin mesura y sin conocer la obra. La censura vende, tal como había demostrado previamente la condena moral a Big Brother.

ES CLARO QUE el talk show lo perdieron los jerarcas y sus aliados. En especial el más radical impulsor de la hoguera, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, quien "tiene la lengua más peligrosa que una magnum", según lo describió Brozo en El Mañanero del martes 13 de agosto; el inefable Onésimo Cepeda, que imaginó escenas de los cristerios en las salas cinematográficas; Jorge Serrano Limón, que promovió una denuncia intrépida contra el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) y la Secretaría de Gobernación, asumiendo que no vio la película, al igual que el senador Diego Fernández de Cevallos y su compañero de homilías Carlos Abascal, que después del affaire de la novela de Carlos Fuentes, Aura, volvió a las andadas con una frase de antología: "Me parece inadmisible que en nombre de la tolerancia se justifique tal película".

EN REALIDAD LA batalla mediática resultó más adictiva que la propia película. Pareciera que la mayoría de los obispos, nuestros tres cardenales (Adolfo Suárez Rivera, Juan Sandoval Iñiguez y Norberto Rivera Carrera) y el nuncio Giusepe Bertello se hubieran transformado en involuntarios colaboradores de la ironía de "Por mi Madre Bohemios", de Carlos Monsiváis. La desmesura estuvo más allá de la película. Onésimo Cepeda, en una semana, nos recetó tres "perlas" reproducidas por los medios. Advirtió que ni con 500 muertos -luego "corrigió" que dijo 300- se debió suspender el proyecto del aeropuerto de Texcoco; atacó a Rosario Robles por "cacarear" en su feudo espiritual de Ecatepec, y admitió que la adaptación cinematográfica de la novela de Eça de Queiroz justificaría la santa violencia. ¿Por qué RTC y el CNCA no financian una película con tan vital obispo, que hasta le puede robar marquesina al alcalde de Tultitlán y al diputado Félix Salgado Macedonio?

LA CONDENA CIRCULAR de los jerarcas no la hubiera imaginado ni el guionista Vicente Leñero. Seductores en sus invectivas, los obispos reaccionaron con una furia que no se les vio en los recientes escándalos de pederastia y abusos sexuales documentados por los propios fieles. Ni siquiera una obra de teatro como A medianoche -ignorada por los medios masivos y escenificada en el Foro Shakespeare-, que describía cómo un grupo de seminaristas tenía relaciones entre sí y acababan en la hoguera de la culpa, generó una reacción airada de Pro Vida, Fernández de Cevallos y los obispos. Quizá porque muchos sacerdotes asistían a verla en franco desclosetamiento y no tuvo un aparato mercadológico tan fuerte como la película dirigida por Carlos Carrera.

OTRA RAZON DETONADORA fue la discusión sobre el laicismo, que alarmó a los purpurados. Norberto Rivera abrió fuego en la semana declarando que hay un "laicismo que se define como ateo, intolerante, persecutor de la Iglesia" y otro que es tolerante y promueve las libertades. Sandoval Iñiguez dijo que permitir esta película representaba que "las fuerzas más oscuras del ateísmo y la antirreligión se organizaran e incrustraran en las instancias públicas". El obispo de Aguascalientes, Ramón Godínez, decretó un nuevo pecado: asistir a la exhibición de esta obra, que completó José Guadalupe Martín Rábago: porque "afecta" las conciencias. El arzobispo de Morelia -única entidad en la que se decidió suspender el estreno-, Alberto Suárez Inda, reconoció que vio parte de la película, pero no completa, porque "no es posible que se le dé la comunión a un gato o que se hagan actos deshonestos cobijados por el manto de la Virgen de Guadalupe". El propio presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Luis Morales Reyes, modificó su posición. Tentado por la hoguera, acabó por pedir que no se exhibiera.

¿POR QUE ESA apuesta por la minoría de edad y la falta de criterio secular? ¿La propuesta educativa confesional es apostarle a la prescripción negativa? ¿Qué alteró realmente a los obispos: la hostia y el gato o las referencias al narco y a la simulación del celibato? El escándalo y la derrota de los fueros mediáticos exhibieron lo impertinente de un nuevo santo oficio.

Triunfo de los libros

EN PARALELO, PERO con menos rating que el escándalo censurador, esta semana los medios le dieron voz a las denuncias de los principales escritores e intelectuales mexicanos (Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, José Agustín, Carlos Montemayor) en contra de la selección, que un grupo de expertos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) hizo de libros de literatura dentro del programa Por un país de lectores. Monsiváis declaró en CNN-En Español y en Televisa que lo más grave de la selección era la apuesta a la falta de gusto por una mejor literatura y a la minoría de edad permanente de los educandos.

LA POLEMICA PRACTICAMENTE borró los festejos y los spots presidenciales en torno al nuevo acuerdo educativo, firmado por la "líder moral" del SNTE, Elba Esther Gordillo, y por la SEP. El propio titular de la dependencia, Reyes Tamez, hizo más declaraciones relacionadas al escándalo de los libros y autores sesgados que al acuerdo.

Pena de muerte

EL TERCER GRAN tema de la "República de Pantalla" fue la ejecución del compatriota Javier Suárez, a quien se le aplicó la pena capital después de 14 aplazamientos y de gestiones de la administración foxista que decidió, en protesta, suspender la visita presidencial a Texas, estado gobernado por un republicano que busca la relección con demostraciones de mano dura.

PREOCUPANTE RESULTO LA actitud de ciertos medios y comentaristas, como los de TV Azteca, y del programa radiofónico Monitor, que exaltaron la pertinencia de la pena capital y adocenaron su cobertura con sensacionalismo, como si este caso se tratara de uno más de Ciudad sin Ley y no la demostración fehaciente de una serie de violaciones de la justicia estadunidense, reconocida por la propia Mary Robinson, que tiene en la fila de la muerte a más de 50 connacionales.

Dos encuestas telefónicas en noticiarios televisivos demostraron lo riesgoso que es promover la pena de muerte desde la pantalla: el 12 de agosto, Canal 2 reveló que 52.9 por ciento está en favor de la "pena de muerte", contra 47 por ciento. Después de la cobertura del caso Javier Suárez, 18 por ciento consideró que la ejecución fue justa y 81.4 por ciento que no.

Canal 40 y Canal 11 le apostaron menos a la cobertura emocional y melodramática del caso. "Consternación" por la muerte de Suárez Medina, subrayó Canal 11.

La suspensión del viaje del presidente Vicente Fox revivió una nueva ronda de críticas al mandatario, aunque la mayoría de los análisis y contenidos de los medios reconoció la pertinencia de esta medida, aunque fuera tardía y demostrara la vulnerabilidad de nuestra política exterior a las decisiones de Estados Unidos.

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