Historias de crisis
Washington, 11 de agosto. "Usted tiene realmente un problema", dijo el secretario del Tesoro, Donald Regan, a su homólogo mexicano, Jesús Silva Herzog, cuando éste le comunicó en 1982 que su país podría suspender sus pagos de deuda. "Disculpe, señor secretario, pero creo que los dos tenemos un problema", respondió el mexicano en alusión a la altísima exposición de los bancos estadunidenses.
Cuando estalló la crisis de la deuda externa, en agosto de ese año, las cuatro economías más grandes de América Latina debían 176 mil millones de dólares y los ocho mayores bancos de Estados Unidos tenían comprometidos en ellas 37 mil millones, casi 150 por ciento de su capital y reservas.
Una moratoria en cadena pudo haber provocado en ese momento un colapso de la banca estadunidense y del sistema financiero internacional, que sólo se evitó al costo de enormes sacrificios para los pueblos de la región, recuerda Jesús Silva Herzog, quien para ese momento era el secretario de Hacienda y Crédito Público de México.
"Regan todavía no se había dado cuenta de que estaba en juego mucho más que México: la estabilidad de su sistema bancario y el funcionamiento del sistema financiero internacional", relata Silva Herzog, para quien el detonador de la crisis fue la decisión de Volker en 1981 de subir las tasas de interés para atacar lo que se bautizó entonces como "estanflación" (recesión con inflación) que debilitaba la economía de Estados Unidos.
AFP