Las pérdidas económicas propician recortes de personal y contratos esporádicos
Focos rojos en el movimiento grupero; caen más de 50% las entradas a bailes masivos
Revisiones sorpresa de la migra, el efecto 11 de septiembre y los diyéis, entre las causas
ARTURO CRUZ BARCENAS ENVIADO
Chicago, Illinois. Hay señales de alarma entre los empresarios de bailes populares, de los gruperos, aquí y en otros estados. Los eventos no hace mucho masivos hoy son novedad. Ni los artistas fuertes meten los miles de antes. Hay una caída en la asistencia de más de 50 por ciento y las pérdidas económicas inducen a reducciones de personal o a contratos cada vez más esporádicos.
Se preguntan si es el comienzo del fin de la gallina de los huevos de oro, generadora de millones de dólares, de alianzas entre compañías multinacionales. ƑLlegó tarde la mercadotecnia fina, la costosa, esa en la que hay que invertir para que perdure un negocio?
En la reciente fiesta por el quinto aniversario de la estación de radio La Ley-107.9, la número uno en audiencia en música popular mexicana -tiene el logro de haber superado en rating a emisoras "de negros", es decir, de raperos o hip-hoperos-, el programa era fuerte, parecía tal, pero a las 12 horas, cuando se abrieron las puertas, apenas unos cuantos cruzaron el umbral.
Cantó Triny La Leyenda, bajo un sol quemante, pero el ánimo estaba frío. Llegó un poco más de público, pero los locales de recuerdos deslucían con pocos clientes. Siguió la Banda Tierra Blanca, que animó un poco. Continuó Exterminador, que tiene la fama de prender a las multitudes con sus corridos perrones y torones. Usan el doble sentido, fuerte, directo. Hacen parodias, dicen chistes, un show de burlas e ironías. Para descanso de los organizadores, comenzó a llegar más gente de origen mexicano.
El calor fuerte hacía a la gente tomar cerveza y a los menores refresco y aguas de frutas. El ambiente era de kermés. Tocó el turno a lo chusco: los locutores de la estación tuvieron la charada de hacer un grupo que nombraron Los Gueyes del Norte, "sin diéresis", les decían. "Se nos pasó", expresó El Plebe, locutor de los más queridos por la raza de la ciudad de los vientos.
Hicieron una parodia de El ausente, tema que hace algunos años hizo famoso Lorenzo de Monteclaro. Les aplaudieron la ocurrencia. El levantón llegó con Vicente Fernández Hijo, quien se quitó de su nombre el Junior, "por la connotación que en México tiene esa palabra", aclaró en entrevista realizada en la camioneta que lo llevó a la Plaza Garibaldi, sitio por excelencia de las fiestas gruperas en la urbe de los Grandes Lagos.
No tiene la presencia de su hermano Alejandro ni la voz de su padre. Tiene el don de la perseverancia, de la tenacidad. Sube al escenario y la concurrencia le aplaude. Pesa mucho el apellido. Suelta unas cuantas canciones de su nuevo disco, el segundo de su joven carrera. Le responden, le aplauden, le piden otra, otra. Su sonrisa refleja timidez, una reserva interna que no aparece en sus familiares cantantes. Se va entre aplausos. Puede decir que triunfó en Chicago.
Al calor de unas frías
Llegaba más público, más familias. La plaza ya no se veía desolada.
Gritos cuando se anuncia a Ana Bárbara, la de Los besos no se dan en la camisa. Es la madrina del evento y exhorta a bailar, a cantar. Lo logra y las cervezas son consumidas más rápido. Ya varios se ven con el rictus típico del alcoholizado. Vigila la policía gringa y los organizadores se miran entre sí, interrogantes.
