Exposición del pintor en la Galería
Velasco
A dos años de ser censurado aquí, Robert
Chiarito regresa a México
MERRY MAC MASTERS
El pintor estadunidense Robert Chiarito (Nueva York, 1947)
regresa a México. Como se recordará su obra fue censurada
-ocho de los 22 cuadros fueron volteados hacia la pared- hace dos años
por la entonces directora de la Casa de la Cultura de Tlalpan (La Jornada,
16 y 31/7/00) a instancias de un grupo de madres cuyos hijos cursaban talleres
en ese lugar.
Ahora su exposición Hombre con comezón,
la evolución del deseo, de pintura y dibujo, comparte la Galería
José María Velasco, en Peralvillo 55, colonia Morelos, con
la muestra Entre risa y llanto, del pintor Ilán Lieberman
(DF, 1969). La pieza del mes es el óleo El demonio de la vanidad,
de Gustavo Prado, mientras que esculturas de María Eugenia Torresaspi
ocupan las ''vitrinas" de ese espacio cultural.
Chiarito presenta ahora una obra ''más expresionista
y formal" en comparación con la expuesta hace dos años -estandartes
de circo sobre los estados sicológicos y las fallas humanas-, den
la que se imponía el contenido. Aunque al artista se le presiona
para no cambiar, debe hacerlo para ''sentirse vivo en lo mental", dice
el entrevistado.
Para cambiar, Chiarito se pone a dibujar: ''Pasé
un verano en Italia. Con los ojos cerrados, empecé a dibujar figuras
imaginadas. Como era al carbón, material maleable, al abrir los
ojos podía hacer correcciones rápidas, cerrar de nuevo los
ojos y seguir dibujando. Era una manera de dar entrada al accidente, al
inconsciente y conseguir algo más más crudo. Tiene que ver
con la llamada respuesta directa presente en el arte de los niños
o naif".
En el par de cuadros de la serie Hombre con comezón,
Chiarito aborda el hombre que, al tratar de rascarse, se deforma, gesticula
y cambia de color. En los cuadros de mayor formato descubrió que
se concentraba en la cabeza aunque ''armar" sus partes a veces resulta
difícil para el espectador.
Muestra de Ilán Lieberman
La exposición Entre risa y llanto, de Ilán
Lieberman, integrada por 17 óleos y acrílicos, en su mayoría
es de autorretratos. En el proceso de autodescubrimiento, cada cuadro le
devuelve una imagen que a Lieberman le hace exclamar: ''No, ése
no soy". El hilo conductor es el humor negro o el doble sentido.
Comparada con su obra anterior, de ''paisajes interiores",
la de Entre risa y llanto se vuelca hacia afuera y, por tanto, es
muy difícil porque Lieberman se expone de manera ''brutal y obvia".
Sus imágenes son fuertes, incluso irreverentes, ya que muestran
una realidad ''cruda y directa", no obstante al hacerlas sirvieron para
''despertar" al artista.
Lieberman retoma algunas fotografías, como es el
caso de Quince años (después de Graciela Iturbide),
donde se ha colocado en el lugar de la anciana en primer plano. Es un cuadro
que habla de la asimilación y la ''idea judía de tratar siempre
de encajar". Con un sentido del humor muy al estilo Woody Allen, el pintor
reconoce que nunca podrá ser una viejita oaxaqueña.