''Es lindo estar en democracia porque puedes salir sin documentos''
Un hombre libre tiene que vivir las 24 horas del día:
Andrés Calamaro
Dice estar en favor de la piratería y asegura tener más
canciones que Los Beatles
FRANCISCO PEREZ GHIBAUDI ESPECIAL
Buenos Aires, Argentina. Con un pie en Buenos Aires
y otro en Madrid, el músico argentino Andrés Calamaro habla
de la situación económica de su país, del nuevo disco
y de su relación con las drogas, y aclara: "por ahora no deseo tocar
en vivo". Está aquí desde hace tres meses. No sale a la calle,
sólo graba y desgraba todo el día; tiene muchas canciones,
lógico en él, pero está preocupado por la difícil
situación que atraviesa su país.
Calamaro luce un saco de terciopelo verde. Está
como recién levantado. Su loft está ordenado y con
un imponente piano rojo en medio de la sala. Un sillón doble, donde
rápidamente toma asiento rodeado de de dos estudio portátil,
un reproductor de cd, otro de casetes y su fiel amigo, un teclado Roland.
-¿Pensé que ya te habías ido a España?
-No, me gusta estar acá. Es un muy buen momento
para estar. Es muy caro este país y es muy difícil pasar
el invierno. Aparte ahora todo el mundo vive como músico. No saben
cómo conseguir plata para un nuevo currito. Yo estoy muy político...
-¿No te parece que los políticos hablan
demasiado hoy en día?
-Cuando
todo el mundo dice lo mismo es porque nadie tiene una idea. Acá
no es el dinero, es consenso. Por ejemplo, en un concierto no pueden decir
si les gustó o no hasta que opina un amigo. Nadie sabe ni el nombre
de los políticos. Echarse contra ellos es echarse contra la democracia,
y a los presidentes se los echan votando. En lo ideológico tengo
simpatía personal por San Martín. Es lindo estar en democracia
porque puedes salir sin documentos.
En el inmenso salón sonaba como fondo un tema conocido,
pero en una versión muy extraña.
-¿Qué es?
-Johnny Was, de Bob Marley, con una base en formato
bossa-nova.
Se movía de un lado hacia otro enchufando cables
a su equipo. Estaba inquieto. Grababa todo el tiempo. Sus manos no paraban
de gesticular y su mirada parecía perdida en sí mismo.
Entre el flamenco y la rumbita catalana
-En algún momento se habló de que ibas a
hacer un disco de flamenco.
-Sí, porque conocí a los capos del género.
El año pasado escribieron cien canciones. Yo también, pero
hice quinientas (risas). En un momento lo propuse a la compañía
discográfica, pero me di cuenta que era mucho lujo para ser editado.
-Estuviste cerca del flamenco con tu etapa en Los Rodríguez
...
-No, eso no se puede ni nombrar. Lo que hacíamos
nosotros era un aire de rumbita catalana que la inventó el tecladista
y que su nombre lo indica. La rumba es un ritmo de ida y vuelta y es sudamericana.
-Y un disco de tango.
-Por supuesto; lo que pasa es que el estilo no se puede
mezclar. Hay que inventar la canción de rock, como hicimos con Gringui
Herrera, lo que hizo Bob Dylan.
-¿Y cuántas canciones nuevas tienes?
-No sé, perdí la cuenta hace mucho.
A esta altura Andrés está más suelto.
Ya lleva más de una hora hablando. Saca cidís de todos lados.
"Yo creo que los discos hay que piratearlos. Estoy en favor de la
piratería, por supuesto, y quiero hacer un sitio oficial
en internet para que bajen mis canciones. A mí me gustan los discos
y quiero que estén baratos".
-Y ahora grabar un disco sale 120 por ciento más...
-Es gratis. Es un gasto que la compañía
absorbe. Es anual, te compran por mecánico y ellos ganan vendiendo
un solo disco. Es más, son la editorial más grande del mundo;
entonces, no sólo del disco ganan. Y además pasas a ser propiedad
de ellos. Quiero decir que con un músico vendiendo un sólo
álbum, la compañía ya ganó plata. Pensar que
con 50 mil hasta diciembre generaba un millón de dólares.
La grabación más cara fue la de Enemigos íntimos,
de Sabina y Páez, que costó 500 mil, pero se paga con 25
mil discos. Hasta luego, de Los Rodríguez, vendió
800 mil en un año, y Alta suciedad fue el segundo álbum
en ventas históricas en este país.
