Hoy presenta su segundo disco, Un segundo, en el Alicia
El momento de inspiración es fulminante; luego
viene lo cerebral: Cabezas de Cera
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Cuando uno escucha al trío Cabezas de Cera, primero
se desconcierta al oír sus alucinadas ambientaciones rítmicas
y despliegues instrumentales, cercanas al progresivo pero con un toque
contemporáneo. Su impecable ejecución y su meticuloso interés
por estar bien sonorizados, les merece regularmente un particular reconocimiento.
No por nada telonearon a Premiata Forneria Marconi recientemente. Hoy sábado,
Cabezas... presenta su segundo disco independiente, Un segundo,
en el Alicia.
Oriundos
del DF, los hermanos Sotelo -Mauricio (stick, guitarras acústicas
y eléctricas) y Francisco (percusiones, batería acústica
y eléctrica)- integraron la banda en 1995, primero con Juan Cristóbal
Pliego al bajo. Después entró Ramsés Luna, multinstrumentista
de alientos. Al año, salió Pliego. Replantearon su sonido
y buscaron usar el stick, instrumento que es bajo y guitarra a la vez;
a la batería básica le agregaron pads electrónicos
y Ramsés prosiguió con la parte melódica. En el proceso
les ha acompañado el ingeniero de audio Edgar Arrellín, considerado
un integrante de la banda, pues mucho ha trabajado con ellos en la construcción
de un sonido propio.
Con esta alineación han grabado dos discos independientes.
En México se han presentado en importantes festivales culturales
y del género progresivo. Un segundo, a diferencia de su álbum
debut, basado más en improvisaciones, nace de composiciones más
en forma: "Hay bases establecidas, pero en estudio y en vivo improvisamos
mucho", dice Mauricio. Edgar: "En Cabezas... no escucharás la clásica
cancioncita pero tampoco un progre de 30 minutos".
Respecto de las percusiones, dice Paco: "El pad
me enriqueció muchísimo. Da posibilidades distintas de timbres;
recursos para procesar, cambiar la afinación, dar efectos. Puedes
convertir una percusión en un ambiente sintético, hacer que
un golpe dure diez segundos, lo que crea sonoridades que suenan a orquestaciones".
Mauricio acota que además cambian sus papeles de ejecución:
Paco puede hacer la base armónica o hacer las veces de bajo;
a veces Ramsés hace colchones sonoros mientras el stick lleva la
melodía: "Es como pasarnos la pelota, jugar dominadas. Nuestras
rolas son una construcción donde hay un cimiento, pero las ventanas
y las paredes cambian cada vez", dice Mauricio.
En la grabación se escuchan aires de música
tradicional, a lo que dice Mauricio: "El son jarocho me gusta mucho; quise
plasmarlo de modo no explícito. Con la jarana hago más bien
una interpretación de cómo lo escucho y le doy un toque rasposón...
En general la música para nosotros es una forma de interpretar lo
que vemos, oímos, sentimos... El momento de inspiración es
fulminante, emocional. Luego viene lo cerebral, donde hay que aterrizarlo;
es un proceso difícil, pero es lo más gozoso. Además
las canciones tienen vida propia, van creciendo conforme las tocamos y
les damos mejor camino". Paco: "Es una búsqueda: hacer coincidir
el sonido con la sensación que tuviste al componer".
Al ser instrumentales, incluyendo las voces que hace Ramsés,
explican que su música les remite a imágenes y sensaciones,
más que a palabras. Además, en este álbum agregan
rítmicas cercanas al electrónico actual; todo ello sumado
a los alientos que maneja Ramsés: el wind-midi (flauta/sintetizador),
saxofón, clarinete, flauta transversal, wistle, surna turca, didjeridoo.
¿Cómo definir en corto su sonido? Paco: "Libertad,
electricidad y mucho poder". Mauricio: "Unión. Verán a tres
personas haciendo algo que disfrutan muchísimo". La cita es en Cuauhtémoc
91-A, colonia Roma, a las 21 horas. 50 pesos. Invitados: Miguel Ordóñez,
Lorien y Necronautas.