Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 17 de agosto de 2002
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Política
Luis González Souza

Eje de la dignidad

No hay tiempo para el rencor ni la nostalgia. Tampoco lo hay para los odios ni las venganzas. Apenas hay tiempo para amacizar dignidades, proyectar el futuro y echarle manos -y piernas- a la obra. Del pueblo en armas, al pueblo en llantas... Todos en bici, motos o coches, cual travesía febril en pos del nuevo futuro. Esas, después de muchos años de muerte y destrucción, parecen ser las consignas que, silenciosamente, permean las calles de Hanoi, capital de ese pequeño gigante de la historia moderna (y también, historia silenciosa o silenciada) llamado Vietnam.

Es muy pronto para sacar conclusiones de nuestra estadía/exilio por estas tierras. Pero no se necesita mucho tiempo para respirar la dignidad de un pueblo que ha sabido decir "¡Aquí no pasan!" lo mismo a potencias como Japón y Francia, que a Estados Unidos y China. Muy pronto, y tan sólo paseando por las calles de Hanoi, es fácil palpar el sentido profundo y la práctica cotidiana de la dignidad.

Acá ni las motocicletas ni las bicicletas tienen ganas de mirar hacia atrás (simplemente no usan espejo retrovisor). Se sabe -o se intuye- que el futuro es duro, y sólo hay tiempo para mirar hacia delante. Pero no se trata sólo de mirar. Sobre todo es necesario demostrar que, con o sin guerras e invasiones, es preciso seguir adelante. Y si es sin trazos dogmáticamente prefabricados y neciamente defendidos, tanto mejor.

Poco sabemos, pero mucho intuimos, hasta ahora. Con la ley del honor más adelante que la ley del valor, y con los ejemplos de la revolución cubana y la nueva insurrección zapatista en nuestro Chiapas, en Vietnam han quedado atrás los dogmas que separan a la "base económica" y a la "superestructura" político-ideológica. Una cultura, una recia cultura de dignidad y resistencia, hace las veces de motor/bisagra en todo el cuerpo social vietnamita.

Al mismo tiempo, una inteligente -bien jerarquizada- combinación de la planificación estatal y el mercado -no cualquiera, sino sólo el mercado socialmente vigilado y responsable- encarnan y abren paso a una genuina "tercera vía". No la chafa vía de los Giddens, Blair, Clinton y demás secuaces. Chafa porque se nutre de una falsa y anacrónica disyuntiva: capitalismo estatal o capitalismo neoliberal. No, en Vietnam se abre paso una vía que deja atrás tanto al summum del estatismo (modelo estalinista) como al summum de la barbarie: capitalismo todo, neoliberal o estatista. O dicho al revés, una vía que recoge y sintetiza lo mejor del desarrollo planificado (y digno) y la creatividad del mercado (no cualquiera, sino el socialmente acotado).

Ello hace de Vietnam un inacabable manantial de enseñanzas para aventureros como el que esto escribe. También -y a esto queríamos llegar- un centro natural (junto con Chiapas y Cuba, por ejemplo) del eje de la dignidad que nos parece urgente y necesario oponer al "eje del mal" ideado y utilizado por George W. Bush, ahora para bombardear (otra vez) países insumisos como Irak.

En los años 60 del siglo pasado nació el Movimiento de Países No Alineados. Luego creció y ¿murió? con mucha pena y poca gloria. Hoy nos parece necesario reinventarlo acaso como un movimiento de países no agachados (así, hasta las siglas seguirían siendo las mismas: MPNA). Países no dispuestos a doblar la cervical ante los caprichos guerreristas de Estados Unidos y sus halcones/siervos. Países dispuestos a vivir y pensar por cuenta propia (al menos con una autonomía como la de nuestros indios zapatistas), y por tanto, dispuestos a no permitir que Estados Unidos siga malaprovechando el vacío que dejó la desintegración de la Unión Soviética, y a convertir la posguerra fría en la más caliente y terrorista de todas las guerras.

Si de "ejes" se trata, imaginémoslos bien. Hasta a los teóricos de las relaciones internacionales, Bush se siente con arrestos para enmendarles la plana. El mandatario estadunidense lo dice: el mundo ya no es una constelación de telarañas, como sugería el británico John Burton. Tampoco de "sistemas", como sugerían Morton Kaplan, David Singer y demás adeptos a la "teoría general de los sistemas". Menos, un entramado contradictorio de "formaciones sociales", como dicen marxistas de toda laya. No -Bush dixit-, ahora el mundo es un combinado de ejes: el "eje del mal" (mundo islámico por delante), destacadamente confrontado -lo suponemos junto con Perogrullo, Maniqueo y Sam- con el "eje del bien". Lógicamente capitaneado por Estados Unidos y sus (neo)colonias, también conocidas como sus "aliados".

Por lo menos falta un "eje": de países ni buenos ni malos, sino simplemente de los que no se agachan ni ante los centros más conspicuos de poder. Es un eje que crece día a día, donde no sólo hay países; también lo integran, a veces protagónicamente, fuerzas éticas y sociales como el movimiento de los con-dignidad, obtusa y estúpidamente llamado el "movimiento de los globalifóbicos".

Un mundo, pues, de por lo menos tres ejes: el "del mal", el del bien y el de la dignidad, o el de los no agachados. ¿A cuál se suma México, con el aplauso y el apoyo de quién? Como dijo el oculista, ya veremos, aun cuando sigamos tan lejos en este dignísimo mirador vietnamita.
 
 

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