-¿Guardas todas tus cintas?
-Sí, yo grabo todo en casetes. Tengo casi todos
los conciertos desde la época de Los Abuelos de la Nada. Los escucho
sólo a la noche después del show.
-¿Cómo una autocorrección?
-Sí, sí, para saber lo que no tengo que
volver a repetir. No me gusta cantar mucho en vivo, pero sé que
tendría que hacerlo más seguido. Como dice Mariano Mores:
"Andrés es un compositor, los demás son roqueros".
-¿Y cuándo vas a volver a tocar?
-No sé. Me gusta vivir sin compromisos, no tengo
ninguna fecha en la agenda ni nada que hacer. Escribí mucho y muy
bien. Mejoré bastante como músico, también viví
cosas como persona, y la gira... es como cuando uno la pasa bien con los
músicos de verdad, pero en el fondo, ¿es plata no?
-¿Y más con esta situación?
-En la última gira gasté mucho dinero, y
es demasiada responsabilidad. Hay que ensayar mucho. Somos perfeccionistas,
pero improvisando. Te duele permanentemente la garganta. Acá ya
llevo más de nueve meses trabajando. Cuando fui a Argentina a hacer
la gira de Honestidad brutal, en 1999, después de haber tocado
con Bob Dylan, tuve que suspender todo y luego lo volví a hacer.
Uno de cada diez conciertos me sale mal, me rayo, viene la policía
o tengo problemas con las drogas.
-¿Tuviste finalmente un encuentro con Bob Dylan?
-Todos los días. Cuando me vio por primera vez
me agarró las dos manos y me dijo: "Tenía muchas ganas de
conocerte". Me subía al escenario a verlo todos los shows.
Antes y después de cada concierto charlábamos.
''La música es como la lechuga''
Interrumpe la charla, como tantas otras veces para hablar
de sus ¿nuevos? temas. Lo que suena, desde su estudio portátil,
es una especie de tráiler de canciones enganchadas, con el estribillo
que repite cualquiera se quema un poco. "Este es el último tema
de 2000. Cuando salió El salmón ya lo tenía.
Tengo más temas que Los Beatles en toda su carrera".
Habla sin parar, como si estuviera vendiendo algo que
nosotros ya habíamos comprado. Y parafraseando aclara: "Lo que importa
es la cantidad, no la calidad. Creo que la cantidad es la diferencia entre
nada y algo". Piensa un instante y dispara otra vez: "es la misma diferencia
entre no coger, no madurar o no comer. La diferencia entre el infinito
y el instante es un paso".
Pide un cigarrillo. La forma en que arma "su faso" es
bastante particular.
-¿Qué es la música para ti?
-Es como los minutos del día. Un hombre libre tiene
que vivir las 24 horas. Grabo a veces cinco o seis canciones y después
les grabo arriba en el casete. Quiero ver la música como a la lechuga,
si no la escuchaste, la tiras.
De fondo continúa "el compilado" de inéditos
de Calamaro. Se mezclan versiones de Soda Stéreo, de los temas Trátame
suavemente y Cuando pase el temblor; Yo quiero a mi bandera,
el viejo clásico de Sumo, y Rosa, Rosa, de Sandro. "Fui a
verlo el año pasado. Le llevé una cinta con grabaciones mías".
Calamaro saca discos grabados de todos lados. Al costado
del sillón tiene sus estuches. Son dos. Uno con más de cincuenta
y otro más pequeño. Todos los cd están garabateados.
Uno de ellos muy particular, con un mayor trazo que los demás. Es
claro. Una sola palabra lo identifica por sí solo: Maradona. "Es
un disco que hice para Diego, hace mucho tiempo que no lo escucho".
Uno tras otro Andrés pica tema por tema el álbum
que grabó para Diego Maradona. Aunque viajó a Cuba nunca
pudo dárselo.
-¿Lo vas a editar?
-En El salmón hay varios temas que hice
para él. Al final hizo un disco tipo de reportajes, y me hicieron
caso. Yo le expliqué a Guillote (por Coppolla) y a Claudia (la mujer
de Maradona) de cómo era el negocio.
-¿Te consideras un gran trabajador?
-Trabajé más que nadie.