La organizadora del festejo, la programadora Margarita Vázquez, quien ha llevado la estación al lugar donde se halla, va de un lado a otro. Apunta detalles con Iván Fernández, mitad de la fuerza de la poderosa empresa Cárdenas-Fernández, principal realizadora de bailes masivos populares en Estados Unidos y en parte del Caribe, y que ha sido comprada por Clear Channel (la compañía número uno en producción de espectáculos en el mundo) y En Vivo, de la trasnacional Televisa.
Toca cerrar a Los Originales de San Juan, uno de los grupos con canciones para algunos groseras, pero para la mayoría divertidas, hiperperronas. Lo más suave es su máximo éxito: El cabrón ("Ando buscando un cabrón para partirle la madre..."). Gusta su estilo.
Pero ya van varias horas de chuntatas y tamborazos. La entrada ha mejorado, aunque no ha sido como la del año pasado.
Cuando Los Originales cantaban las irónicas rolas comienzan a caer en el escenario botellas de plástico de cervezas de marcas gringas, muchas con líquido. Eso continuará durante toda la actuación del grupo que cierra la fiesta de radio La Ley.
Jesús Chávez, líder, compositor y voz de Los Originales, exige que ya dejen de estar aventando objetos, varios verdaderos proyectiles. Hace como que se va, para tratar de calmar a los que ya no se limitan en sus ímpetus beisboleros. Regresa y ya no se aguanta y grita que al próximo que se vea arrojando cualquier cosa se le aleccione dándole unos golpes... "dénle en la madre al..."
"šEse fue, ese fue!", se escucha, y como luciérnaga resalta un cuate briago. Apenas puede sostenerse en pie. Hay una pausa en el escenario, pero sólo fue eso. Un rato más y prosiguen los proyectiles. Brincan Los Originales. Saltan y las escenas son de risa. Es tragicómico ver a los sombrerudos haciéndola de saltamontes
Observan los representantes de la ley (de la justicia gringa, no de la estación de radio La Ley) y ordenan que hagan algo. Ubican a los que avientan cosas. Agarran a algunos, se los llevan en vilo. Varios sangran. "ƑQué quieren, que ya no haya bailes?", se queja El Plebe. La policía quiere suspender el reventón. No lo hace, pero la fiesta de La Ley se ve empañada por la situación, que no es novedad en masivos de más de 40 mil personas, como se da en el Parque Fundidora de Monterrey, Nuevo León; pero en EU, donde la ley es la ley, es otra cosa, asunto de cuidado.
La inocultable crisis
Tres son las razones, según varios entrevistados, de la reducción de público en los eventos masivos. Citan: el efecto de miedo, de precaución, luego de los sucesos del 11 de septiembre del año pasado; los apañones sorpresa de la migra, sobre todo en sitios de reunión, y la inocultable crisis.
A eso debe añadirse la saturación de eventos, la repetición. Hay grupos, artistas de varios géneros, que se presentan una y otra vez. Ya no son sorpresa. También, ligado con lo anterior, la falta de nuevas figuras que impacten, que sean espectáculo.
Como nunca antes, se oye que equis ídolo no llenó, que aquel otro canceló, que fueron irrisorias las entradas. No es el clima de Chicago, ni el frío ni el calor. Es un conjunto de factores, todos negativos. Por primera vez se oye que Cárdenas-Fernández puede hacer un recorte de su plantilla de trabajadores. Los propios grupos, como Los Huracanes del Norte, buscan formas de seguir en el mercado para que lo grupero no decaiga. Ahora hay cadenas de discos gruperas, con diyéis gruperos, que permiten el ahorro de lo que se le paga a un artista, y se centra el negocio en el consumo de cerveza y en el cover.
Margarita Vázquez, de la emisora radial La Ley, reconoce que hay focos rojos, que es el momento de hacer algo. No desaparecerá lo grupero, pero puede decaer a niveles insospechados, inéditos. A eso deben sumarse los excesos de los mexicanos que, al calor de unas frías, pierden los estribos y son sometidos con lujo de violencia por los guardias de seguridad.